Ella creció entre algodón y oro, en una familia perfecta y teniendo todos sus caprichos con un chasquido de dedos. No conocía el significado de la palabra «esfuerzo».
Él creció en una familia disfuncional y pasando hambre a fin de mes, teniendo que...
Dejé un rastro de besos húmedos en su cuello sin piedad, aprovechando para palpar todo su cuerpo con mis manos a la vez que ella revolvía mi cabello entre jadeos entrecortados.
Mordisqueé y gruñí sintiéndola estremecerse en mis brazos, una sensación demasiado deliciosa y adictiva. Más de lo que esperaba.
Sin darme cuenta habíamos llegado al escritorio, y de un solo golpe Caroline había tirado todo lo que había encima para poder sentarse al borde. La miré agitado y me puse entre sus piernas, acariciando sus muslos y quitando ansioso su blusa.
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Ella tomó mis mejillas y me besó desesperada, mordiendo mis labios fuerte, sacando gemidos y gruñidos de mí. Apreté sus nalgas y la besé igual, jugando con su lengua, tratando de comérmela entera.
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—Klaus—mi nombre susurrado en sus labios hicieron que de un segundo a otro mis pantalones amenazaran con explotar. Jalé su labio y manoseé sus piernas subiendo su falda. Ella jadeó y me besó desesperada arrancando mi camisa, acariciando mi pecho y tratando de pegarse más a mí.
Me aparté levemente para observarla entera, juro que casi me corrí allí mismo al verla. Su pelo alborotado enmarcando sus mejillas sonrojadas, sus pupilas dilatadas, su respiración entrecortada y sus labios hinchados por mis besos. Su blusa había salido volando a algún lado de la oficina, y su falda estaba lo suficientemente subida para notar su humedad. Dulce Jesús, esto sobrepasaba mis límites.
Me incliné sobre ella pegando nuestros cuerpos y rocé sus labios mientras pulsaba un botón.
—Que nadie entre bajo ningún concepto, estaré ocupado por bastante rato—solté el botón y me lancé a besarla apasionadamente.
Joder, necesitaba sentirla, estar dentro de ella y quitarme este escozor que tenía desde que la hacía conocido.
—Klaus...—murmuró ronca sin dejar de morder mis labios—Te necesito.
Sonreí de medio lado viéndola y quité sus braguitas, palpé su sexo y jadeé al notar su gran humedad. Ella cerró sus ojos y pasó sus uñas por mi pecho.
