Capítulo 1

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  Mi gruñido se escuchó por toda la habitación, mezclándose con el sonido de la alarma de mi móvil. Levanté el brazo izquierdo y, a tientas, la apagué. Nada más hacer eso, una oleada de paz y tranquilidad me inundó por completo. Me acurruqué entre las sábanas y cerré los ojos. Inspiré fuerte por la nariz y... al poco tiempo Danielle entró en la habitación dando voces y despertándome. La maldije a ella, al despertador y a los lunes. A regañadientes, me levanté y con una mirada de odio puro por parte de mi mejor amiga, salí de la habitación y entré en el baño para darme una buena ducha fría. La razón por la que mi mejor amiga estuviera así era muy simple. Al parecer no le gustaba cuando la despertaba llegando borracha a casa a las cinco de la mañana. Pero qué culpa tenía yo... solo quería despejarme. Cerré el grifo y, al instante, el agua dejó de caer. Cogí la toalla y me la enrollé alrededor del cuerpo. Rápidamente cogí el secador y lo enchufé. Mientras me secaba el pelo, con un poco de dificultad, oí como Danielle gritaba que el desayuno ya estaba listo. Terminé de secarme el pelo y lo guardé. Y con la toalla aún anudada en mi cuerpo, fui a mi dormitorio y me cambié de ropa.

Cuando bajé, mi mejor amiga ya estaba con su café y su revista de moda. Me senté en la silla de enfrente y empecé a comer.

-¿Se puede saber por qué siempre que sales llegas a las tantas de la madrugada gritando y despertando a medio barrio?

La pregunta de Dani me hizo gracia, y cuando la miré tenía su ceja levantada, como siempre. Adoraba sus interrogatorios.

-¿Y se puede saber por qué lees siempre esa revista aun sabiendo que nunca te podrás comprar nada de eso?

Dejó el café en la mesa y me miró expectante. Debía de admitir que sus acciones me hacían gracia. Danielle era una chica muy diferente. Y aunque nació en una familia adinerada, ella deseaba ser independiente. Forjar su propia vida lejos de los beneficios de una familia así. Y esa fue una de las razones por las cuales nos convertimos en mejores amigas. Danielle no actuaba como cualquier chica con privilegios, ella actuaba tal y como era. Y eso me gustaba. Tras un largo rato mirándome, desvió la vista hasta su revista, cogió el café y siguió leyendo.

-Porque sé qué algún día podré comprármelo – dijo después de volver a dejar su taza de café en la mesa. – Ahora, contéstame tú.

Cogí el móvil, fingiendo estar pensando cuando, en realidad, solo necesitaba unos momentos para decirle lo que ella quería oír, y así, evadir la verdad. Aunque ella ya sabía gran parte. Cuando, finalmente, me decidí bloqueé el móvil y lo volví a dejar sobre la mesa.

-Solo quería despejarme... ya sabes. Últimamente estoy muy estresada por el trabajo, y aunque las vacaciones se acercan, tendré que encontrar un empleo para todo el verano.

Dani me miró. Sabía muy bien que no me creía, o eso, o estaba muy lejos de hacerlo. Pero aun así le sonreí. Intentando desviar el acechante tema que creía entre nosotras cada segundo. Ella estaba en situación de todo lo que me había ocurrido en tan solo unos meses. Sin embargo, era tan lista que incluso sabía que yo le evitaba confesar cualquier tipo de información que ella no sabía. Por eso, dejó de mirarme. Danielle era mi mejor amiga y estaba en su derecho de saber por qué me costaba tanto relacionarme ahora, de por qué me había vuelto tan sombría con mis padres, de por qué casi nunca sonreía.

Dejó su revista en la mesa y con la taza de café en su mano derecha se dirigió hacia el lavaplatos. Metió allí la taza y se fue por la puerta, hacia su habitación. Me quedé un rato más ahí. Pensando en todo lo que había sucedido. Tenía tres meses por delante para arreglarlo con mis padres. Aunque ellos hubiesen decidido pasar de mí y actuar como si yo no existiera.

Me levanté, recogí la cocina y me fui hacia el salón. Eran apenas las siete de la mañana. Pronto tendría que irme hacia el trabajo. Me senté en el sofá y encendí la televisión. Trabajaba en un local cerca de dónde vivía. Y aunque solo iba de ocho a dos de la tarde, me dejaba exhausta todos los días. El jefe me había dicho hacía unos días que pronto cerraría el local, y entonces me tendría que buscar un trabajo durante el verano.

En mil pedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora