Comencé a oír el cantar de las aves, una agradable sinfonía. Luego de disfrutar perezosamente me levanté de la cama y luego de desayunar y ayudar a Mía a limpiar le pregunto.
¿Podríamos entrenar juntos?
Es una buena idea, ¿aunque por que tan de repente?
Andaba pensando sobre el asunto del otro día en el bosque y fui consciente de que mis habilidades son terribles.
Ella me miró con ternura y mostró una suave sonrisa.
Ahora nos encontrábamos cerca del arroyo, ambos teníamos espadas de madera y comenzamos con la práctica.
Ataqué y lo único que conseguí fue caer al suelo con un suave movimiento de Mía.
¿Cómo eres tan buena en esto?
Practicábamos a diario juntos y papá me enseño un par de cosas. Él decía que hace falta fuerza y voluntad para proteger aquellos que son importantes para uno.
Me miró y parecía rememorar memorias pasadas.
Al percatarme de su respuesta comencé atar los hilos en mi cabeza. No sería prudente preguntar qué ocurrió.
Debió ser alguien sabio.
Asintió Mía y prosiguió con el entrenamiento.
Los segundos del día se desvanecían y el cansancio se acumulaba.
Eventualmente conseguía acertar estocadas a Mía, aunque era más una acción inconsciente de estímulos de mi cuerpo, cuando lo hacía de manera consciente seguía siendo terrible con un pequeño margen de mejora.
¿Quizás era mejor antes de perder la memoria?
En fin, solo queda volver a intentarlo. No daré demasiadas vueltas a este asunto si me paso los días intentando recordar y nada sucede, deberé así sea comenzar como un libro en blanco desde mi perspectiva es una buena vida. Al menos no estoy solo.
¿Qué pasa con esa mirada tan tonta? escuché una pequeña risita
Solo me perdía en vaguedades de ahí me concentré con aún más esfuerzo en el entrenamiento.
Al medio día Mía me mandó a comprar provisiones en el poblado.
Ella es verdaderamente impresionante murmuré para mi.
Misha me miró con curiosidad con sus profundos ojos miel.
Cuando llegué al poblado y pasé por la entrada de la taberna del unicornio de los deseos un hombre era echado bruscamente al suelo de tierra levantando motas de polvo.
Me percaté de quién era y exclamé ¡Hamred!
¡Escoria no vuelvas! dijo fuertemente el dueño de la posada.
Él se quito el polvo de la su armadura y resopló mientras se levantó, luego me miró y soltó una sonrisa la cuál fui incapaz de interpretar.
Hey chico, ¿me darías una ayudarías de nuevo? te compensaré adecuadamente. Solo necesito donde quedarme unos días.
Quedándome mirándolo él dijo.
Tomaré ese silencio como un asentimiento.
Mostré una sonrisa torcida.
Siendo racional anteriormente nos dio una extraña daga negruzca, para mostrar tal agradecimiento en forma de un presente, debería marchar todo bien, ¿no es así?
Llegué a casa con Hamred junto con las provisiones que me pidió Mía. También le comenté la situación anterior, debo ser honesto con ella a fin de cuentas. Acabó dando su consentimiento.
¿Crees que podrías entrenarme?
No estoy intentando desestimar las habilidades de Mía, soy consciente de parte de sus capacidades y la respeto, únicamente estoy intentando adquirir la mayor cantidad de conocimientos para después colocarlos en práctica.
Hamred habló sin preocupación alguna.
Es hora de pagar con conocimiento el alojamiento.
Así tranquilamente transcurrió por poco una semana, el entrenamiento fue agotador sentía como si mis huesos desearan escapar de mi cuerpo en búsqueda de un lugar sin dolor.
El cazador de tesoros siempre felicitaba de manera audaz a Mía por su deliciosa comida.
Llegué a comprender de manera superficial el uso de diversas armas comunes. Soy consciente de que estoy lejos de ser un maestro por kilómetros de distancia, al menos sé que al empuñar las armas no seré capaz de lastimarme con mi propia espada o algo semejante.
Mientras tomábamos un descanso, más bien yo tomaba un descanso y Hamred me miraba dijo.
No está nada mal para un chico del pueblo, ¿qué edad tienes?
Me rasqué la cabeza y respondí.
Verdaderamente, no lo sé.
Ahí llegó a observarme con confusión y no preguntó más.
Por cierto, ¿el sacerdote si te ayudó?
Realmente lo hizo, aunque dejó mis bolsillos tocando fondo. En unos días terminará de doler.
¿A eso se debe lo de la taberna?
No, no. Solo eran unos cobardes incapaces de contestar algunas preguntas.
El último día Hamred tomó sus escasas pertenencias y desapareció en la lejanía del horizonte.
Es un sujeto de lo más particular. -Mía
¡Miau!. -Misha
Supongo que tienes razón. Al menos conseguí unos cuantos consejos útiles.
Practiqué un poco con Mía antes de terminar el día.
Bien llegada la noche sucumbí al sueño efímero.