Merina bajo la guardia y observó a Tadeo, incrédula. Había sospechado sobre la relación que este, tenía con su fallecida reina, pero nunca imagino que aquel lazo, tuviera tal magnitud. Ambos jóvenes se observaban fijamente sin percatarse de que el resto de sus compañeros habían llegado a su lado. Estos trataron de continuar con su batalla para disputar las presas, pero Merina lo impidió. No fue capaz de despegar la mirada del rostro de su hermano. Chasqueo los dedos e hizo que las presas quedaran a los pies del chico.
─ ¡Me rindo! ─dijo mientras daba la vuelta sin dar más explicaciones.
─ Esta no es una victoria digna ─replicó Tadeo algo dolido. Merina se detuvo y giro un poco hacia él.
─ Sin embargo, no deja de ser una victoria ─le contesto.
Era evidente que ninguno de los chicos comprendía lo que había ocurrido con ese par, pero estaban empezando a acostumbrarse a esta clase de situaciones así es que, ninguno le presto más atención de la debida y partieron de regreso al refugio. Al llegar fueron recibidos por sus padres quienes los esperaban en la entrada. Helen se encontraba junto a Elizabetha, aparentemente conversando lo cual, le pareció sumamente raro a Merina, pues desde que recuerda, ese par nunca pudo llevarse bien.
Les entregaron las presas que habían conseguido y de inmediato pusieron manos a la obra para comenzar a preparar la comida para los pobladores.
Merina, sin embargo, se sentía algo mareada y no sabía si era debido al entrenamiento con Arriethe, o a lo sucedido con Tadeo. De modo que decidió apartarse de la multitud que cumplía con una función diferente y se refugió en uno de los rincones de la cocina, aliviada de que, al parecer, sus habilidades no eran requeridas. Tadeo se acercó y tomó asiento a su lado.
─ Debí decirlo antes, ¿cierto? ─dijo apenado. Merina permanecía seria.
─ No es como si no hubiese sospechado algo antes ─respondió con la vista al frente.
─ No estas molesta, ¿o sí? ─cuestiono el chico con algo de culpa. Merina giro hacia él y le sonrió.
─ ¿Por qué tendría que estarlo? Tú sabes quién es mi madre y me has aceptado, ¿esperas que no acepte al hijo de mi reina? ─ambos jóvenes se sonrieron de forma cómplice y después de unos breves instantes se unieron a los demás, en las labores de cocina.
Eran cerca de las doce del día, cuando la pequeña Sula se abrió camino entre la gente con Mithra corriendo tras de ella en su forma pequeña. Se acercaron a Merina jalando de su ropa para llamar su atención. La joven giro consternada y vio tanto a la niña como al cachorro con curiosidad. No paso mucho cuando se dio cuenta de lo que sucedía. Levantó la mirada hacia el cielo y comprendió que era tarde.
«Dorothy»
Dijo entre dientes. Giro hacia sus compañeros y con solo una mirada les indico que debían seguirla.
Sula marcaba el camino junto con Mithra. Nadie les prestaba atención, pues el resto de los habitantes estaban más concentrados en llevarse un bocado a la boca.
Ninguno dijo nada. Era evidente que se dirigían a la habitación de Dorothy y todos esperaban recibir buenas noticias referentes a ella. Al llegar a la habitación se encontraron con Patrick, quien estaba junto a la chica, observando como esta, dormía plácidamente. Daniel se acercó a su hermano y le coloco la mano sobre el hombro. El chico estaba tan concentrado en Dorothy, que no se percató de la llegada de sus demás compañeros. Levanto la mirada y de inmediato se puso de pie. Merina se le acercó y le sonrió.
─ La has cuidado muy bien, hermano ─. Le dijo con una sonrisa cálida, la cual fue correspondida por el chico. Giraron hacia su amiga y se percataron de lo hermosa que era. Aun en convalecencia, su hermoso cabello platinado caía libremente sobre su espalda y un pequeño mechón enmarcaba su pequeño rostro. Sus labios estaban retomando ese hermoso color rojizo que tanto los caracterizaba y sus mejillas poco a poco, estaban recuperando su color. Parecía una pequeña niña indefensa, que dormía plácidamente esperando que el mañana llegara. Favela se acercó y se sentó sobre la cama, junto a la chica.
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Descendientes || The Last (Libro 2)
Science FictionMerina y Hazel, al fin saben cual es su estatus. Saben que son las armas que el clero necesita para ganar de una vez por todas la guerra contra los rebeldes. Sin embargo, ninguna de ellas piensa colaborar en eso. Ambas hermanas están ahora obligada...