Los ruidos resuenan a través de mis oídos, siento un dolor punzante a través de mi cráneo. Me encuentro boca abajo en un suelo áspero y frío.
¿Dónde estoy, quién soy?
Aquellas sutiles interrogantes se arremolinaron en mi corazón.
Tomé fuerza de ambos brazos y me levanté observando alrededor únicamente tenía frente a mi un bosque oscurecido por la falta de luz solar, respiré profundamente mientras intentaba orientarme, a unos pocos metros de distancia había un montón de luciérnagas que se perdían a la distancia en los árboles, parecía cómo si estuvieran listas para guiarme algún lugar.
Aquí de pie no conseguiré las respuestas que busco, lo mejor será seguir adelante.
Analizando la situación seguí el sendero de aquellas pequeñas luces...
Tras algún tiempo caminando los árboles se fueron despejando lentamente y llegué a la cima de una colina. A unos cuantos cientos de metros podía vislumbrar la luz del fuego de un pequeño pueblo. De manera inconsciente inconsciente emprendí mis pasos hacia allí.
En algún momento tropecé en la colina y caí rodando a través de ella. Mi consciencia se desvaneció como una estrella fugaz.
Comencé a soñar... Me encontré flotando en el infinito cosmos rodeado de planetas y estrellas, me sentía ligero, más específicamente sin cuerpo como si fuera tan solo una consciencia vagando en paradero desconocido entré en pánico y me desperté.
Sentí algo viscoso sobre mi rostro, al abrir los ojos observé un pequeño gato gris dándome pequeñas lamidas con sumo encanto. Lo aparté suavemente a un lado y le acaricié la cabeza.
¡Miau, miau!
¿Qué haces aquí pequeño?
¡Miau!
Dio un par de vueltas persiguiendo su propia cola y luego se alejó un poco. Parecía que deseaba que lo siguiera.
Tras algún tiempo persiguiéndolo llegamos a una modesta cabaña a las afueras del pueblo. Allí sobre una silla de madera iluminada por la luz de la luna se encontraba una joven chica con cabello carmesí alrededor de 15-16 años observando profundamente al cielo.
¡Miauu! soltó en un feliz aullido el gato.
Ella se percató de nuestra presencia y mostró una bella sonrisa.
¿Dónde estabas? me tenías preocupada... ¿Estabas otra vez vagando por el bosque?
La observé apaciblemente mientras me toqué el hombro con la diestra.
Tan pronto como hice aquella acción se acercó a mi de un pequeño salto y me observó.
Te lastimaste, vamos entra voy a curarte.
Tras unos pocos minutos tenía envuelto en vendas el hombro y me encontraba en una cama de hecha madera rellena con un colchón de heno.
Deberías tener más cuidado, siempre preocupándome.
Eh, de verdad lo siento solté tímidamente.
De pronto caí en el mundo de los sueños mientras mi consciencia se desvanecía por el agotamiento.