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Changbin no vio punto alguno en ir a la escuela el día siguiente, así que se abstuvo de hacerlo. Su madre no estaba en desacuerdo con su decisión; esa no era la primera vez que algo así sucedía y no iba a obligar a su primogénito a enfrentar a personas con las que había tenido que lidiar su vida entera si podía evitarlo.

Pasó la mayor parte del tiempo en su habitación, tratando de no prestar atención al doloroso tirón en su pecho e intentando no arrepentirse de haber bloqueado el número de su vecino. No fue tan difícil de hacer como pensó que sería. Solo tuvo que desconectarse de sus sentimientos y emociones, y estaba todo listo. Lo hizo sentir como un extraño en su propio cuerpo, pero eso lo ayudó a lidiar con su situación mucho mejor.

Como el híbrido no bajaba mucho de su habitación, en realidad no sabía qué estaba sucediendo en la sala de estar. Esperaba que su madre no dejara que Felix lo viese; eso era lo último que quería. No querría que nadie lo encontrase en un estado tan vulnerable y... lastimado.

Cuando, sin aviso, llegó el medio día a iluminar su estancia, en lo único que Seo podía pensar era en cuando se sentaba en la parte trasera de la escuela junto Felix a su lado, el rubio hablando de algo que generalmente no tenía mucho sentido. El pecoso hablaba sobre demasiados temas al azar, por lo que a veces era difícil mantenerse al día con él. A Changbin le gustaban esos pequeños encuentros más de lo que estaba dispuesto a admitir, pero ahora estaba claro que no volvería a experimentarlos nunca más.

Es para mejor, pensó el azabache. Felix estaba mucho mejor sin él en su camino de todos modos.

_________

Cuando el anochecer se hizo ver a través de sus ventanas, Changbin cerró sus cortinas, como era usual cada vez que se acercaba la noche. No le gustaba que su habitación se enfriase porque, una vez sucedía aquello, era difícil restaurar su calidez original.

Su pieza también estaba oscureciendo, pero el hibrido no hizo siquiera el esfuerzo de levantarse para encender las luces.

Unos momentos después, su madre se asomó para preguntarle si quería cenar, a lo que él respondió que lo haría más tarde. Su madre asintió, antes de cerrar la puerta una vez más. Ella siempre lo escuchaba y siempre dejaba que hiciese cosas como aquellas porque confiaba en él. Pero, a veces, Changbin se preguntaba si su disposición a escucharlo se debía al temor de que la lastimara si no se le permitía hacer lo que quería. Después de todo, él era un monstruo, como Jisung había dicho.

Escuchar sus pensamientos no lograría nada beneficioso a largo plazo (cada uno de ellos iba de mal en peor), por lo que el azabache decidió bloquearlos como fue capaz por el momento y, en cambio, escuchar los latidos de su corazón.

Era estable y predecible, y muy lento, lo cual era habitual para los híbridos demoníacos como él. La única vez que su corazón parecía latir con rapidez era cuando estaba enfurecido o, bueno, enamorado.

Recordó que su corazón se aceleró peligrosamente cuando se enojó con Jisung y Hyunjin el día anterior, y que latía al mismo ritmo cuando Felix tomaba su mano o le regalaba alguna sonrisa.

¿Que significaba eso? ¿Estaba enamorado de Lee Felix? Sacudió la cabeza. No, no lo estaba. Él y el australiano no se conocían siquiera desde hacía un mes, y era imposible que le gustase a alguien como Felix. Su vecino no estaba interesado en Changbin, de todos modos.

El sonido de un golpe amortiguado lo distrajo de sus pensamientos, haciendo a su mirada desplazarse a la cortina que le impedía ver hacia la ventana del de cabellos acaramelados.

hide | changlix (esp.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora