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—Tenemos problemas—gruñó Frank, mientras revisaba el último mensaje que su madre le había dejado antes de quedarse sin señal—

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—Tenemos problemas—gruñó Frank, mientras revisaba el último mensaje que su madre le había dejado antes de quedarse sin señal—. Creo que ya es tiempo de que hablemos seriamente —agregó, mirando a Sam a los ojos

—Seguro ¿Algún problema? —preguntó este, sin mucho interés en el asunto. Las últimas semanas, las cosas "serias" que Frank había querido tratar lo dejaron frío.

—Resulta que tengo un hermano mayor—Intentaba sonar casual, pero no le salió bien.

Samuel asintió con la cabeza, sin entender de que iba todo aquello.

—Lo sé —dijo—. Es Peter, lo conozco—una sonrisa apareció en sus labios mientras se acordaba de algunas pocas interacciones que tuvo con él cuando era niño—. Es un buen tipo —opinó, recargando el rostro en la mano derecha, mientras traía a su mente algún recuerdo lejano.

—No tanto, resulta que quiere pasar las navidades con nosotros...—gruñó, poniendo mala cara. Sam se le quedó mirando, sin entender el problema.

—Es genial —dijo, ladeando el rostro—. Siempre quise conocerlo mejor, mi hermano no deja de hablar de él —comentó, con cierto desagrado en su tono. A veces era un poco incómodo escuchar los desvaríos de Ryan.

—No en navidad —espetó Frank, soltando un resoplido—. Tal vez en alguna otra fecha sería soportable, pero las fiestas de navidad lo ponen más agrio que de costumbre —Sus ojos estaban perdidos en algún lugar en la pared, mientras su mente se sumía en los recuerdos—. A veces pienso que quizás debería regalarle algunos juguetes sexuales para tratar su histeria —murmuró de manera distraída. Sam soltó una carcajada.

—Eso suena como el mejor regalo del mundo —opinó, girándose sobre la cama hasta quedar boca arriba—. Deberíamos comenzar a buscar en amazon —agregó, levantando el puño hacia el techo.

Frank dejó escapar un resoplido, aunque planeaba pasar unas lindas fiestas de pareja con Sam, aquello no sería posible, su hermano no iba a permitírselo.

Peter siempre fue un auténtico Grinch de las fiestas. Nunca había celebrado nada en su vida, probablemente era una de las tantas razones por las que no se llevaba bien con él. No es que Frank fuese el señor sonrisas, pero al menos sabía cómo divertirse de vez en cuando.

Él teléfono de Sam sonó, anunciando un mensaje nuevo sin leer. Cuando el chico revisó el aparato, su rostro adoptó una expresión entre sorprendida e interesada.

—Parece que de verdad no pasaremos las navidades solos —murmuró, ladeando la cabeza, mientras Frank se asomaba para ver el chat que se mostraba en la pantalla.

—Es lo que te estaba contando, mi hermano estará con nosotros —agregó, reiterando su discurso.

—No solo él —aclaró Sam.

—¿Cómo? —Frank le miró confundido.

—Ryan acaba de escribirme, dice que viene para acá —Sam no acababa de creerse lo que estaba leyendo. Por lo general Ryan parecía más interesado en estar de viaje durante la época de frío, que sacrificarse por la causa y acompañar a su familia en esas fechas. Frank tenía la teoría de que su amigo era descendiente de las aves y por eso el más mínimo indicio de una nevada lo hacía emigrar al sur. Las únicas navidades que se abstuvo de sus obligadas vacaciones a la playa ocurrieron durante la infancia o en años en los que el clima era demasiado malo para tomar un avión.

Navidades con los MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora