Capítulo 11

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-¿A dónde ha ido? - le pregunté a Allen mientras me acercaba a donde él estaba.

Se encogió de hombros sin despegar la vista de detrás de mí. Me volví a girar para ver si Trevor venía hacía nosotros, pero nada. No sabía que coño miraba Allen todo el rato, así que le cogí por los hombros y le zarandeé. Él me miró sin inmutarse.

-¿Puedes reaccionar y no quedarte parado como un pasmarote?

Me llevé las manos a la cabeza conteniendo un grito ante la actitud de Allen. No entendía porque me comportaba así pero temía de que algo le hubiese ocurrido a Trevor como para haber salido huyendo. No sabía donde estaba, es más, nadie lo sabía. Miami era muy grande... solo esperaba que estuviese bien...

-Amanda, tranquilízate, ¿quieres? Trevor se acaba de ir, no creo que esté muy lejos. Venga, dividámonos y busquémoslo - dijo Lia, arrojando un poco de cordura en este momento.

Asentí con la cabeza mientras todos se dispersaban, aunque Allen tardó unos segundos, se volvió y se adentró por las calles de Miami Beach. Por mi parte, me quedé en los alrededores de la playa, Lia tenía razón, no habría podido ir muy lejos. Caminé de vuelta al chiringuito, mirando por todas partes por si lo encontraba sentado en la arena. La sensación que me abrumó cuando no le vi... era parecida a como si me estuvieran ahogando. Solo lo conocía de un mes, pero ya había tenido estas sensaciones antes, la más fuerte (aparte de esta) fue esta mañana, cuando los dos hermanos quisieron hacer la carrera. Pensé que se ahogaría, no quería decir en voz alta lo que me estaba pasando con él, porque suponía que era algo parecido a lo que le pasaba a Allen con Danielle. Y desde lo que me pasó con Ian, no quería saber nada de chicos. Tal vez lo mejor sería que me olvidara del tema, que intentara no pensar demasiado en Trevor y a lo mejor esas sensaciones y esos sentimientos desaparecerían con el tiempo. Ojalá fuese así.

Me paré en cuanto llegué al chiringuito. Me llevé las manos a la frente para tapar el sol que me pegaba en los ojos y miré a lo lejos por si lo veía. Nada. No había ni rastro de él. ¿Dónde estaría? Cuando lo encontrara me tendría que explicar porque se había ido así como así. Me dispuse a inspeccionar la otra parte de la playa cuando unos sollozos se escucharon en la parte trasera del chiringuito, la que daba a la terraza. Me dirigí hacía allí y suspiré de alivio cuando me encontré a Trevor sentado, mirando al mar mientras... lloraba. Me acerqué  a él y silenciosamente, me senté a su lado. Le miré de reojo, observando como se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.

-¿Estás bien? - le pregunté sintiendome una estúpida al formular esa pregunta.

Él sonrió débilmente pero asintió con la cabeza. Deseé cogerle la mano para transmitirle que yo estaba a su lado, no lo hice. Dirigí mi mirada al mar, y por un instante, me perdí en él. Había tantas cosas que quería decirle, preguntarle... no sabía porque lloraba. Nunca, en lo que llevaba aquí, le había visto así, tan vulnerable. Se me partía el corazón verlo tan abatido, triste y cabizbajo. Le volví a mirar y descubrí que él también lo estaba haciendo, me estaba mirando.

-Siento haber salido corriendo así, no quería preocuparos.

-No pasa nada, lo importante es que estés bien - dije, sonriendo.

Trevor me devolvió la sonrisa pero volvió a dirigir su mirada al mar. No quise preguntarle el motivo de su huida, quería que me lo contara él. Sin embargo, viendo que no iba por el camino de expresarse, cogí el móvil del bolsillo trasero del pantalón, que me puse esta mañana después de la carrera, y le envié un mensaje a Lia diciéndole había encontrado a Trevor, que estábamos en el chiringuito pero que no vinieran. Guardé el móvil y esperé a que Trevor estuviera mejor para reunirnos con nuestros amigos. Quería darle su espacio, si todos hubieran decidido venir aquí, él se habría agobiado y después hubiera sido más difícil intentar que nos dijera porque había salido corriendo. Así que permanecimos callados unos minutos más. Las olas chocaban con otras provocando que las gotas salpicasen hacia la orilla, donde estábamos nosotros. Todo estaba silencioso, tan solo se oía el ruido que hacía el mar y algunas perosnas que pasaban cerca del chiringuito. Hasta que Trevor habló:

En mil pedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora