Capítulo Ocho. |Final|

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Epílogo ½ parte 2.

Me acomodó delicadamente en la gran cama, después de un viaje largo me encontraba agotada, pero no se lo haría saber. La luna se reflejaba en el mar. Estábamos en una isla. Separados de todo y todos. Un gran ventanal se encontraba frente a nosotros, abierto dejándonos ver la vista a la playa.

Depositó un tierno beso en mis labios, solté una risita, me sentía bien, me sentía única, me sentía amada.

Lo miré.

Me miró.

Sus ojos reflejaban una pasión única e inigualable.

Él me deseaba.

Yo lo deseaba.

Sus manos vagaron por mi cuerpo, solté un gemido al sentir como rosaba con mi sexo. Una corriente me recorrió por completo.

Me acerqué a él y lo besé mientras jugaba con su cabello. Sus manos se dirigieron al cierre de mi pantalón, lo bajo rápidamente y lo desabotonó.

Seguíamos besándonos, absortos en nuestro mundo.

No me di cuenta cuando me encontraba desnuda debajo de él, y el desnudo arriba de mí.

Sonreí.

Sonrió.

–        Te amo, Justin.

–        Te amo, _____.

–        ¿Te digo algo? –Pregunté mientras soltaba un suspiro.

–        ¿Dime?

–        Nunca creí que terminaríamos así...

–        ¿Así cómo?

–        Casados, entregándonos, siendo uno mismo... amándonos.

–        Creo que ya estaba escrito.

–        Tú siendo mi papá y yo siendo tú hija, esto no se ve todos los días.

–        Pero es especial ¿O no?

–        Súper especial.

Nos besamos nuevamente, sentí cómo ponía la punta de su polla en mi agujero rosa. Solté un gemido. Engullo la punta. Con sus manos agarró mis pezones y los apretó. Grité. Metió por completo su gran miembro dándome envestidas fuertes. Nuestras respiraciones eran agitadas, me daba duro, era lo mejor que había sentido. Me besó mientras seguía con lo suyo.

Me agarró de las caderas y me volteo.

–        Móntame.

–        Sí.

Me empecé a mover de arriba abajo, sus manos seguían en mi cadera ayudándome a montarlo rápidamente.

Sentía cómo mis paredes se contraían.

Ya casi llegaba.

Faltaba poco.

Seguí con lo mío hasta que ambos llegamos al climax.

No nos detuvimos y seguimos por varios minutos más.



*Un año después*



Caminaba de aquí allá, de allá a acá, estaba nerviosa. Mir espiración era irregular.

¿Cómo le diría a Justin esto? ¿Cómo? ¿Lo tomará bien? ¿Mal?

No lo sabía.

En lo absoluto.

Escuché cómo la puerta se cerraba, había llegado del trabajo. Solté un suspiro. Era ahora o nunca.

Caminé a paso decidido, bajé las escaleras y lo vi, con su traje mirándome fijamente, me sonrío.

–        Justin tenemos que hablar –Dije. Su sonrisa desapareció, ahora se veía preocupado.

–        ¿Qué pasó?

–        Mira... no sé cómo decirte... esto.

–        ¿Decirme qué?

–        Justin...

–        Nena, me estás asustando...

–        Es que –Callé–. Yo...

–        ¿Tú?

–        Justin Drew Bieber Mallette ¡VAS A SER PAPÁ!

Grité y subí corriendo rápidamente las escaleras, me metí al cuarto e iba a cerrar la puerta pero algo lo impidió, era una mano, caminé hacía la cama preocupada.

–        ¿Por qué corres?

–        Yo... te juro que... bueno es que la última vez no tomé... ya sabes... quizá estés enojado o algo pero... juro que no era mi intención... yo...

–        ¿Eh? ¿De qué hablas?

–        ¿No estás enojado por no tomarme las pastillas y salir con una criaturita?

–        ¿Enojado? –Dijo mientras reía–. ¡NO! Amor estoy feliz ¡Seré papá! ¡Seremos papás!

Dijo mientras me cargaba y daba vueltas en el aire. Sonreí mientras me daba un beso.

¿Quién lo creería, de un día de locura por tener una ronda de sexo con mi papá terminaría así? Con una criatura dentro de mí, un anillo en mi dedo y haciendo el amor noche y día con él. Exacto. Nadie. Absolutamente nadie.




El llanto del bebé se escuchaba en toda la casa, y una vez más en medio de la madrugada me paraba para ir a darle de comer a Panfilo, no... es broma... a Connor. Sus ojitos se abrieron al verme y su llanto paró por un momento, lo cargué y lo acosté en mi pecho.

Le di leche mientras me sentaba en el gran sillón de la recamará.

Normalmente me enojaría pero esto es diferente, en vez de molestarme me alegro, sonrío débilmente por el cansancio. A los minutos llega Justin.

Hace que me pare y se sienta en el sillón, lo miro detenidamente y da tres golpes en sus piernas, sonrío y me siento arriba de él acostándome en su pecho. Me besa la sien y se mese.

–        Te amo, a ti y a mi hijo –Susurra.

–        Y nosotros Te amamos mi amor.

–        Tú y yo...

–        Juntos por siempre...

–        Más allá...

–        De la muerte –Dijimos ambos al unisonó mientras nos mecíamos con el niño en brazos.



THE END.

Sex With My DadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora