Cuatro

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En unos días cumpliría años una mujer que cuidaba de ellos cuando eran más pequeños, todos optaron por comprarle el vestido del que ella tanto hablaba cada vez que iban a visitarla.

Así que Matt tuvo que ir de viaje junto con Edd para comprarle aquel vestido que no se conseguía fácilmente donde vivían.

Tom decidió quedarse, ya que ese lugar no le gustaba en lo absoluto, el calor era notable y él lo detestaba. Por alguna razón en ese día se sentía más feliz que en otros pues no permanecía en casa y tenía tiempo de salir a tomar algo de aire.

Él odiaba hacer ese tipo de cosas, pero hace tiempo que se sentía encerrado en una burbuja, tal vez esa era la razón de sus problemas.

Acerca de Larsson, desde hace unos días no sabe nada de él, intento buscarlo con la mirada en la escuela pero siempre fallaba.

Caminaba por las calles frías de la noche, familias gustaban de una deliciosa cena o se divertían viendo algunos puestos de juguetes, los niños parecían sonreír, sus madres sostenían de sus pequeñas manos que traían guantes puestos, por inercia Tom se miró sus palmas notando que estaban rojas.

"Thomas llévate los guantes de la mesa"

Ahora que lo pensaba, ya sabía la razón del por qué no salía. Su cabeza comenzó a dar vueltas, el tiempo se detuvo y voces comenzaron a hacer presencia.

"¿Ya hiciste la tarea?" "Hora de bañarse" "¡No me atrapas!" "¡Mamá cuidado!" "¡Corre!"

Y de repente el dolor se fue, abrió lentamente los ojos buscando la realidad.

-¿Problemas?- y ahí estaba aquel chico de cuernos, de nueva cuenta uno de esos extraños encuentros se hacía presente.

Larsson miraba de manera extrovertida sus cuencas, lamió sus labios buscando alguna respuesta del británico, pero con las condiciones en que lo encontró no esperaba algo que fuera verdad.

-Solo algo de migraña- respondió seco.

-¿Problemas?- volvió a preguntar con mirada fulminante, sabía cómo hacer temer.

-Eso no tiene nada que ver contigo, deja de fastidiar- dicho eso comenzó a caminar en el sentido contrario.

-¿A dónde vas?- preguntó siguiéndole con pasos rápidos.

-¡Donde sea que no estés!- exclamó furioso, por tal grito la gente se le quedo viendo extraño, o eso pensaba él.

Tord paró de caminar y retrocedió.

-¡Hey, te reto a seguirme!- dijo Tord de manera divertida.

Tom lo miró agobiado, no tenía tiempo para sus extraños juegos.

-¿Por qué lo haría?- murmuró.

-¡Corre, escapa de tu verdad!- respondió -No digas nada y solo vive el momento.

Al acabar aquella frase le dio una palmada a su trasero retándolo.

-¡No seas niña Thomas Ridgewell!- y entonces se echó a correr.

-Demonios- suspiró, pero las ganas se apoderaron de él, no es como si fuera a suceder algo.

A lo lejos se apreciaba a un chico de cabellos puntiagudos corriendo como nunca lo había hecho.

-¡Corres muy rápido!- exclamó Tom sacando humo de aire por la boca.

-Eso debería decir yo- comentó Tord derrumbándose en el suelo -Ven, acuéstate- dio palmadas a lado de él.

Tom se arrastró hasta lo señalado, cayó completamente rendido y respirando fuerte, trago algo de saliva.

-Larsson, ¿cómo le haces?

-¿Hacer qué?

-Desaparecer y aparecer- dijo mientras miraba un lugar en el cielo.

Tord se quedó en silencio por unos minutos, simplemente rozó su mano con la de Tom y en un acto de necesidad entrelazó sus dedos.

-¿Qué sientes cuando tocas mi mano?- ahora el que hacía preguntas extrañas era el noruego.

Pero Tom amaba ese juego lleno de confusiones.

-Ganas de llorar y gritar- respondió.

-¿Y cuando te besé?

-Ganas de tirarlo todo a la mierda.

-¿Y cuando te abracé?

-No sentía nada, solo quería dejar que todo parara- respondió pero esta vez con voz algo baja.

Tord dio una sonrisa nerviosa, giró a ver al británico y miró aquellos delgados labios que lo llamaban de nueva cuenta.

-Thomas, ¿me creerías si te digo que quedé fascinado al verte?- preguntó con la mirada juguetona.

-¿Qué es lo que ves en mí?, soy aburrido y posiblemente no tenga ninguna expectativa del mundo.

-Eres el ser humano más encantador, solo estás vacío- sonrió -¿Me darías el permiso de llenarte, incluso si eso significa romper las reglas?

-¿Desde cuándo te preocupa eso?, fumaste en un lugar educativo, me besaste.

-Pero fuiste el único que me vio, tú llevas mis secretos, debes sentirte honrado.

Ambos se miraron, aceptaban que estaban siendo empujados para acercarse cada vez más.

-¿Puedo besarte?- preguntó el noruego.

No hubo respuesta, pero si un beso. Tom sentía que algo se rompía dentro de él, pero empezaba a enamorarse de ese dolor. Dejaron de besarse, de nuevo el sentimiento de tranquilidad volvió en Tom, aquel que solo pudo sonreír como un tonto.

-Tom- susurró en su oído -Parpadea.

Tom sabía que sucedería después pero aun así se arriesgó.

-¿Nos veremos?

-No puedo prometerte nada, pero créeme que haré lo que pueda.

Y como de costumbre, despertó en su habitación con un pañuelo rojo en manos.

"Tal vez no sea tan malo" pensó. Error número cuatro

¿Enloquecemos Juntos? -TordTom-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora