Ethan dejó los batidos en nuestra mesa y le correspondió a Lia estrechándola en sus brazos. Por un momento, sentí como aquella muestra de afecto me consumía el corazón. Sin embargo, tratándose de mi mejor amiga intenté sonreír lo mejor que pude cuando ambos se giraron para prestarnos atención a Dani y a mí. Ethan se sentó junto a Lia, y no le apartó la mirada de encima en ningún momento.
-Chicas este es Ethan, el chico que conocí hace unos días.
-Lo sé, nos enseñaste una foto dónde, por cierto, salías muy muy bien- dijo Danielle sonriendo.
El chico se quedó atónito desviando la mirada de mi amiga hacia la de Danielle. Abrió la boca para decir algo pero luego la cerró, se había quedado sin palabras. Volvió su mirada a Lia como pidiéndole en silencio que le ayudara en ese momento tan tenso. Mi amiga pareció captarlo.
-Venga Dani, déjalo.
-¿Qué? No estoy haciendo nada malo, solo digo verdades - señaló Dani levantando repetidamente las cejas.
Las mejillas de Lia se volvieron de un ligero color rojo, se notaba que lo estaba pasando mal. Sin embargo, a Ethan parecía que le gustaba lo que estaba escuchando, se sentía realmente cómodo con las palabras de mi amiga. Solo cuando Lia reaccionó girando su cabeza hacia un lado, el chico se incorporó fingiendo que tosía.
-Bueno señoritas... - empezó a decir antes de ser interrumpido.
-¡Ethan! No te pago para que pierdas el tiempo hablando con las chicas.
Todos nos giramos hacia dónde provenía esa voz. De pie, junto a la barra, se encontraba un chico bastante alto, moreno con gafas de sol y sudadera. Enarqué ambas cejas pensando en lo raro que era llevar ese tipo de prenda con el calor que hacía. Sin embargo, no tenía ni idea de porque me sonaba tanto haber visto ese panorama en otra parte. Pero tenía que admitir que era bastante guapo. Ethan se volvió a girar hacia nosotras entrecerrando los ojos a causa de los rayos del sol.
-Lo siento chicas, el deber me llama - dijo inclinándose hacia Lia.
Cuidadosamente la besó en la mejilla, y le susurró algo, lo cual hizo que mi amiga se sonrojara. Antes de irse le guiñó un ojo, luego metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón vaquero corto, se adentró al interior de lo que parecía una pequeña caseta. Cuando lo perdimos de vista, Dani y yo nos giramos a la vez hacia nuestra amiga. Sonreía igual que una niña a la que le habían dado unos caramelos.
-Bueno... ¿os habéis pedido unos batidos? - dijo mirando con demasiado interés nuestras bebidas.
-¡No cambies de tema! Lia, ¡te ha besado! - gritó Danielle moviendo exageradamente los brazos.
-¡En la mejilla!
Observé impaciente como mis amigas se gritaban mientras llamaban la atención de casi todo el chiringuito. Yo bebía de mi batido con toda naturalidad. Y estuve a punto de meterme en su "conversación" cuando Dani dijo algo que me llamó la atención.
-Bueno, está bien... por cierto, ese chico que estaba junto a la barra, ¿no se te hacía familiar, Amanda?
Me quedé pensando en lo que había dicho mi amiga durante un rato. Era cierto, ese chico lo había visto en otra parte, justamente cuando las dos nos fuimos al supermercado a comprar lo que nos hacía falta. Entonces, ¿dónde se encontraba el otro? Con un sutil movimiento de cabeza miré a mi alrededor para ver si lo encontraba. No era que me gustase o algo por el estilo, sino que me había llamado la atención desde el primer momento en que le vi. Simple curiosidad. Volví la cabeza bruscamente cuando Danielle me golpeó el hombro. Levantó ambas cejas mirándome con una pizca de odio floreciéndole en los ojos. Iba a decir algo cuando Ethan volvió, interrumpiéndome. Este chico tenía la manía de aparecer en el momento menos idóneo.
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En mil pedazos
Teen FictionUn corazón roto en mil pedazos... Su corazón. Amanda White, con sus veinte años, intenta por todos los medios volver a hacer sanar su corazón. Sin embargo, todo se le volverá difícil. La sensación de ahogo es tan grande que incluso la propia Aman...