Querido Paul.
Deleite escuchar mi nombre jugando con tu lengua mientra se escapa de tus labios.
Exquisito el sentir de tu mirada sobre mi.
Tus caricias de seda sobre mi piel clamante de la tuya.
Son tus ojos, profundamente marrones, aquellos que me hipnotizan y me dejan desecha.
Tu sonrisa traviesa, queriendo ser adorable cuando en realidad es tu forma de seducirme.
Tu voz de terciopelo acariciando cada te quiero, cada te amo, llega a mi oídos como la más preciosa eufonía.
Mis brazos rodeando tu cuerpo, como hechos a la perfecta medida, tu calor que me otorga paz.
Quedé prendada a ti con el mínimo ademán que delató todos los secretos que ocultas de los ojos necios.
Tus silenciosa forma de hablar, tu seguridad y mis locuras y ocurrecias, el razocinio que escapa de mi esta en ti.
Tus labios incitadores de mi falta de cordura, causas revuelo dentro de mi, se desafían la razón y la locura en una batalla campal. Besarte o no besarte.
Anhelo de fundir mis palabras con las tuyas en un vehemente beso que no tenga final.
Sentir tu piel contra la mía, conocer sin pudor cada parte de ti.
Besar tu ser, cada parte de él, sería sentir por un momento que vivo en el infinito.
Quebrantó toda esperanza la distancia que se impuso entre tus caricias y mis besos.
¿Como aprender a estar cada día de mi vida sin ti a mi lado?
¿Como explicarle eso a un joven corazón enamorado?
Porque se que te amo.
Amo tus formas.
Tu simpleza.
Tu dulzura.
Delicioso tu sabor, desastroso saberme lejos de tu boca y de tus brazos, de tu calor y tu amor.
Solamente tu.
Solo tu supiste cautivar este corazón de infante enamorada, enamorada de ti.
Mis labios siempre serán tuyos, mi amor también.
Tuya siempre.
Paola.
