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Peter tenía una historia complicada con Ryan

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Peter tenía una historia complicada con Ryan.

Ellos se conocieron dos años atrás en una fiesta de navidad, justo después de comenzar a salir con John. Ryan fue la razón de su primera gran pelea y desde entonces era tema tabú entre los dos.

No es que Peter le hubiese prestado especial atención a Ryan, de hecho, no podía importarle menos su presencia cuando lo conoció, sólo era el amigo de su molesto hermano menor. Pero a John sí que le importaba. Sobre todo, cuando después de la cena del veinticuatro, ya un poco borracho, Ryan había decidido hablar con Peter. Recordaba perfectamente lo que le dijo esa noche después de sentarse a una distancia que sobrepasaba los límites del espacio personal.

Eran las líneas más estúpidas y trilladas del mundo.

—Un chico como tú, en un lugar como este, debes estar aburrido —él miró al techo con el tipo de sonrisa de alguien que estaba acostumbrado a conseguir lo que quería—. ¿Y si nos besamos? —agregó con aire casual, para después lanzarse encima de él como si no lo hubiese visto de la mano de John toda la fiesta.

El beso que le dio no fue una broma. Fue un beso de verdad, con lengua, que llamó la atención de todos los que se encontraban en la sala. Eso incluía a sus padres, a sus tíos, sus primos, sus abuelos, sus hermanos, incluido Frank que le miraba con la boca abierta y por supuesto, también lo vio Jonh. Peter no había tardado demasiado en apartar a Ryan después del primer instante de estupefacción.

Después de que Peter lo empujara, tirándolo al suelo, Ryan se fue gateando detrás del chihuahua de la casa, fingiendo que era un perro. Ni siquiera parecía consiente de lo que hizo, pero John sí, John lo había visto todo y se lo recordó en cada momento hasta año nuevo.

No parecía exactamente enojado, de hecho, no parecía haberle importado un carajo y se la pasó haciendo chistes al respecto. Aquello le molestó muchísimo, probablemente más de lo que debería. Era uno de los recuerdos más amargos que tuvo en alguna navidad y desde entonces, la sola presencia de Ryan le arruinaba los nervios.

—Así que... ¿Pasaremos la navidad los cuatro juntos? —preguntó tratando de contener su carácter. En ese momento Frank ya le había dejado pasar a la casa, así que estaba sentado en el comedor mientras intentaba calentarse las manos con una taza de café.

—¿Sabes que solo hay dos camas? —preguntó Ryan con cara de susto y luego ensanchó la sonrisa, moviendo las cejas de arriba abajo—. ¿Quién de ustedes quiere acostarse conmigo?

—Yo, evidentemente —exclamó Samuel, interrumpiendo de inmediato su intento de molestar a los hermanos Miller.

—Aguafiestas —Ryan perdió su sonrisa de inmediato.

—Claro que no, tú vas a acostarte conmigo —espetó Frank, girándose hacia su novio y consiguiendo que Peter hiciera un sonido de arcadas.

—Entonces tú vas a acostarte conmigo —le dijo Ryan al mayor de los Miller.

Navidades con los MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora