CAPITULO XI

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Merina se había arrodillado entre un árbol y el lago, tenía las manos puestas sobre la cabeza mientras lloraba. Nicolás se le acercó y la cubrió con sus brazos, mientras Tadeo estaba de pie junto a ella. Ninguno de los prodigios y dotados comprendía que era lo que pasaba. Aún así, no la dejaron sola. La chica no dejaba de repetirse, una y otra vez "fue mi culpa, fue mi culpa". Dorothy se acercó a ella y se inclinó hasta quedar frente a esta.
─Escúchame bien ─le dijo viéndola fijamente a la cara─, no me importa que es lo que hayas hecho en un pasado, lo único que me importa es nuestro presente en el cual, tú eres la única que puede salvarnos. No importa cuántos errores cometiste antes, Merina, sino lo que hagas para que todo esto termine de una buena vez.
Merina se puso de pie y limpió sus lágrimas, trató de responder su compostura, y comprendió lo que tenía que hacer. Sabía perfectamente bien, que la mente de Helen había sufrido mucho daño debido a la vacuna N, Por lo cual, era muy probable y lógico que ella no recordará lo que había ocurrido antes en la provincia. Le dolía pensar que su adorada tía Halley no la recordará, pero lo que más le intrigaba era el hecho de que en algún punto de la historia, su madre de verdad la amada hasta el punto de ofrendar su vida sin ninguna clase de temor. Pareciera mentira pero, Rosette, alguna vez se comportó como una verdadera madre lo hubiera hecho y Merina, era feliz junto a aquella familia que no recordaba. Había muchas cosas que necesitaba saber, muchas preguntas que tenía que realizar, pero no había ni una sola persona a quien preguntar.
La memoria de Helen no ayudaba demasiado y Rosette estaba junto a Dagha en Evenigh.
La imagen de la muerte de su padre, se metió muy muy dentro de su subconsciente y cada vez que cerraba los ojos será capaz de volver a verlo. Eso le puso los pelos de punta pero no quiso demostrar lo delante de su equipo.
─Tengo que hablar con mi abuela ─dijo mientras daba la vuelta y regresaba al castillo. Sus amigos pudieron darse cuenta de que algo malo ocurría con ella, pero no fueron capaces de preguntarle nada. Consideraron que era más prudente dejarla sola por un momento.
La joven avanzaba por los pasillos del castillo hasta llegar al encuentro con su abuela, quien la vio algo confundida puesto que era más que evidente que aquella chica había estado llorando.
─¿Ocurre algo querida? ─le preguntó.
─Este castillo, ¿Es el mismo que atacaron hace once años? ─cuestionó la chica. La mujer no supo como reaccionar.
─Bueno...
─¿¡Lo es o no!? ─replicó la chica molesta.
─La estructura es la misma, salvo por las reparaciones que se tuvieron que hacer luego del desastre ─respondió la mujer algo dolida. Merina observó todo a su alrededor, buscando alguna otra clase de recuerdo que pudiera indicarle, cómo llegar hasta que el portal que había visto en sus antiguos recuerdos. El resto de los prodigios y dotados entraron justo detrás de ella, viendo a los presentes del lugar, algo consternados pues, ninguno comprendía que era lo que la chica estaba planeando.
─Tadeo, Nicolás, Nancy, vengan conmigo, los necesitaré ─. Les dijo a sus compañeros quienes intercambiaron miradas entre ellos. Merina los condujo por unos largos y estrechos pasillos hasta que llegaron a un sótano muy muy abandonado, donde estaba una enorme puerta de madera algo vieja y desgastada.
La chica la abrió para encontrarse con una gran nube de polvo que le dio de lleno en la cara, tanto a ella como a sus compañeros. Después de alejar el polvo con la mano, se adentraron dentro del lugar en busca de quién sabe qué cosa. Merina, comenzó a inspeccionar el lugar en busca de aquel portal que había visto en sus recuerdos. Se acercó a una vieja y desgastada mesa y vio una serie de fotografías que le pareció haber visto antes. Tomó una de ellas y de inmediato se dió cuenta de que se trataba de Nueva Inglaterra, era la misma fotografía que Victoria tenía en su taller años atrás. Había decenas de fotografías con distintos lugares que, Merina no reconoció. Sin embargo, sonrío con malicia para sí misma. Giró hacia sus compañeros y los vió con un aire alegre.
─Nancy, sube arriba y encárgate de decirles a todos que tendremos una junta urgente, tengo noticias para todos ─. Le dijo a la mujer quien de inmediato abandonó la habitación para cumplir con su orden. Merina se quedó sola, junto con Tadeo y Nicolás quiénes la observaban pero no se atrevían a decirle nada. La chica tomó las fotografías de Nueva Inglaterra y escribió una pequeña nota en la parte trasera, después le arrojó a la chimenea que permanecía apagada. Apenas entró a la nota en la chimenea, ésta se prendió de inmediato con un fuego verde que alumbró toda la habitación.
Tanto Tadeo como Nicolás no se sorprendieron ante dicho acto, puesto que en todo este tiempo, habían experimentado cientos de cosas.
Pasaron unos cuantos segundos en los que ninguno de ellos hablo cuando de la nada una nota apareció y cayó en la mano de Merina. La chica sonrió y les mostró la nota. Detrás de la fotografía se podía leer lo que Merina había escrito;

Descendientes || The Last (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora