Capítulo 10

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Durante estas dos últimas semanas habían estado ocurriendo demasiadas cosas. Desde aquel día, en el que Trevor y yo robamos un pez del estanque, todo se había vuelto... raro. Sobre todo entre él y yo. Me daba la sensación de que estábamos avanzando en nuestra relación de amistad, más de lo que yo hubiera podido llegar a creer. Me gustaba hablar con él, aunque no lo hiciesemos todos los días, él intentaba comprenderme en todo los aspectos y yo también lo intentaba. Habíamos charlado sobre todo de nuestras vidas, aunque no le dije nada sobre los dos temas importantes que ahora estaban ocurriendo en mi vida, aún era demasiado pronto para decirle nada al respecto. Pero, dejando el tema de Trevor a un lado, me sorprendía mucho más la relación que mís amigas mantenían con sus respectivas "parejas". En cuanto a Danielle y Allen, su relación cada vez se estaba estrechando más, hasta un punto en el cual lo compartían todo. Siempre, todos los días, salían a dar una vuelta ellos solos antes de empezar el turno de tarde-noche en el chiringuito. Y dios sabía que es lo que hacían en la intimidad, aunque tampoco era de mi incumbencia. Pero, en cuanto a Lia y Ethan, era todo más distinto. Estaba claro que existía una conexión entre ambos difícil de ignorar, y más cuando estaban apartados en un sitio recóndito del chiringuito, hablando y riendose, como si nadie más existiese, salvo ellos. Estaban enamorados (o enamorandose), y se notaba. En Danielle y Allen solo veía atracción sexual entre ambos pero en Ethan y Lia... había mucho más. Seguían dándome envidia, porque lo único que conseguía yo era una simple amistad con el hermano de mi jefe. Y, en parte, intentaba ignorar cuando ocurría algo... rómantico entre las parejas, porque a mi mente venían imágenes de Ian.

Que ese era otro tema que ha estado rondando por mi cabeza durante estas dos semanas. Por las noches, normalmente, me quedaba con Lia o con Danielle, nunca con las dos juntas, porque a lo mejor una salía y la otro no o viceversa. Y siempre, los pensamientos volaban en mi contra. Llegaba hasta tal punto de no dormir, y cuando amanecía tenía unas ojeras dificiles de disimular con el maquillaje. Tenía miedo de que mi ex novio estuviera en la misma ciudad que yo, no quería volver a recordar todos los malos momentos que pasé junto a él, porque eso me llevaba a pensar en mis padres, en lo mal que me porté con ellos, los abandoné, me fui y, durante tres largos años no quise saber nada de ellos, más o menos, tal vez algunas veces sí intenté razonar con los dos e intenté hablar pero, nunca lo conseguí y ese fue mi fracaso como hija. Al principio me obligué a ignorarlos cuando me llamaban y me sentí mal cuando esas llamadas cada vez fueron reduciendose hasta tal punto de no volver a escuchar el sonido del móvil. Eso me dolió muchísimo, y creo que nunca llegué a superarlo. Pero, lo peor de todo, era que aun seguía esperando alguna llamada por parte de mis padres, aunque hubiera sido mi culpa.

Esos problemas eran los que me causaban cierto dolor de cabeza. Pero, cuando no estaba pensando en esas cosas, ni en mis amigos, un día me vino a la cabeza Mia, la amiga de Trevor y Allen. Trevor me contó que su hermano ya había hablado con ella y lo habían arreglado todo. Habían necesitado una semana para poder aclarar el malentendido en Florida, lugar donde estaba la chica con sus amigos, y fue por eso por el cual no pudo contactar mucho con Allen. Él lo entendió y no dijo nada más al respecto. Pero, cuando yo creía que, por fin, iba a contarle a Mia sus sentimientos, me sorprendió verle colgar el teléfono y hacer como si nunca hubiese estado enamorado de ella.

"Mi hermano no estará listo nunca. Lo que le ocurre es que todas las chicas que le han gustado, han terminado desapareciendo de su vida y Mia es una amiga muy especial para nosotros y él no quiere que se vaya."

Me dijo Trevor después. No quise meterme más en ese problema porque, al fin y al cabo, no era asunto mío. Y yo, sinceramente, ya tenía suficiente con mi vida.

(...)

Hoy era día de cobro. Ya había pasado un mes desde que llegamos a Miami Beach y empezamos a trabajar para Allen, y la verdad es que durante ese tiempo me lo pasé muy bien en el chiringuito con las chicas y los chicos. Habíamos pasado nuestra primera fiesta de camareras, nos habíamos ocupado del local mientras los tres habían estado en la playa, me había emborrachado después de mucho tiempo... en fin, este primer mes había sido una locura, porque a parte de todas las cosas que hicimos en el chiriguito, los seis saliamos mucho por las noches a cenar o a dar una vuelta y eso me gustaba, ya que pasábamos tiempo juntos y nos estábamos empezando a conocer.

Entré al chiringuito y dejé mis cosas en la barra. El local estaba cerrado, aunque todavía era pronto, por lo que seguramente abririamos después de que Allen nos entregara el dinero. Me acerqué a la mesa donde estaban los dos hermanos y me senté al frente de ellos.

-Buenos días - dije, alegremente.

Ambos me saludaron con la mano, sin despegar la vista de sus móviles. Rodé los ojos y eché un vistazo al chiringuito. Desde hacía unos días habíamos querido darle una nueva imagen al local. Repintamos todas las paredes el fin de semana pasado y con lo que ganamos en las fiestas que hicimos y con las propinas, compramos muebles nuevos. Porque, realmente, el chicringuito se estaba quedando obsoleto, y con las nuevas decoraciones se veía muchísimo mejor. Le habíamos dado un toque marino, pintando dos paredes de azul claro y dos de azul oscuro. Allen dibujó sutilmente peces, algas, arrecifes... todo lo relacionado con el mar. Decidimos hacer el chiringuito más grande e instalamos una terraza fuera, separada por dos puertas grandes de cristal que estaban abiertas todo el día, con vistas directas al mar. Todo eso costó hacerlo el sábado y el dormingo pero valió la pena, había quedado genial. Y lo que más me gustaba era que Coco tenía su propia pecera grande y espaciosa, junto a la pared, donde podía nadar con sus amigos del estanque. Y sí, habíamos cogido todos los peces que habían quedado en el parque, y ahora mismo el estanque no tenía ningún pez. Me morí de ganas por haberle visto la cara a la señora al ir al parque y descubrir que no había nada allí nadando. Y, así todos hicimos un acto de generosidad con aquellos peces.
Me levanté de la silla y me acerqué a la pecera, cogí el bote con la comida de los peces y esparcí un poco en el acuario. Todos los peces nadaron hasta los pequeños trozos de placton y se los comieron. Y, al instante, no quedó absolutamente nada.

-¿No les habéis dado comida? - les recriminé a los dos.

Ambos negaron con la cabeza e irritada volví a mi sitio. No se podía confiar en estos chicos. Al cabo de unos minutos, Danielle, Lia y Ethan aparecieron por la puerta, sonriendo. Caminaron hasta nosotros y se sentaron en la mesa.

-Bueno, venga dadnos la pasta - dijo, directamente Dani.

-Que directa eres, ¿no? - dijo Allen - ¿Pues sabes qué? Ahora no te la doy.

Danielle rodó los ojos y le enseñó el dedo del medio, luego se cruzó de brazos y se apoyó en el respaldo de la silla. Ahora estaban los dos así pero luego se volvían mucho más cariñosos y no se despegaban el resto del día.

-Bueno, tened - nos dijo Trevor dandonos un sobre - al final, os hemos dado ciento cincuenta euros de más, por todo lo que recaudamos este mes e, incluso después de hacer la reforma nos sobraba dinero así que, decidimos daros un poco más.

Cogí el sobre de las manos de Lia y lo abrí. Había quinientos euros exactamente, mucho más de lo que pensábamos cobrar. Encantada, les agradecí a los chicos y me guardé el dinero en el bolsillo.

-De nada - dijo Allen sonriendo - ahora queremos deciros algo más. Hoy no vamos a abrir el chiringuito. En lugar de eso, habíamos pensado en pasar todo el día juntos.

-¿Haciendo qué? - preguntó Lia animada.
Los chicos se miraron y sonrieron.

-Ahora lo veréis. Pero primero, id a vuestra casa a cambiaros. Y preferiblemente que sea bikini.

(...)

Llegamos a la playa de South Beach, quince minutos después de la hora acordada. Eran las diez y media de la mañana y hacía un sol... Divisamos a los chicos debajo de una sombrilla y nos acercamos a ellos. Pero, cuando los tuve enfrente... se me hizo muy difícil apartar la vista de sus cuerpos. Y aunque ya los vimos en bañador no me acostumbraba.

-Hola chicas - dijo Allen saludándonos con la mano.

