—¿No era que no querías nada conmigo? – Pregunte ya que ayer no me quería ni cinco centímetros cerca de él.
—Eso aún sigue vigente. – Contestó serio. —No me interesa en lo absoluto tenerte cerca. – Afirmó. —Pero son demasiadas preguntas las de la guía.
—Que lindo. – Dije con voz enternecida y acaricie su mejilla. —Me estás diciendo que me necesitas. –Inmediatamente frunció el ceño.
—¡No claro que no! – Dijo casi en un grito. —¡Yo nunca dije eso!
—¡Bri, Bri! – Era Grayson quien venía corriendo hacia donde estábamos Ethan y yo. Llego y me tomó rápidamente de la muñeca para alejarnos un poco.
—Dame tu auto. – Dijo en tono de súplica.
—Oh si claro. – Dije sarcásticamente. —No te preocupes por mí, yo tengo un árbol de autos en el patio de mi casa junto al árbol de dinero. – Le sonreí y rodó los ojos.
—Solo será por hoy. – Paso con desespero su mano por su cabello. —Te lo regreso mañana.
—¿Pero por qué no traes el tuyo? – Le pregunté.
—¡En el taller! – Aún no lograba entender su desesperación.
—Pero…
—Basta de peros. – Me interrumpió. —Tengo una importante cena con Paula y no puedo pasar por ella en taxi.
—¿Importante cena? – Pregunté, mientras Grayson me seguía mirando suplicante. —Espera. – Le dije y volteé hacia donde aún seguía Ethan con cara de háblame y te rompo la boca de un golpe. —Ethan. – Grite para que volteara hacia mí. —¿En qué vienes?
—En mi auto. – Respondió sin entender.
—Tienes suerte. – Le dije riendo mientras sacaba las llaves de mi bolsa y se las entregue.
—Gracias. – Repitió cinco veces antes de besar mi mejilla y salir corriendo nuevamente.
—Grayson se llevó mi auto. – Le informe. —¿Me llevas? – Pregunté sonriente.
—No queda de otra. – Contestó de mala gana y comenzó a caminar. Cerré mi casillero y camine detrás de él hasta que lo alcance.
—Bri. – Me habló Paula que caminaba hacia nosotros, le di una dura sonrisa sin dejar de caminar como lo había hecho ella. —¿Has visto a Grayson? – Preguntó tímida.
—Estacionamiento. – Contesté.
Paula asintió y se fue.
—¿Así que no tienes amigas? – Preguntó Ethan mientras caminábamos por el estacionamiento hacia su auto.
—No las necesito. – Conteste segura.
—Grayson es el único que tiene acceso a ti ¿cierto?
—Si. – Conteste y reí. — ¿Y desde cuando te interesa saber de mí?
—Simple curiosidad, la forma en la que trataste a esa chica me confirma que eres la persona más engreída que conozco. – Solté una carcajada.
—Tu eres el más antipático y amargado que conozco. – Sonreí.
[...]
—¿Por qué no me dejaste platicar con tus primos? – Le pregunté cuando íbamos en el auto.
—No me interesa que se relacionen contigo. – Contestó fríamente. —Así que no te les acerques mucho. – Dijo mientras comenzaba a estacionarse.
Entramos a la casa y todo parecía tranquilo hasta que de pronto Chris bajó corriendo las escaleras, mientras traía a Lizzy en su espalda.
—Chris te he dicho que no corras en las escaleras y menos si traes a Lizzy. – Le dijo Ethan acercándose a él para tomar a la pequeña en sus brazos.
—¡Mira Ethan! – Dijo Lizzy con suma emoción mientras le mostraba un papel con una princesa en uno de los lados. — ¡Mira! – Repitió la niña. — ¿Puedo ir? ¿Me dejas ir? ¡Por favor! –Decía con una voz que si se estuviera dirigiéndose a mí, hubiera sido imposible decirle no.
—A ver ¿Qué es? – La bajo y tomo el papel para leerlo. Me mataba la curiosidad que causaba tanta emoción en la pequeña. Me acerque y por encima del hombro de Ethan leí el papel rosa que tenía en sus manos. Era una invitación a una fiesta de cumpleaños.
—¡Hay que lindo! – Dije con emoción. —¿Qué lindo vestido usaras? – Le pregunté sin siquiera esperar la respuesta de Ethan.
—Hey Hey Hey. – Dijo tranquilizándonos a ambas, ya que Lizzy saltaba de la emoción. —Aún no he dicho que si. – Contestó serio, lo que no entendía era ¿Por qué él autorizaba o denegaba la salida de la pequeña? ¿Y sus padres?
—Por favor Eth. – Dijo la pequeña.
—Oh vamos Dolan déjala. – Agregue y Chris solo se limitaba a reír. —Ayúdanos Chris. – Le dije riendo.
—¿Me darás pastel? – Preguntó el pequeño a su hermana.
—Si. – Contestó sonriente.
—Déjala ir Ethan. – Se unió.
Después de nuestros insistentes ‘Déjala ir’ y miradas de cachorros abandonados Ethan accedió a que la pequeña fuera a su primera fiesta sola.
—¿Y qué te pondrás? – Pregunté emocionada.
—Tiene ocho años Bri, no es superficial como tú. – Se sentó en uno de los sillones de la sala.
—No importa que tenga ocho años, es una niña y a todas les gusta verse lindas. – Le contesté y regrese mi mirada a la pequeña.
—Yo no tengo vestidos lindos como los tuyos. – Dijo mientras tocaba una pulsera que traía en mi muñeca, voltee indignada con Ethan.
—¿No tienes vestidos? – Pregunté para asegurarme de haber escuchado bien, y la pequeña asintió con la cabeza.
—Si tienes Lizzy. – Le contestó Ethan. —Hace poco vi tu maleta.
—No me quedan más. – Dijo elevando los hombros.
—¿No tiene vestidos? – Susurre matando con la mirada a Ethan. —Trae tus zapatos. – Le dije con una sonrisa a la pequeña
—¿Para qué? – Preguntó sin entender.
—Iremos de compras. – Le dije y una enorme sonrisa apareció en su exquisito rostro
—Hey hey hey. – Se puso de pie Ethan.
—Solo chicas. – Lo señalé. —Y no me importa que no quieras. – Lizzy subió corriendo las escaleras. —Es una niña Ethan y no tiene vestidos. – Le reclame.
—Si los tiene. – Contestó. —Solo que no sabía que le gustaban tanto.
—¿Si sabias que tienes una PRI MA? – Separe en sílabas. —¿Si notas el cambio en la última sílaba? PRI MA. – Volví a repetir. —No primo es PRI MA.