CAPITULO VII

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─Tal vez, no debimos dejarlos en aquel maldito lugar ─le dijo Helen a Hazel. La niña observaba una por una ventana hacia las afueras de la provincia con la mirada perdida. Era de noche y la mayoría había perdido toda esperanza de que los demás llegaran. Sin embargo, Hazel estaba completamente segura de que su hermana regresaría. 

Los Park no tenían intensiones de despegarse de sus padres adoptivos, por lo cual, la niña prefirió alejarse y dejarles un poco de privacidad. Pero Helen no dejaba de preguntar por Merina. Elizabetha había vuelto a convertirse en una anciana y observaba a su antigua nuera con algo de rencor. 

─Tal vez, hubiéramos podido ahorrarnos esta clase de cosas desde un principio.

─¡Tienes razón! ─expresó Halen poniéndose de pie─, si hubieses tenido la decencia de hablarnos claro desde un principio, ni mi hermana ni yo nos hubiésemos acercado jamas a tu hijo.

─¡Cierto! Y Merina y yo no hubiésemos venido al mundo ─expresó Hazel sin apartar la vista de la ventana. Todos y cada uno de los presentes voltearon hacia la pequeña quien se negaba a apartarse de ahí. Hyun se le acercó un poco, mientras la tomaba de los hombros.

─Creo que deberías descansar, pequeña ─. Le dijo.

─El que ninguno de ustedes confié en mi hermana, no quiere decir que yo lo haré también. Pueden irse si lo desean, yo esperaré ─respondió fríamente. Era más que consciente de que se estaba comportando erróneamente, pero le daba lo mismo. Recién había descubierto que poseía una hermana y tenia un fuerte deseo porque ella estuviera bien.

En ese instante, el grupo de prodigios entró en la habitación, acompañados por Evelin y Kenay. Nicolás observó a todos los presentes, mientras Hazel no le prestaba atención y continuaba atenta a la ventana. 

─Dejen que sus padres descansen junto con los nuestros, nos haremos cargo de la vigilancia ─le pidió a Tadeo, quien aceptó. Sin embargo, Elizabetha no estaba conforme con ello. No quería dejar la seguridad de sus nietas al cuidado de aquellos chicos, pero era consciente que no tenia muchas opciones y el tiempo no le ayudaba en lo absoluto. Era demasiado tarde y minuto a minuto, las esperanzas de que la mayor de sus nietas continuara con vida, se iban disminuyendo considerablemente. No había ninguna clase de sentimiento por parte de la mujer para su nieta, la verdad, lo único que le preocupaba era que Merina no se uniera a Dagha, pues sabía que eso significaría, el final para ellos.  

Así pues, solo quedaron en aquella habitación; los Park, los prodigios, Kenay, Evelin y Hazel, quien verdaderamente no le prestaba atención a ninguno de ellos. Tadeo se acercó un poco a la niña.

─Ni se te ocurra utilizar tu dije ─le dijo, sin voltear a verlo─, o me veré en la penosa necesidad de destruirlo. 

El antiguo grupo, que hasta hace poco era demasiado unido se estaba desmoronando poco a poco. 

─¿Cómo están sus padres? ─preguntó la pequeña sin prestarles atención.

─Mejor, ahora que están aquí ─respondió Favela─, creo que no te agradecimos por traerlos de vuelta. 

─No tienen que hacerlo ─respondió la niña─, no fui yo quien los saco de ahí, fue Merina quien se arriesgo para sacarnos con vida a todos ─. De inmediato la tensión se hizo presente─. Supongo que para ustedes, eso no tiene importancia ─agregó mientras se alejaba de la ventana y volteaba hacia ellos─. En verdad quisiera saber, ¿qué demonios paso con ustedes como para que cambiaran tanto con ella?, ¿es acaso que ahora le temen? ─les dijo viéndolos a la cara. Kenay cruzó los brazos y permaneció al margen─. No van a decirme ahora, que todo lo que hemos vivido juntos, hasta ahora, no sea suficiente como para que la traten de alguna otra manera. 

Descendientes || The Last (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora