El sol estaba cayendo y Merina estaba comenzando a ponerse nerviosa. Trato de regresar a su habitación, pero ahí se encontraban Sula y Thara, jugando con Mithra, por lo que prefirió dejarlas tranquilas. Salió de ahí y comenzó a vagar, tratando de calmar sus nervios. De pronto se encontró con Anthony recargado sobre una inestable pared, mientras jugaba con un cuchillo, lanzándolo una y otra vez al aire. Parecía un juego peligroso, pero al chico, parecía divertirle. Merina trataba de no prestarle atención, pero el chico parecía empeñarse en ello.
─ Deja de preocuparte ─le dijo sin voltear a verla─ estarán aquí en un rato, ¿Por qué no vas a descansar? ─Merina no contestó. Cruzó los brazos y observó al chico quien sintió el peso de aquella mirada. Tomó el cuchillo en el aire y giró hacia ella. En menos de un parpadeo, su rostro estaba frente al de la chica, al grado de que podía ser capaz de sentir su respiración─. Mi hermana nunca falla ─dijo con voz baja. La chica permaneció tranquila y no se inmutó ni un poco.
─ Siempre hay una primera vez ─exclamó mientras se alejaba del chico.
─ Eres rara ─le dijo cuándo esta le dio la espalda─, pero me agradas. Ahora entiendo porque mi hermana te tiene tanta confianza. Deberías de confiar un poco más en ella.
─ Mi equipo esta con ella, me preocupa que no regresen.
─ Están con ella, esa es garantía suficiente para asegurar que estarán a salvo.
No paso mucho cuando el pequeño grupo de excursionistas se hizo presente. Se veían exhaustos y sedientos, a excepción de Hazel y Arriethe quienes se acercaron a ellos con calma. Merina abrazó a su pequeña hermana y después de dispuso a acercarse al resto del equipo. Kenay ayudó a Favela para evitar que cayera al suelo. Mientras que Tadeo quitaba la mochila que llevaba consigo, de su espalda.
─ ¿Cómo les fue? ─les cuestionó.
─ Llegamos, eso ya es ganancia ─. Respondió Favela, de forma acida─ este lugar no es el paraíso que imaginamos.
Merina la observó, algo asustada. Se acercó a ella y la vio directamente a la cara.
─ ¿Qué tratas de decir? ─le cuestionó. Sin embargo, su hermana estaba demasiado exhausta y no tenía suficientes fuerzas como para continuar con aquella conversación. Se sentó con un poco de dificultad en el suelo, junto a Tadeo.
─ El pueblo tiene hambre ─dijo Hazel acercándose a la escena Es solo cuestión de tiempo para que todos los suministros se terminen... si no es que ya ha ocurrido. Merina, no podemos quedarnos aquí, seremos solo una carga para estas personas.
Merina giró hacía Arriethe y sin decir una sola palabra, ambas pudieron comprenderse y saber lo que tenían que hacer.
─ Kenay ─dijo tratando de sonar tranquila─, ¿te importaría dejarme hablar un poco con mis hermanos? ─el joven comprendió que su presencia no era necesaria. Giró hacia el par de guardias que acompañaban a Arriethe y le dedicó a la joven Nikkei una pronunciada reverencia.
─ Solo tómalo con calma, ¿de acuerdo? ─le dijo mientras le tocaba discretamente el hombro, antes de abandonar el lugar.
Ni Hazel, ni Favela y mucho menos Tadeo, comprendían lo que aquellos chicos estaban tramando. Sin embargo, ellos estaban cien por ciento seguros de su segundo movimiento.
─ ¿Has elegido ya? ─le cuestionó Anthony a Merina. La chica sonrió y dijo a sus hermanos:
─ ¡Síganme!
Avanzaron hasta que llegaron a la habitación de Dorothy, la cual estaba repleta de gente, pues el resto del equipo se encontraba ahí, junto a la chica. Reían y jugaban, tratando de animar a su amiga. Tristemente, aquella diversión de la que tanto estaban disfrutando, se apagó con su llegada. Todo quedó en silencio. Sabían que, por la expresión de Merina, nada bueno podría estar ocurriendo. De inmediato adoptaron la postura defensiva. Como todos unos soldados a la espera de recibir las órdenes para emprender su siguiente misión. Patrick, quien se encontraba junto a Dorothy, al ver aquella escena, sostuvo con fuerza la mano del chico, temiendo que tuviera que alejarse de nueva cuenta de su lado.
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Descendientes || The Last (Libro 2)
Science FictionMerina y Hazel, al fin saben cual es su estatus. Saben que son las armas que el clero necesita para ganar de una vez por todas la guerra contra los rebeldes. Sin embargo, ninguna de ellas piensa colaborar en eso. Ambas hermanas están ahora obligada...