9. Calamidad.

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Sin más, una enorme roca hizo su aparición, cubriendo la salida.

–––Maldición, lo que faltaba. –––decía Roy una y otra vez realmente furioso, mientras trataba en vano de empujarla.

–––Esto será imposible. ––– Dice el pelinegro agotado por todo el esfuerzo.

–––Calla tu maldita boca, Braham, –––Le dice Sulferk más que molesto por la negatividad del joven.

–––Alberth, creo que tengo un plan... Ven y te lo comentare.

–––Bien. —Se acerca a donde Roy, poniendo especial atención en sus palabras—. Entonces, Roy, dime cual es el plan.

–––Muy bien. Necesitamos colocarnos de mejor manera y utilizar palancas a las orillas para ayudar con el peso y a la vez que ayuden a que no se pierda el avance. He hecho algunos cálculos, por lo que deduzco serán cuatro palancas en total, y por lo menos tres personas al centro empujando. Estás deben ser las más fuertes.

–––Ya veo. Qué te parece si se colocan en el centro Baltor, Sulferk y yo; a una orilla tú y Law; y a la otra Braham y Sebastián —sugirió señalando a los nombrados.

–––De acuerdo, ustedes empujaran. De igual manera Braham y yo lo haremos. Cuando hagamos un avance, Law y Sebastián tendrán que ejercer fuerza en la palanca para que dicho avance no se pierda. Mientras que nosotros sacamos nuestras palancas y las colocamos de nuevo; Es la única opción que tenemos.

Después de explicar cada detalle a los involucrados pusieron manos a la obra. La roca era pesada, todos utilizaban el máximo de sus fuerzas para la labor, pese a que el principio no surtió efecto alguno, funcionó poco a poco hasta que lograron retirarla. Tan pronto como estuvo fuera de su camino, todos salieron de la cueva para encontrarse el sol que los esperaba en todo su esplendor. Sin embargo, un ruido desgarrador les saco de esa pequeña calma en la que se encontraban. Los guerreros de Elther salieron de la protección de sus murallas con su rey a la punta del ataque, dirigiéndose a los Sartios que les ganaban en número de una manera devastadora. El ruido de las espadas chocando les llego a los oídos y eso los saco del trance que había provocado la pequeña victoria.

–––Rápido, tenemos que seguir delante. –––Dice Alberth cabizbajo al ser conocedor, al igual que todos, del fatídico desenlace de ese combate tan injusto.

Todos siguieron sus pasos, excepto Jerral y Law; Él mirando el combate y ella mirándolo a él, esperando que este no intentara hacer una tontería. Justo a la situación, lo detuvo cuando este intento dirigirse al campo de batalla.

––– Jerral, si vas allí, sólo encontrarás la muerte. Además... el rey Salandter estaría muy decepcionado de tus acciones.

––– Tú no lo entiendes —murmuró dolido—. Él me crio cuando mis padres fallecieron; él me apoyo en las peores batallas tanto contra los que me querían quitar del trono como los que querían dañar a mi pueblo. No puedo abandonarlo, no a él, no ahora...

Leyla no puede más y le da un puñetazo en el rostro, haciendo que este caiga del caballo. Inmediatamente Leyla se abalanza encima de él para evitar que se levante.

–––Maldito niño mimado... ¿¡No ves que él sabe perfectamente eso!? ¡Él se está sacrificando para salvar no sólo a lo que queda de su pueblo, sino también a nosotros! Piensa como se sentiría él si aun así mueres. Por favor, Jerral, vive y enseña a tu pueblo lo que este buen hombre te enseño a ti... Hazlo por él.

LEVADIOKOSWhere stories live. Discover now