-Hola... ¿podemos ir a nadar? Tengo mucho calor - dijo Dani sacudiendo su pelo hacia atrás.

-Mmm... puedes ir pero te perderás la sorpresa.

-¿Qué sorpresa? - pregunté.

Los chicos se giraron y Trevor señaló tres motos acuáticas aparcadas a la orilla.

-Esa sorpresa. Teniamos pensado montar un circuito y hacer carreras con las motos, tal como lo hicimos con el surf.

-Pero nosotras no sabemos montar en esas motos - dijo Lia.

-No hace falta. Podemos hacer tres parejas, y nosotros somos los que conducimos. Aun se me quedó una espina clavada al no salir yo ganador.

-Oh pobrecito, una chica te ganó... pero me gusta la idea.

A todos nos pareció bien hacer eso, me gustaría montar en una de esas cosas. Seguimos aclarando los detalles de esa carrera y decidimos que las parejas serían; Dani y Allen, Ethan y Lia, Trevor y yo. Como premio acordamos que la pareja que ganara eligiria a otra pareja para que se encargara del chiringuito durante una semana.

-Entonces, supongamos que Trevor y yo ganamos, y elegimos a Danielle y Allen. Ellos dos se pasarían una semana trabajando en el local mientras que todos los demás nos quedamos en casa o hacemos lo que queramos, ¿es así?

Los chicos asintieron, y a todas nos pareció bien. Y, por último, acordamos que lo haríamos a cinco rondas. Y quien acumulara más puntos, ganaría.

-Bien, y ahora que todo está pensado, vamos a ello - dijo Allen.

Las chicas y yo nos quitamos la ropa, quedándonos en bikini, luego todos nos fuimos a las motos. No había mucha gente en la playa a esas horas de la mañana así que a los chicos les fue mucho más fácil montar el circuito para que a nadie le molestara. Los tres se montaron primero y arrancaron las motos acuáticas. Luego, cada una se subió con su pareja y avanzamos hasta el principio del circuito.

-Las cinco rondas competiremos las tres parejas a la vez, así nadie juega sin desventaja y hay más posibilidades de que alguien se caiga al agua - dijo Ethan.

-Ah, ¿qué podemos caernos? - preguntó Danielle aferrandose más a la espalda de Allen.

-Eso será algo inevitable, nena - comentó mi jefe divertido.

Danielle le pegó en la espalda, a lo que Allen rió más. Sonreí y, Ethan nos dejó que nos posicionaramos como quisieramos, así quedamos Trevor y yo al medio de nuestros amigos. Me cogí fuertemente a la espalda de Trevor y cerré los ojos hasta que Ethan empezara la cuenta atrás.

-¿Todos preparados? 3.. 2... 1... ¡ya!

Al instante, los tres chicos aceleraron a la vez y oí el primer grito de Danielle. Abrí los ojos pero cuando vi que nos aproximabamos a una curva bastante cerrada los volví a cerrar. Segundos después de pasarla los volví a abrir y descubrí que éramos los primeros. Se lo dije a Trevor y él sonrió. Sin embargo, me giré un poco para ver como iban los demás y, sin poder evitarlo, me resbalé por el agua salpicada en la moto. Me fui de cabeza al agua mientras oía a Allen decir:

-¡La primera al agua!

Saqué la cabeza del agua lo más rápido posible y empecé a toser. Abrí los ojos y vi que Trevor estaba parado mirandome con la mano tendida. Se la cogí y me empujó hacía arriba, conseguí subir a la moto y nada más cogerme a él otra vez, arrancó rápidamente. Vi que ibamos los últimos y me decepcioné. Terminamos la primera ronda, Allen y Danielle quedaron los primeros seguidos de Lia y Ethan, y luego nosotros.

-Dios, que vergüenza - le susurré a Trevor.

-¿Por qué?

-Me he caído en la primera ronda y por mi culpa hemos quedado los últimos, lo siento - dije apenada.

Trevor rio y sentí las vibraciones de su risa en mis manos, apoyadas en su espalda.

-No seas tonta. Eso le podría pasar a cualquiera.

Empezamos la segunda ronda, en la que Danielle a la primera curva se cayó y luego no podía subir a la moto, haciendo que ambos perdieran. Sin embargo, Trevor y yo tampoco fuimos los ganadores, y, por ende, éramos los últimos, ya que las dos otras parejas tenían un punto cada uno. Me desesperé, y deseé que en la tercera ronda mis dos amigas se cayeran para poder ganar Trevor y yo.

Ethan hizo la cuneta atrás pero esta vez, ninguna de nosotras se cayó, y en la última curva el imbécil de Allen nos alcanzó, haciendo que, en el último momento Dani y él ganaran. Los maldije a los dos, y suspiré fuerte. Necesitabamos ganar estas dos últimas rondas sino, perderíamos y nos tendríamos que quedar toda la semana en el chiringuito solos... dios, sonaba mucho peor cuando lo pensaba. En la cuarta ronda Lia se cayó al agua dos veces, y en la segunda Ethan y Trevor estaban a la misma altura por lo que, cuando mi amiga se cayó, lo hizo encima de mí y ambas terminamos en el agua. ¿Resultado? Allen y Danielle ganadores.

-Bueno... aunque consiguieseis ganarnos en la última ronda, nosotros somos los primeros así que...

-Vale, vale. Vosotros tenéis tres puntos, nosotros uno y Trevor y Amanda ninguno, pero ya que estamos, ¿por qué no hacemos la última ronda? Me muero de ganas de ver a Amanda en el agua - dijo Ethan mirandome.

-Serás idiota.

Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Y, esta vez Trevor y yo ganamos, haciendonos empatar con los dos tortolitos. Los chicos aparcaron las motos en la orilla y nos acercamos a la sombrilla. Pusimos las toallas en el suelo y nos sentamos encima.

-Venga va, ¿quién se encargará del chiringuito? - preguntó Trevor, de mala manera.

-Huy, hermanito, ¿qué? ¿Enfadado?

Trevor le enseñó el dedo del medio a Allen, y ambos se miraron mal.

-Realmente, ya teníamos pensado la elección incluso antes de competir - dijo Danielle.

-Que seguridad teníais en vosotros mismos para pensar en que ibais a ganar, ¿no?

-Claro. En fin, hemos elegido a mi hermano y a Amanda. Lo siento chicos, no os lo tomeis a mal, por favor - dijo Allen mirandonos.

Rodé los ojos y me crucé de brazos. Miré a Trevor y se encogió de hombros. Su elección significaba que me iba a quedar una semana entera trabajando con él en el chiringuito. A simple vista, no me gustaba porque mis amigas estarán todos los días libres saliendo por Miami, pero por otra parte, no me desagradaba del todo, podría seguir conociendo más a Trevor. En fin, nosotros habíamos perdido, y Danielle y Allen habían decidido.

Luego, de que nos diesen esa mala noticia, los chicos se metieron al agua, y Lia y yo decidimos ir con ellos mientras que Danielle se quedó vigilando nuestras cosas y tomando el sol.

-¿Hacemos una carrera? - preguntó Ethan.

-Yo no, ya he tenido suficiente con una - dije levantando las manos.

-Ni yo, soy muy mala nadando - dijo Lia.

Ethan miró a sus amigos, rogandoles con la mirada para que aceptasen. Trevor y Allen se miraron e instintivamente ambos asintieron con la cabeza, pero había algo en aquellas miradas que no me gustaba un pelo.

-Pero... primero quiero hacer una con mi hermano. Creo que tenemos algo pendiente, ¿eh, Trevor? - dijo Allen sonriendo.

Trevor no respondió. En lugar de eso, su hermano acordó llegar a la primera boya y volver. De repente, mi corazón empezó a latir rápidamente, porque sabía que en estos casos algo malo iba a suceder.

-Chicos, ¿estáis seguros? - les pregunté.

-No pasa nada, Amanda, mi hermano solo está picado porque de pequeños le gané a una carrera de menor distancia que la de ahora. Aunque, él sabe perfectamente que le volveré a ganar - dijo, muy seguro Trevor.

-Ni en tus sueños, hermanito. ¿Preparado?

Él asintió, y a la señal de tres ambos empezaron a nadar rápidamente a la boya. Me tapé los ojos con las manos, no necesitaba ver la estúpida carrera que esos dos imbéciles estaban teniendo, solo por un pique de niños. No sabía lo que me pasaba pero, notaba como mi cuerpo se ponía tenso ante este tipo de cosas. No quería que ninguno saliese herido y que mucho menos se ahogaran pero tenía una sensación extraña cuando pensaba en Trevor, cuando pensaba en si él se ahogara o... decidí mirar. Al principio no los divisé y eso me puso en alerta pero, luego, los vi a ambos volviendo a donde estábamos y eso me tranquilizó un poco. Iban los dos muy justos y no sabría quien ganaría. Ya sabía yo de uno que se enfadaría...

-¡He ganado! - gritó Allen jadeando.

-¿Qué tú has ganado? Estás de coña, lo he hecho yo imbécil - le contestó su hermano a la defensiva.

-Envidia pura hermanito, yo iba el primero y lo sabes perfectamente.

-Y una mierda - dijo Trevor y luego nos miró a los tres - ¿y bien? ¿quién ha ganado?

Los tres nos encogimos de hombros y les dijimos la verdad; que no lo sabíamos. Ambos hermanos se enfadaron y estuvieron a punto de hacer una revancha pero intervení, diciendoles que ya era suficiente y que hoy era para disfrutar y no hacer piques de ningún tipo. Todos me dieron la razón, aunque dos lo hicieran a regañadientes. Seguimos en el agua un rato más hablando, hasta que Allen me cogió por el codo y me apartó un poco lejos de nuestros amigos. Sorprendida le dije que qué pasaba, me quedé muda cuando me lo dijo.

-Quería decirtelo solo a ti porque eres la mejor amiga de Danielle y necesito que me ayudes.

-Lia también es su amiga - le dije frunciendo el ceño.

Verlo así tan serio hacía que me preocupara más.

-Lo sé, pero sé nota que contigo es más especial. Lo que voy a decirte es totalmente privado y no se lo tienes que contar a nadie - asentí con la cabeza - bien, el caso es que... Danielle me gusta muchísimo.

Estallé en carcajadas al oírle decir aquello. Tanto misterio en llevarme lejos de nuestros amigos para luego decirme esa chorrada.

-Por dios Allen - dije intentando cesar las lágrimas que se me caían - está más que claro que te gusta, solo falta que empieces a babear por ella.

Mi jefe abrió la boca, indignado de que me estuviera riendo de él. No entendía como los chicos eran tan tontos para los temas del amor. Y, aun no se daba cuenta de que a Danielle le gustaba, él solo creía que ella sentía cosas de amistad, y nada más.

-Mira, solo quiero que me ayudes. ¿Qué debería de hacer? Decirle algo, esperarme...

-Lo mejor que puedes hacer por ahora es esperar. Ella está algo... confusa con un tema y si le comentas lo que me has dicho a mí empezara a rayarse y no te lo recomiendo.

-Vale, entonces me espero. Pero es que no sé si es amor o que mierdas es pero me hierve la sangre cada puta vez que la veo hablar con algún chico de la playa. Es más, el día de la competición de surf, cuando Lia y yo estabamos en la ola, la miré y estaba charlando con un vecino mío, me enfadé y perdí el equilibro. Por eso perdí contra ella, sino la abría ganado... - dijo él levantando las cejas y sonriendo.

Rodé los ojos y le comenté lo que opinaba. Allen pareció hacerme caso, asintió y ambos volvimos con nuestros amigos. Al cabo de un rato, Danielle se unió a nosotros en el agua y seguimos hablando y nadando.

-¿Así que habeis hecho una carrera? - les preguntó Dani a los chicos.

Los dos asintieron, sin embargo empezaron las pelas...

-Pero, Trevor no quiere admitir que he ganado yo.

-Sí claro, en tus sueños. Gané yo, somo siempre. Eres un mal perdedor, eso es todo.

Allen se cruzó de brazos y bufó. Ignoró a su hermano y se acercó a Ethan y Lia para charlar con ellos. Trevor, Dani y yo nos reímos de él y nos acercamos a los demás, para ver de que hablaban. El día transcurrió normal y divertido, pesar de que Trevor y yo perdimos en la carrera y como consecuencia nos íbamos a quedar solos en el chiringuito durante una semana.
Alrededor de la una y media volvimos al chiringuito para comer. Los chicos decidieron pedir comida por teléfono para que nos la trajésen, nosotras estuvimos de acuerdo.

-¿Qué queréis vosotras?

Ellos ya habían pedido cada uno una hamburguesa con patatas fritas. Miré a las chicas, nerviosa e irritada por concoer sus respuestas, aunque ya me hacía una idea.

-Yo una ensalada - dijo Danielle sin despegar la vista de su móvil.

-¿Y qué más? - le preguntó Allen.

