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Estaba volviendo a suceder.

Al principio fueron unas pocas ojeadas curiosas, pero poco a poco se convirtieron en largas miradas que comenzaban a fastidiarlo.

Changbin ya estaba acostumbrado a eso, no se enfadaría. Después de todo, la pequeña infante que no quitaba su mirada de él era sólo eso; una niña pequeña. Los niños aún no tenían idea de las etiquetas sociales, y si de alguna manera sabían de su existencia seguramente no le tomaban la más mínima importancia. Sin embargo, este pensamiento no evitó la creciente incomodidad que sentía el híbrido.

Sí, Seo Changbin era un híbrido; mitad demonio, mitad humano. Pero no lucía como tal; de hecho, todo el mundo pensaba que era un demonio en su totalidad. En esa parte del pueblo no era raro ver otras criaturas o híbridos a parte de los humanos, pero aún así, Changbin seguía siendo objeto de burlas y criticas por parte de la mayoría de la comunidad.

Sabía demasiado bien que lo que recibía no era por ser diferente a los humanos. No, era porque su "otra mitad" no cumplía con los estándares de belleza y era considerada grotesca para la mayoría de personas.

Era un hecho que a nadie le gustaban los demonios y que no eran lindos de mirar.

Los otros híbridos, específicamente las hadas y los ángeles, no recibían tanto desprecio como los demonios. ¿Por qué? Porque eran dotados con muy buena apariencia física. Era muy raro ver un hada o ángel que no cumpliera con los estándares de belleza. Las personas prácticamente los alababan por su en extremo buena apariencia externa.

Me corrijo, no recibían desprecio en absoluto.

El pueblo donde Changbin tenía la "suerte" de vivir, era en excesivo superficial; y no se molestaba en ocultar aquello.

El chico dirigió su vista hacia fuera de la ventana del bus en el que estaba y, sutilmente, subió el cubrebocas negro que siempre cubría la mitad de su rostro hasta su nariz. Mientras lo hacía, se dio cuenta de la apariencia de sus manos e hizo una mueca de desagrado interna a pesar de estar acostumbrado a verlas cada día de su vida.

Algunas partes de ellas estaban sombreadas con un suave tono rosa claro, la piel cercana al área alrededor de sus nudillos parecía más gruesa, por ello su tacto era algo áspero. Sus uñas eran más parecidas a garras y se curvaban hacia dentro, por lo que algunas veces le era difícil escribir. Para Changbin sus manos eran espantosas.

La niña seguía mirándolo, y la mujer sentada a su lado (tal vez su madre) no hacía nada para evitarlo. Tal vez no se había dado cuenta, o tal vez sí. No era extraño para los demás el hecho de odiar a los demonios por su apariencia, así que probablemente estaba disfrutando que su hija estaba haciendo más que obvio que él no era normal.

Las otras personas estaban en su propio mundo sin ponerle la más mínima atención a él; ¿por qué la niña no hacía lo mismo?

El agarre de Changbin en su mochila se tensó hasta el punto de que estuvo seguro de que sus uñas perforarían el material. Casi desea no haber tomado el bus público hasta la escuela, pero se dio cuenta de que prefería esto a soportar las burlas de sus compañeros en el bus escolar cada día.

Changbin trató de no voltear su mirada hacia la niña, no quería que se asustara y huyera corriendo o algo como eso; pero era algo difícil. Ella estaba sonriéndole y agitando su pequeña mano para llamar su atención y, en algún punto, logró su cometido.

Le dio una rápida mirada. Tenía razón, estaba sonriendo hacia su dirección. Parecía una niña agradable, y el hecho de que le estuviera sonriendo la hizo mejor que todas esas personas que se burlaban de él a sus espaldas, o incluso frente a él.

hide | changlix (esp.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora