Seis

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Un chico alto y serio caminaba por los pasillos de aquella institución, era el querido y perfecto Matt, mantenía una ceja levantada, cualquier persona que lo viera descifraría que estaba molesto y el mejor para saberlo era Edd, el cual llevaba rato persiguiéndolo.

-¿Qué hice mal?- preguntó con un puchero el de flequillo -Te juro que intenté dejar la coca pero...

-¡El problema no es contigo!- exclamó agobiado -Tom está volviendo a deber materias y lleva demasiadas llamadas de atención.

-Pero él ya no se escapa de las clases- respondió apenado.

-¡Y eso que! Parece que está en la luna y yo soy quien tiene que arreglar esto... Algún día me atraparán- lentamente se desvaneció en la pared -¿Por qué soy tan gentil?

Edd lo abrazó por detrás y con sus diminutas manos comenzó a sostener de su estómago.

-No me equivoqué contigo, eres perfecto.

-Y apenas te das cuenta de eso, ¡soy más que eso!

-¿De qué me querías hablar?- Tom jugaba con una goma de mascar mientras que con rebeldía lanzaba su libreta lejos de su vista.

-Tom.

-Matt.

Sus miradas comenzaban a retarse, ambos se conocían desde pequeños pero si se trataba de algo de la escuela el narcisista no tendría compasión.

-Tus notas bajaron- articuló cortante -¿Qué piensas hacer?

-Te has vuelto más viejo, ¿qué piensas hacer?- habló mientras sacaba su lengua.

Matt simplemente explotó, había terminado de arreglar las quejas que tenían unas chicas acerca del tipo de color de los nuevos gises y eran tan confusas, no toleraría al inmaduro de Tom, no de nuevo.

-Deja de comportarte como un jodido idiota, ya estoy cansado- tomó algo de aire mientras escribía algo en su expediente de la clase.

-Matt, no seas así con él, solo estaba jugando- Edd, quien llevaba un tiempo sentado se animó a hablar.

-¿Jugando? No sería sorpresa- dijo entre risas.

-¿Qué es lo que parece tan chistoso, amor?- con puño cerrado aguantó el coraje que comenzaba a surgir en su sangre, tanto Matt como Tom eran unos inmaduros.

El más alto lo miró sorprendido, se suponía que debía estar de su lado.

-El problema no debe ser Tom, si no ¡tú!- corrigió Matt -Siempre lo estás consintiendo, le dices que no se preocupe.

-¡Yo intento ayudarlo!- se defendió.

-¿Lo intentas? ¿Acaso te has metido a sacar papeles ilegalmente para quitar algunos problemas de su expediente?- comentó -¿O al menos hablar personalmente con el director pero que le cambie calificación?

Ambos se miraban con odio mientras que Thomas permanecía con hombros alzados y mirada perdida, nunca los había visto de esa manera.

-Pero hay que entenderlo, no está pasando por buen momento.

-Lo sé pero debería dejar de mostrarse inútil e intentar volver a pararse- suspiró -¡Yo también estuve con él, a lado de los dos!

Y entonces el ambiente se tensó.

"¿Se están peleando por mi culpa?"

Y eso solo lo hizo recordar cosas que lo habían marcado en su infancia.

-Este niño no tiene ojos, es un maldito fenómeno- el que se hacía llamar padre del pequeño Thomas articuló cuando vio por primera vez a su niño de cuatro años.

-¡Él es tu hijo!- exclamó la bella mujer y madre de Tom.

-¡No me alces la voz!- un golpe, uno de los cientos que había recibido esa maravillosa mujer fue el que la hizo débil.

Tom comenzaba a sentir que las paredes se le cerraban, parpadeo varias veces, quería desaparecer y encontrarse en su cama.

-Pero...- Edd continuó.

-¡Detente! El problema aquí soy yo- el de cuencas respiró hondo -Ustedes no deben pelear por mi culpa, soy un idiota sin camino.

-Tom...- dijeron al unísono.

Todos se miraron entre sí, el británico solo empezó a desesperarse, no le gustaba ser el centro de atención.

-Solo basta, basta, basta- repitió tranquilo -Juro que mejorare, como persona y en los estudios, pero basta.

Agarró sus cuadernos y tomó camino a la salida mientras que escuchaba gritos de sus amigos llamarle por su regreso.

Todo pasó en cámara lenta, llevó su mano a la manija y cuando la giró vio la parte de los pasillos, sin embargo, un rostro se cruzó.

-¡Larsson, santa mierda!- exclamó tocando su pecho.

Tord solo los saludó con una sonrisa divertida, la que tanto caracterizaba al noruego.

-¿Pasó algo allá dentro?- preguntó mientras daba saltos.

-Maldita sea, acompáñame- lo sujetó de la mano mientras miraba a ambos lado, no había nadie -¡Corre!

Aún sin soltarlo ambos pasaron por todas las aulas sin parar, de nuevo aquel dolor se presentó en su palma, sostener de Tord dolía.

-Tom, no me molesta correr pero...- dijo con respiración cortada -¿Qué mosco te...?

Antes de acabar con aquella frase fue interrumpido por algo inesperado, Tom se abalanzó al cuerpo del chico de cuernos dándole un gran abrazo.

-...picó- suspiró correspondiendo aquel tierno abrazo, después de todo venía de alguien que había perdido las esperanzas de amar.

-Tord, ¡lo intenté!- su voz se empezaba a quebrar mientras volvía a sentir esas ganas de vomitar -Parpadee y parpadee pero no lo logré.

-Tranquilo pequeño- beso su mejilla con delicadeza -Mira, qué te parece si vamos a un lugar más tranquilo.

Tom y el extraño joven de cuernos habían regresado a aquel lugar lleno de basura y con aspecto terrible, "el hogar de Tord".

-¿Tom? Llevo dos veces que te pregunto algo y no me contestas- comentó mientras dejaba la mochila del menor arriba de unos papeles viejos.

-Lo lamento, ¿qué sucede?- dijo en voz baja.

Tord solo giró su cabeza mostrando confusión, nunca había visto al lindo Thomas de esa manera.

-Te vez tan débil- algo frío y sin preocupación a su comentario dejó caerse en el sillón -¿Sabes? Yo sé qué podría ayudarte

-¿Qué?

-¿Te acuerdas de mi libro especial?- preguntó con un bostezo a punto de salir -Hay otra frase me encanta.

-Soy todo oídos.

-"La princesa se enamoró de un dragón, el príncipe de su armadura y el rey de su corona"- respiró frío -¿Cuál pareja crees que dure más?

-Tal vez el príncipe y su armadura.

-Incorrecto, la princesa y el dragón- suspiró -Él hizo lo que pudo por proteger lo suyo, incluso si no era lo que tenía que pasar.

-¿Y eso qué tiene que ver Larsson?

-¿Puedo ser tu dragón, incluso si pierdo la batalla?

Larsson no necesitaba respuesta, pero eso solo le daba camino al error número siete.

Ambos comenzaban a romper reglar.

¿Enloquecemos Juntos? -TordTom-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora