❝La limonada se distingue, principalmente, por ser un poco amarga. La que Millie preparaba, era más bien dulce, tan dulce como lo era Finn.
En donde Millie se encarga de el puesto de limonada de su pequeña hermana, mientras ella asiste a un campamen...
Definitivamente, despertar temprano durante vacaciones era un asco y atender un puesto de limonada lo sería aún más.
Después de desayunar, la castaña comenzó a preparar la limonada y, tenía que decir que, no estaba siendo tan raro como lo imaginaba, esta una limonada común y corriente, hasta que, leyó el ingrediente final, el ingrediente 'secreto', brillantina.
¿Quién le pone brillantina a su limonada? Solo Ava hacía ese tipo de cosas.
A pesar de ser raro, Millie decidió agregarlo.
Una vez terminó la limonada, salió al jardín delantero y dejó la jarra con limonada sobre la mesa. Se sentó en una silla y, mientras esperaba clientes, tomó su celular.
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Finn Wolfhard y su extraña rutina de salir a caminar por las mañanas. Siempre caminaba desde su casa, hasta a un pequeño parque que estaba cerca de donde el chico vivía. Por alguna razón desconocida, ese día, decidió tomar otra ruta.
Caminaba por una calle desconocida para el, jamás había pasado por ahí. Hubiese dado la vuelta, de no ser porque, a solo dos casas de distancia, había una chica bastante linda en un puesto de limonada.
¿Por qué desperdiciar esa oportunidad?
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Tal vez en la zona en la que vivían no había muchos niños. Eso podría pensar la castaña, pero era mentira, tan solo hacia un día en que ella había visto a un montón de niños jugando en la calle. Tal vez simplemente la odiaban.
Dejó su celular de lado, su nivel de aburrimiento, en verdad, era demasiado alto.
Por suerte, justo en ese momento, un chico alto y de cabello rizado, se paró justo enfrente de su puesto de limonada.
—La limonada es un poco cara, ¿no crees? —Dijo el chico, sonriendo.
Tenía razón.
El precio de la limonada era de 50 centavos. Ava era así, quería sacar dinero de cualquier oportunidad que se le presentase.
Millie sonríe. —Tal vez, pero, vale la pena.
¿Que estaba diciendo? Ni siquiera había probado la limonada y no pensaba hacerlo.
—¿Ah si? Entonces, la probaré.
El pelinegro metió una mano en el bolsillo de su pantalón, buscando dinero. Millie tomó uno de los vasos y sirvió la limonada, rezando porque esta no tuviese un mal sabor. Finn pago la limonada y la vayas le dio el pequeño vaso.
—Espero no morir envenenado. —Dijo, haciendo reír a la castaña.
El chico tomó un trago de la limonada.
—No está tan mal. —Dijo Finn, tirando el pequeño vaso de plástico a un bote de basura.
Millie sonrió.
Durante unos segundos, ambos mantuvieron su vista fija en el otro, hasta que Finn notó que tenía que volver.
—Bueno, será mejor que me vaya. —Dice el pelinegro. —Tal vez nos veamos luego.
—Claro. —Dijo Millie.
La castaña observa como el chico se aleja, sin decir nada más.
La limonada un poco costosa, pero lo valía, no porque tuviese un buen sabor, sino porque la chica que la vendía era linda.
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