Capítulo 11

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POV Sarada

No cabia en el asombro en el que me encontraba, mi sensei acababa de darme un poder extremadamente fuerte y necesario, esto no podía ser cierto. Sin embargo, aún puedo notar que sigue con vida, claro que su pulso es demasiado bajo; pero eso no cambia el hecho de que va a morir, por más que me duela es la verdad.

Mientras en mí resurgia un gran poder, en Naruto-Sensei la vida se extinguia, con esto yo podria acabar de una vez con esos malditos bastardos de la aldea de la hoja y hacerlos pagar poco a poco hasta que se suman en una autentica miseria.

Mientras pensaba en eso, mi maestro se encontraba acostado sobre el suelo frio y sucio, admito que de la huída no podia haber encontrado un sitio mejor para escondernos y ahora me lamentaba por ello.

Aun recordaba esos momentos en los que eramos felices y comiamos ramen sin preocupaciones, cuando queri ser Hokague y el me apoyaba, cuando entrenabamos sin descanso y luego ibamos a casa. Cuando el era admirado por todos...

Me miraba con esos dos cristales azules que tenia por ojos, su mirada siempre fue calida y alegre, me molestaba que cada día se extinguia más a causa del rechazo y desprecio por los demás habitantes de las aldeas o pueblos a los que nos dirigiamos. Odio tanto a todos ellos que me dan ganas de matarlos en estos instantes, pero hasta yo se que eso es demasiado estupido.

Su respiración era debil y me miraba con cierta suspicasia, como queriendo adivinar mis pensamientos, estoy segura de que sabe lo que estoy pensando y creo que aún asi esta de acuerdo, ya es hora de que me deje tomar mis propias opiniones y acciones y su muerte sera recordada por todas las aldeas ninja, yo misma me encargare de hacerlo saber a los demás.

- Sarada...- Escuche su voz tan baja como un ligero susurro y sin pensarlo dos veces me acerque a él.

- Que sucede Naruto-Sensei?.- Correspondi en un susurro igual de inaudible.

- Eres como la hija que nunca tuve Sarada... y me duele dejarte sola.- Con su mano derecha toco ligeramente mi cabello.

Era como una caricia de un padre a su primogénita, yo lo sentia así y se que así era.

- Siempre lo considere como un padre para mí Naruto-Sensei y esto que siento al perderlo en estos momentos es verdaderamente doloroso.- No pude evitar que lagrimas traicioneras desendieran por mi rostro.

El casi al instante seco mis lagrimas con sus dos pulgares, sabia que esto era un despedida definitiva y el esperaba que no llorars por su partida; pero simplemente era inevitable no hacerlo.

- Esto es algo que ya no tiene solución Sarada.- Hizo una breve pausa, sabia que desde este momento su respiración se estaba volviendo entrecortada.

- Lo se... lo extrañare maestro... hay tantas cosas que me hubieran gustado hacer y que usted hubiese estado presente en ello, pero ya no hay nada que se pueda hacer.

- Yo tambien lo tengo en cuenta pequeña.- Revolvio nuevamente mi cabello, como cuando entrenabamos juntos.- Y es por eso que te quiero pedir una ultima cosa.

- Cualquier cosa Sensei, lo que usted quiera!!.- Cumpliria con su petición sin importanr que.

- Matame...

- ¿Qué?!.- Definitivamente yo no me esperaba eso, cualquier cosa excepto eso, yo nunca podria; pero inmediatamente el volvio a interrumpir mis pensamientos.

- Lo que escuchaste Sarada... matame, hazlo ahora, sabes que ya no hay mada que puedas hacer y esto te ayudara a ser más fuerte.- Se le hacia mucho más dificil respiras cada minuto. De su boca se derramaba sangre y sus ojos iban perdiendo cada vez más su luz.

- ¿Pero por que me pide eso?, yo nunca podria hacerlo y aparte, ¿Cómo podria ayudarme a ser más fuerte? ¡El solo hecho de escucharlo me aterroriza Sensei!.- Acababa de perder la compostura.

- Así obtendras el Mangekyou Sharingan...

Casi al instante caí en un ligero estado de shock, habia leido sobre eso, el famoso poder maldito que solo podia llegar a obtenerse si se llegaba a matar a un ser querido.

- No me pida eso Naruto-Sensei, yo no podria matarlo...- Susurre.

- Hazlo Sarada, esto cada minuto termina conmigo y solo quiero que si me voy, por lo menos tengas lo necesario con lo que defenderte.- Tomo mis manos y los dirigio a su pecho. Pero aún no queria hacerlo.

- No me haga esto, por favor.

- Hazlo Sarada. Ahora que aún hay tiempo.- Me abrazo y de inmediato senti ese cariño fraternal que lo caracterizaba.

- Sarada quiero recuerdes esto, no me importaran las desiciones que hayas tomado o tomaras en un futuro incierto. Yo siempre te amaré Sarada. - Susurro mirandome a la cara y dandome un ligero beso, primero en cada una de las mejillas, luego en la nariz y finalmente culmino con mi frente.

En eso mismo instante yo le correspondí el abrazo y fui desenfundando mi katana poco a poco, el seguia con los ojos cerrados, pero siempre manteniendo una sonrisa y cuando iba a atravesar su espalda con mi katana dijo esas ultimas palabras que nunca olvidare.

- Sabes... volveria a pasar todo este infierno y rechazo una y otra vez, ya que al final valio la pena.- Al fin abrio sus ojos y me mostro una calida y alegre sonrisa.- Y valio la pena, porque tu estas conmigo y nunca me abandonaste.

No pude evitar llorar en ese instante y besando su frente por ultima vez, apuñale su espalda con mi katana acabando con su martirio de una maldita vez

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No pude evitar llorar en ese instante y besando su frente por ultima vez, apuñale su espalda con mi katana acabando con su martirio de una maldita vez. El tosio sangre en ese mismo momento y dijo sus ultimas palabras.

- Eres una buena niña Sarada, no cabe duda de que llegaras muy lejos. Estoy tan orgulloso de ti.- Apoyo su cabeza en mi hombro y susurro con tanto cariño.- Siempre te amare.

Despues de eso ya no se escucho nada y a los cinco minutos comenze a gritar de dolor y frustración, la miseria que me consumia era insoportable, el dolor era inquebrantable. Pero algo si era emseguro, yo vengaria su muerte costara lo que costara.

- La aldea de la hoja se hundira en las llamas de mi odio.

- La aldea de la hoja se hundira en las llamas de mi odio

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