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El sol brillaba aquel día, veintisiete de octubre, golpeando la espalda de Changbin e iluminando las hojas rojizas y parduscas que lo rodeaban. La brisa que soplaba sobre ellos era constante y perfecta. No era demasiado fuerte, y tampoco muy débil.


Seo guardó silencio mientras subía los escalones rocosos junto a su madre a su lado, odiando la forma en la que su gorra no hacía nada para ocultar el rayo de sol que le apuntaba diréctamente al rostro.


Sin embargo, no podía hacer nada al respecto, y muy pronto tratar de bloquear la luz del sol ya no era su prioridad.


En tanto se acercaba cada vez más a su destino, apretaba el ramo de orquídeas con mayor fuerza y, por un breve momento, se le cerró la garganta y le hizo difícil tragar. Sin embargo, el sentimiento pronto se reemplazó con entumecimiento.


Cuando colocó el ramo en la lápida que pertenecía a su padre, dio un paso atrás para permitir que su madre tuviera su momento privado con él, y se dedicó a mirar al cielo, maldiciendo la forma en que su pecho se contraía y su corazón parecía doler inmensamente. Sentía como si estuviera encerrado en un puño de hierro.


Habían pasado cinco años desde la muerte del padre de Changbin, pero esos recuerdos aún estaban frescos en la memoria del híbrido, como si todo hubiera tenido lugar ayer.


Las imágenes de su padre cayendo en la sala de estar, el sonido de su madre llamando a una ambulancia, la ansiedad que experimentó cuando los paramédicos pusieron a su padre que no respondía en la camilla y, por último, el shock que sintió cuando se dio cuenta de que su padre no iba a volver, repetido en la mente del chico una y otra vez como una presentación de diapositivas en mal estado, y no importa con cuánta fuerza Changbin tratase de detenerlo, esos recuerdos seguían brotando de donde habían estado encerrados durante tanto tiempo.


Seo se sintió como un mal hijo por tratar de bloquear los recuerdos de su padre después del primer año y medio de su muerte. Pero luego se dio cuenta de que las personas lidiaban con el dolor de diferentes maneras, y que tratar de distanciarse de cualquier cosa que tuviera que ver con su padre era su forma de tratar con todo. Lo había hecho para evitar largarse a llorar espontáneamente y tener dificultades para despertarse por la mañana, como le había pasado con frecuencia a su madre.


Changbin volvió a mirar la lápida y vio cuán triste y frustrada se encontraba ella. Esa dolorosa sensación de constricción regresó, y solo se intensificó al darse cuenta de que si terminaba muriendo, entonces su madre ya no tendría a nadie.


Esa posibilidad no le se sentó bien en absoluto, y eso solo lo hizo más decidido.


No podía morir. No quería morir.


_________


Changbin suspiró mientras se sentaba en su cama. Su teléfono había sido bombardeado con mensajes de texto, y no había podido responderlos hasta ahora debido a dónde fue.


Antes de contestar, miró a su puerta, preguntándose qué estaría haciendo su madre en este momento. Había estado extrañamente silenciosa cuando volvieron a casa del cementerio, dirigiéndose a su habitación poco después. Él no había dicho nada, principalmente porque no quería molestarla.

hide | changlix (esp.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora