AZUL III

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Ni siquiera sé como he seguido a Soujiro sin más pero cuando me doy cuenta estoy frente a una puerta viendo como Ginjo me sonríe mientras se apoya en el borde de la misma. Dios, en esa postura y con la camiseta que lleva se le marcan todos los musculos de su cuerpo.

-Vaya, no esperaba verte tan pronto por aquí.

-Te lo encargo Ginjo,- Dice Soujiro antes de alejarse guiñandome un ojo.- Grimmjow le ha dado una buena paliza.

-Vaya, ¿y puedes mantenerte en pie? Tienes que ser un luchador de primera.

-No se me da mal.-Digo intentando olvidar lo sucedido al final de nuestra lucha.

-Pasa a ese cuarto, desnudate y tumbate bocabajo en la camilla.-Yo miro con cara de horror a Ginjo y este suelta una gran carcajada antes de pasarme una toalla blanca y tibia.- Ponge esto al final de la espalda y avisame cuando estés listo.

Hago lo que me dice y me quito la ropa con bastante cuidado. Realmente ese desgraciado me ha dejado hecho un asco. Tengo que entrenar más hasta poder dejarlo como un trapo tirado en el suelo. Salgo del cubiculo donde me he cambiado con la toalla anudada a la cintura y veo a Ginjo en la habitacion ya. Vaya, no me lo esperaba aquí.

-¿Ya? Te has tomado tu tiempo.-Dice sonriendo.-Uau, ya veo a qué se refería Soujiro.-Dice tocandome ligeramente un moratón en las costillas.- Tumbate. Voy a darte un masaje para estirar los musculos agarrotados y te daré un tratamiento especial para curar los golpes más rapidamente.

-¿Puedes hacer todo eso?

-Claro. ¿Con quien te crees que estas hablando?-No sé porqué pero su sonrisa y esa forma de mirarme me tranquiliza un poco. Es agradable.-Además ya sabes que este lugar no es un sitio normal por lo tanto contamos con algo de ventaja sobre la medicina convencional.

Me tumbo y él me ayuda a desenrollar la toalla dejandola suelta sobre mi cuerpo, justo sobre mis nalgas. Lo hace todo de manera muy profesional y eso me permite relajarme mientras él comienza a pasar sus manos por mi espalda apretando y haciendo crujir algunos nudos que tengo en los musculos. No puedo evitar quejarme a veces, cuando el dolor es mas agudo pero en general, lo que me hace me va relajando.

-Por hoy dejaré las contracturas.

-¿Y eso?

-No es algo que podamos quitar en una sola sesión. Tendrás que pasarte por aquí mañana y te daré otro repaso.-No puedo evitar sonrojarme cuando escucho esa expresion lo que lo hace sonreir.-¿Que edad tienes?

-¿Que? Ah, quince.

-Vaya, eres muy joven aun pero tienes un cuerpo muy desarrollado. Pareces mayor.

-Llevo haciendo deporte desde muy pequeño.

-Puede ser eso.-Dice justo cuando siento algo mojado y frio en mi espalda que me hace dar un pequeño salto.- No te asustes, voy a empezar con los moratones.

-Ah, vale. Solo me sorprendió el frío.

-Suele pasar.

Sus manos van resbalando sobre mi piel mucho más suavemente que con el masaje anterior y poco a poco siento como comienzo a excitarme. Dios, esto no es posible. Acabo de ser violado por ese degenerado y ahora, ¿me pongo cachondo por un masaje?

-¿Te ocurre algo?

-¿Eh?¡No!¡Nada!

-Es que te has puesto tenso de repente.

-No es nada...

Intento ocultar mi rostro todo colorado. No sé ni lo que pensaría de mi si supiera que me he puesto cachondo solo por un masaje. Pensaría que soy un pervertido o algo peor. Cuando siento como sus manos comienzan a bajar por la cintura no puedo evitar dar un salto y tirar de la toalla mirandolo con algo de miedo. Él me mira sorprendido y sonríe algo extrañado.

Caprichos del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora