Uno

243 21 1
                                    


Thomas intentaba seguir el rumbo pisando aquellas bardas de los límites, leer los letreros de advertencia se volvía cada vez menos importante.

Su vida en la escuela no le molestaba, realizaba lo que todo alumno hacía, estudiar y reír con las paredes blancas de su asiento.

-¿Vendrás a la clase de pintura?- preguntaba un avergonzado Edd con libretas en manos mientras que su pareja Matt sostenía de ambas mochilas.

Hace meses que sus mejores amigos salían, no le molestaba ni el hecho de que ambos eran hombres y el de ser sus mejores amigos.

-Hoy no, iré a dormir en las gradas- contestó seco y terminando aquella conversación que difícilmente podía volver a ser retomada.

-Nos vemos- dijeron ambos al unísono.

Tomó camino a aquella desgastada sala de práctica para deportistas, el silencio que lo rodeaba fue notable para los que pasaban a su lado.

Sin embargo, su mente se llenaba de pensamientos que nadie escuchaba a pesar de ser gritados, el simplemente movía la cabeza de un lado a otro.

"I feel so nice", tarareaba aquella frase en su mente una y otra vez.

Sin darse cuenta llegó a su destino y con un bostezo se lanzó a los asientos para dar ambiente a los jugadores, pero Tom los conocía como "océano de gente".

-Pensé que aquí podría fumar a gusto- una voz común interrumpió la siesta del británico -¿Quieres?- el desconocido acercó aquel cigarrillo con una sonrisa.

Tom lo miró extrañado, nunca había visto a un alumno fumar en un lugar educativo.

-¿Quién eres?- preguntó acomodándose a lado de aquel joven que vestía de rojo el cual ante la pregunta rio.

-¿Importa?

Aquella pregunta era tan difícil de utilizar en demasiadas ocasiones.

-No gracias, está prohibido- respondió negando con la mano el cigarro y regresando a la postura fetal que tenía antes de que aquel individuo lo desviara de su acción.

Al cerrar los ojos sintió un aire que rodeaba su frente, la curiosidad lo comió por dos segundos, cuando repentinamente los abrió. Al hacerlo sintió la textura de un cigarrillo en sus labios.

-Inhala- obligó el que simulaba cuernos en sus cabellos.

Y pensar que Tom se consideraba el chico con el cabello más exótico de la preparatoria.

Haciendo caso, sintió aquel humo perforar sus preocupaciones dejándole sentir un estado de relajación.

-Exhala.

De nuevo la orden fue cumplida, pero hasta entonces solo se había dado cuenta del cigarrillo, no de su frente la cual rozaba con la del otro.

El humo se deslizó por la piel del que sostenía aquel cigarro, él solo sonrió.

-¿Te sientes bien?- el de cuernos se dispuso a hablar.

-¿Importa?- respondió el británico con una sonrisa victoriosa.

Todo indicaba que ambos simplemente estaban rompiendo las reglas.

-Mi nombre es Tord Larsson- estiró la mano con una mirada la cual no se despegaba de aquellos ojos que llamaban la atención de cualquiera.

-Thomas Ridgewell- la aceptó con gusto -Puedes llamarme Tom.

Larsson rio, estaba realmente analizando cada parte del que tenía enfrente.

-Esto es un error- articuló Tord mientras desviaba la mirada con resignación.

-¿Qué?

-Tus labios, cuando se cierran me dan unas ganas de abrirlos por mi cuenta- dio una mirada seria demostrando que lo que acababa de decir no era un juego.

Ambos se miraron por un par de minutos buscando alguna respuesta, la que sea estaría bien.

-Nunca te había visto, ¿eres de esta escuela?- el británico intentó retomar alguna conversación.

-¿Quieres que sea de esta escuela?- el de cuernos empezó a asustar a Thomas -¿O quieres que manche de sangre las paredes blancas que tanto te caracterizan?

"Ambas... ¿Estarían bien?" "Pero qué dices Ridgewell, este sujeto no es común"

Pensamientos como los anteriores manipulaban la mente de Tom.

-Soy tan común como tú- sonrió Larsson -¿Tienes miedo?

Quién no iba a tenerlo cuando alguien puede leer tu mente.

-¿Cómo supiste lo que pensaba?- preguntó Tom con algunos temblores.

-Parpadea.

-¡Pero...!

Inconscientemente lo hizo, al abrir sus parpados el de cuernos ya estaba besando de sus delgados labios. Se despegaron, pero no por falta de aire, sino porque sentían que se transportaban a un lugar peligroso.

-No hables, solo deja que las cosas pasen- esto último fue un beso a su mejilla, la cual ardía más que una olla al fuego.

Tom vio a Larsson caminar lentamente a la salida, él simplemente tiro de su cigarrillo mientras lo pisaba con una mueca en su cara, después se despidió del de cuencas quien lo miraba confundido.

-¡Nos vemos mañana!- fueron las últimas palabras antes de que aquel joven diera fin a su cuerpo al pasar la puerta de salida.

"¿Quién es ese chico?" Ese fue el error número uno. "¿Acaso lo conozco?" Error número dos. "¿Debería hacerlo?" Error número tres.


¿Enloquecemos Juntos? -TordTom-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora