Capítulo 6

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POV Klaus

Caminé desesperado entre toda la gente buscándola, teniendo la pequeña esperanza de que aún no se la hubieran llevado. Maldita fuera, no debía importarme tanto, era un negocio y con esa entrega iba a poder vivir tranquilo por fin. No entendía entonces por qué sentía esa dolorosa opresión en mi pecho al recordar sus ojos llorosos, su voz rota al hablar de su madre. No entendía por qué de repente no podía soportar la idea de que el señor Costa se la llevara e hiciera lo que quisiera con ella.

Seguí serpenteando entre la gente sin importarme las quejas, respirando con dificultad. Había escrito a Elijah pidiéndole ayuda, pero aún no tenía respuesta.

Miré la hora y bufé pasando una mano por mi pelo. De repente hacía demasiado calor y el ambiente se había hecho insoportablemente pesado.

—¿Klaus?—me giré al escuchar una conocida voz y cerré mis ojos tratando de calmarme.

—Ahora no puedo, Rebeckah, estoy...

—Buscando a Caroline, lo sé—sonrió y la miré frunciendo el ceño en confusión—Por eso vine, se está peleando con una tipa por su abrigo.

—¿Qué?—sin perder un segundo caminé a la sala que se estaba usando como guardarropa y sentí un gran alivio al ver a Caroline, quien estaba arañando y casi descuartizando a otra tipa. Estaba allí. Estaba bien. Me acerqué y sostuve a Caroline de la cintura tratando de apartarla delicadamente de la otra mujer, pero me vi obligado a abrazarla fuertemente y dar varios pasos atrás al ver que no iba a ceder.

—¡DÉJAME, ESTA IDIOTA NO SABE CON QUIÉN SE METE!—se revolvía furiosa asesinando a la tipa con la mirada y lanzando mil maldiciones. Hasta Satanás se habría asustado.

—Caroline, cálmate, tendrás tu abrigo—dije tratando de calmarla. Al escucharme dejó de forcejear y poco a poco sentí su respiración calmarse. Rebeckah le quitó el abrigo a la otra tipa, la echó sutilmente de allí y se lo dio a Caroline, quien la miró agradecida tomándolo.

Nos despedimos y tiré de ella hacia la puerta principal

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Nos despedimos y tiré de ella hacia la puerta principal. Su mirada era confusa, creía que íbamos a salir por detrás, pero el alcohol hizo que se limitara a seguirme y no bombardearme con preguntas.

Subimos a mi coche y conduje a mi apartamento en silencio. Ella me miraba de vez en cuando, pero estaba más entretenida mirando por la ventana. Había puesto el móvil en silencio, pero sabía que Costa y sus hombres debían estar furiosos ahora mismo y poniendo precio a mi cabeza. No me importaba.

La miré de reojo y tragué saliva ante la sensación que se alojaba en mi pecho. Nunca antes lo había sentido, y me asustaba lo bien que se sentía.

En un momento algo hizo click en mi mente y un nuevo temor comenzó a nacer en mí. ¿Cómo sabía Rebeckah de la existencia de Caroline y que la estaba buscando si nunca las había presentado?

Contrato con satanás. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora