¿Y SI SIMPLEMENTE FUERA CIERTO?

UNA PERSONA ODIOSA

Llegué media hora más tarde a mi lugar de trabajo, soy médica forense, estoy encargada de inspeccionar a los cuerpos y dar un diagnóstico una vez que sean registrados, en este lugar e visto muchos casos en la que la mayoría de los cadáveres llegan al punto de una muerte extremadamente escalofriante. El lunes pasado mataron a un joven, tenía la boca tapada, una mirada perdida y los ojos estaban totalmente rojos, observé con detenimiento los brazos de aquel chico, por las marcas en la muñeca pude darme cuenta de que lo ataron a una silla o algo, le doblaron cada dedo que tenía y le arrancaron las uñas, rompieron sus rodillas y le cortaron el cuello, el joven tenía dieciocho años de edad, muy bonito, tiene antecedentes por tráfico de drogas, supongo que no debió hacer lo que se le mandó o quiso estafar a los narcotraficantes, mala decisión, pese a eso suelo tener pesadillas, no es fácil, ni divertido ver cadáveres todos los días, pero si elegí esta profesión es porque me gusta.
- Llegas tarde - me dice Fátima, mi jefa, es odiosa.
- Discúlpeme, tuve un contratiempo, recuperaré el tiempo perdido, se lo aseguro, yo...
- No es necesario, usted sólo atrasa el trabajo de los demás, no sé porqué el jefe superior no la despide aún.
- Usted no tiene el derecho de hablarme así, si aún sigo aquí es porque mi trabajo es destacado de entre tantos que trabajan aquí y lo sabe. - Respondo alterada.
- Cuide sus palabras Eleonor y vaya a trabajar, no pierda más el tiempo. - Lo dijo mientras me daba la espalda, ni siquiera es capaz de decirmelo de frente.
Un día de estos me sacará de quisio y me conocerá, se pasa los días tras mis pasos, es como mi sombra, busca la manera de que haga algo malo para que me despidan, lleva veinte años trabajando en este lugar y aún no consigue que el jefe se fije en ella, siempre coquetea con él, pero es rechazada todas las veces que lo hace, a él le atraen las mujeres más jóvenes, por eso no la corresponde, desde que yo entré a trabajar aquí, Miguel, mi jefe, hace todo lo posible para que yo me fije en él, han pasado cinco años y aún no consigue nada conmigo, eso es lo que le molesta a la Señora Fátima, pero yo no tengo la culpa, eso es inevitable, desde entonces ella me detesta.
Fui directo a mi oficina a guardar los datos que obtengo de los cadáveres que mínimo hay como diez muertes al día, mientras cumplía con mi trabajo pensaba en lo que me dijo aquella mujer, sé que sucede algo pero aún no comprendo, cómo es posible que yo sea poderosa, que pondré en riesgo a todos los que me rodean y que perderé a la persona más importante para mi, tuve pesadillas en la que perdía a mi hija y es algo muy doloroso con sólo imaginarlo, mi esposo antes de morir me dejó una carta escrita, en la que me decía cosas que no comprendía del todo, yo estaba muy mal por lo que había sucedido que sólo me aferré al dolor, leí una y otra vez la carta, pasé meses haciéndolo, no logré comprenderlo del todo, transcribí esa nota a mi Word antes de que el papel se deteriore, pensé en volver a leerlo así que ingresé mi contraseña a la computadora y me puse a leerlo...

CARTA
Querida Eleonor, siento mucho lo sucedido, mi forma de actuar contigo desde un principio no tiene justificativos muy coherentes, pero sé que algo pasará, algo muy grave se aproxima, por eso tuve que marcharme, te contaré todo por este medio, ya no pienso ocultarte nada, espero que lo comprendas y que tomes en cuenta lo que te diré al final. Yo no soy un humano que digamos, aunque lo parezco, no soy igual que los demás, pertenezco a una generación mucho más avanzada que el de los humanos, fui elegido para cumplir una misión, procrear, cada cinco años mi grupo sale de los alcantarillados para procrear y luego de obtener a los que ellos llaman "descendientes" matan a las mujeres que alguna vez se entregaron a ellos, si es un varón son bienvenidos al clan, lastimosamente no podré decirte lo mismo por las del sexo femenino, están tramando algo, quieren esclavizar a la especie humana, uno de mis errores fue no haberte matado a ti, ni a nuestra querida hija, y el más grande de todos.