-Ya está, no quiero nada más

Allen alzó una ceja en su dirección, visiblemente algo molesto por la petición de mi amiga. Se acercó a ella y le susurró algo al oído, Dani se volvió hacía él y negó con la cabeza. Rodé los ojos y dejé a esos dos tortolitos mientras que Lia y yo le dijimos a Trevor lo que queríamos. Mi amiga dejó atrás sus complejos y se pidió una hamburguesa, como todos. En cuanto mi jefe volvió, lo enviamos, y nos sentamos en la mesa a esperar a que nos lo trajesen.
Estuvimos todo el rato pensando en lo que haríamos a la tarde. Sin embargo, tenía una corazonada de que los chicos ya habían pensado en algo, pero no nos lo querían decir. Seguramente, para que fuese una sorpresa. Dejé de pensar en ello aunque los nervios me carcomían por dentro.
Lia y yo estabamos centradas en nuestro móvil, nos habíamos hecho unas fotos esta mañana y queríamos elegir las mejores para publicarlas en nuestras redes sociales, algo muy común entre nosotras. Trevor y Ethan, básicamente hacían lo mismo aunque competían con nosotras para ver en cuantas ellos salían mejor que nosotras. Claro está que no tenían nada que hacer, ella y yo siempre salíamos bien en las fotos. Por otro lado, Danielle seguía en una mesa separada de nosotros con su móvil, el cuál no lo había dejado desde que vinimos al chiringuito. Y Allen la miraba de reojo, embobado. Desde que mi jefe me afirmó sus sentimientos por mi amiga, lo veía con otros ojos. Al principio, me pareció frío y distante pero a medida que iba conociendo a Danielle, en este último mes se volvió una persona más bromista y extrovertida, como su hermano.

Trevor... lo tenía delante y no paraba de reírse con su amigo de las caras que ambos hacian en las fotos. Sonreí, impulsivamente, no sabía porque pero cada vez notaba en él algo familiar, algo que me hacía estar más cómoda a su lado y más segura. No lo entendía pero esa sensación, me gustaba.
A las dos menos diez, el repartidor llegó. Allen le pagó con el dinero que había en la caja y los seis nos pusimos a repartir lo que era de cada uno. Al final, Allen le había pedido a Danielle una hamburguesa, a lo que ella negó y se enfadó.

-¿Y solo vas a comer eso? Danielle de eso una persona no se alimenta - le dijo Allen muy serio, enadandose más por la conducta que estaba teniendo mi amiga sobre la comida.

Era verdad que desde hacía unas semanas notaba como Dani comía menos o cosas muy bajas en calorías. Lo atribuía a que no quería engordar y a que quería mantenerse en su condicción física pero ahora ya se estaba pasando. Lia hacía lo mismo hasta hace unos días en los que dejó esos habitos y me acompañó al supermercado a comprar comida de verdad.

-Déjame en paz, yo como lo que quiero - dijo Dani removiendo su ensalada.

-Está bien, haz lo que quieras. Luego, no vengas diciendo que tienes hambre.

Dicho eso ambos se volvieron hacía sus comidas, dejando de discutir. Era asombroso hasta que punto el uno se había ganado la confianza del otro. ¡Ya discutían incluso por lo que íban a comer! Se notaba que a Allen le gustaba mucho mi amiga si se preocupaba tanto por ella de esa manera.
Los demás los miramos un poco incómodos pero luego, empezamos a comer, como si no hubiese pasado nada. Nunca en mi vida había probado una hamburguesa tan rica. Se lo comenté a los chicos.

-Lo sabemos, éstas solo las hacen en una hamburguesería que hay a unos quince minutos de aquí. Son caras pero vale la pena - dijo Ethan.

Lia y yo estuvimos de acuerdo y la devoramos en un santiamén. Y, aunque, a simple vista solo una hamburguesa habría podido dejarnos con hambre, esa no. En cuanto terminamos de comer, lo recogimos todo.

-Vale, ahora viene la sorpresa - dijo Allen sonriendo.

Salió del chiringuito y todos le seguimos. Nos fuimos otra vez a la playa y por el camino Trevor me dijo que ni él ni Ethan sabía de lo que tramaba su hermano. Allen había organizado una cosa que nadie sabía, eso me inquietaba más, a saber que era lo que había pensado. Sin embargo, todo el buen rollo del día se esfumó cuando lo vimos. Un barco, atracado en la orilla, bastante lejos del chiringuito y del lugar en donde hicimos la carrera para que lo pudiesemos ver. Al principio me pareció buena idea y todos estuvimos de acuerdo, pero como dije todas aquellas sonrisas y diversión se esfumaron en cuanto me giré para ver que era lo que Allen miraba detrás de mí con la ceja levantada.

Trevor no estaba.

En mil pedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora