Sentí mi espalda dolorosa al contacto con el suelo, tosí una gran bocana de agua, yacía sobre un lecho rocoso a la orilla del río, nerviosamente observé alrededor.
Es de noche y aún así no era completamente oscuro las pequeñas luces distantes de las estrellas acompañadas con la luna son suficientes para observar siluetas vagas.
Siendo consciente de la situación actual, descubrí que tenía firmemente sujetada la mano de Mía, cómo si la vida dependiera de ello.
Ella estaba inconsciente, su cuerpo titiritaba del frío y mostró una expresión de dolor que nubló mi actitud.
Debo actuar... ¡Fuego, sí fuego para entrar en calor!
Con la temperatura actual sería muy complicado encender una fogata y ni si quiera contaba con las herramientas adecuadas.
En medio de la frustración tuve una idea.
Cerca había el tronco hueco de un árbol, me desplacé allí cargando a Mía cómo una princesa.
Dejé nuestras ropas de lado, debíamos hacer uso de nuestro calor corporal para evitar congelarnos, esta no es una situación en la cuál tener vergüenza alguna. Es una situación de vida o muerte.
Sosteniéndola con un abrazo de oso y aferrada a mi cuerpo estaba Mía, y así pasaron las horas su respiración ya no detonaba pesar, hubo un leve destello de felicidad mientras la veía, quizá fueron días mías infundadas. Se veía tan dulce ahí dormida, dulce e inocente. Como una flor delicada en invierno.
A pesar de haber perdido el hogar no tenía tintes de soledad o emociones negativas en mi mente. Creo que todo estará bien siempre y cuando pueda seguir con Mía.
Al amanecer encontré a un lado mis ropas a un lado cuidadosamente dobladas y secas. Fuera del tronco hueco del árbol había una pequeña fogata.
Pienso qué aquella afinidad hacia los pequeños detalles es un punto positivo de Mía.
Era un ambiente fresco y la luz se desliza suavemente a través de los árboles. En la distancia el sonido de los animales se mezclaba naturalmente con el bosque.
Ella me observó atentamente y mostró una expresión ligeramente avergonzada.
¿Te encuentras bien?
Asentí a sus palabras sin inmutarme.
Eso debería preguntarte a ti.
Su actitud para preocuparse primeramente hacia los demás que ante sí misma, denota una cómoda personalidad amable.
¿No estará triste, ansiosa o agotada por los acontecimientos de ayer?
Pareciera imperturbable ante desafortunados acontecimientos, como si fuera capaz de enfrentar al mismísimo mundo con su mirada carmesí.
Me sonrió con avidez.
Se cumplió tu deseo, ahora tendremos el inicio de una aventura.
Es impresionante como palabras las cuales son capaces de ser llevadas por el viento y desaparecer en el olvido a veces terminan haciéndose realidad, de manera sutil simplemente ocurren algunos acontecimientos.
Vamos juntos Mía. Me incliné hacia ella y le extendí la mano.
Mientras avanzábamos conseguimos avellanas y más frutos secos.
¡Come conmigo! ¡Están deliciosas!
En el fondo de la espesura habían dos pares se huellas que se fundían con la tierra. Escuchándose ligeramente sus pisadas durante horas.