❝La limonada se distingue, principalmente, por ser un poco amarga. La que Millie preparaba, era más bien dulce, tan dulce como lo era Finn.
En donde Millie se encarga de el puesto de limonada de su pequeña hermana, mientras ella asiste a un campamen...
Esa atracción que sentían el uno por el otro comenzó a hacerse más fuerte y era algo que no intentaban disimular. Tal vez, no tenían mucho de conocerse, pero, se atraían.
A Finn en verdad le gustaba la castaña y se notaba a kilómetros de distancia que Millie sentía lo mismo por el pelinegro. Quería conocerla más a fondo, saber más de ella y hablar en algún otro lugar que no sea fuera de su casa, en un puesto de limonada.
¿Invitarla a salir sería muy precipitado de su parte?
[✰]
La limonada estaba lista, salió de su casa y colocó la jarra pequeña justo a un lado de la grande. Se sentó en la silla a esperar a el lindo chico ruloso, aunque, no tuvo que esperar mucho, pues el de inmediato apareció.
—Finn, llegas rápido.
—Quería ser el primer cliente que tuvieses. —Sonrió.
—¿Un vaso de limonada?
—Dos. —Millie asintió.
Sirvió la limonada en un vaso y se lo entregó a Finn, el dejo un dólar sobre la mesa.
—¿No has preparado más galletas?
—Por suerte, no. —Dice, riendo.
—Eran deliciosas. —Millie vuelve a reír. —¿Qué? ¿No me crees?
—No, se que lo dices para no hacerme sentir mal.
—No es así, en verdad eran buenas.
Ella solo sonrió.
¿Cómo comenzar? Ese tipo de cosas no podían simplemente pedirse y ya o tal vez si.
—Millie. —La llamó, pero al instante se arrepintió, no estaba listo para ser rechazado.
—¿Qué pasa? —Preguntó ella, fijando su vista en los ojos de el chico.
Sus ojos tenían ese brillo que le encantaba y sus mejillas ese leve sonrojo que no hacían otra cosa más que hacerla lucir extremadamente tierna, su mirada bajo hasta sus labios y tuvo que morder los suyos para evitar besarla en ese preciso momento.
—Millie, ¿qué pensarías si un chico que llevas un mes y medio de conocer te pide una cita? ¿Aceptarías?
Alzó ambas cejas. —¿Por qué la pregunta?
—Simple curiosidad.
—Bueno, depende de que tan bien me lleve con él chico. —Dijo ella. —¿Por qué?
—Hay una chica que me parece linda, llevo justamente ese tiempo de conocerla y no puedo esperar por tener una cita con ella. —Finn sonrió, esperando que ella lograse entender a quien se refería.
Por un momento, se ilusionó al creer que hablaba de ella, pero luego recordó a Emma, tal vez era ella de quien hablaba, lo cual, era absurdo, pues, según Millie, se habían conocido ese mismo día o, tal vez, eran amigos desde antes.
—Oh. —Dice ella. —Si es alto, de cabello ruloso y amante de la limonada dulce, tal vez, tendría que tener cara de rana para que aceptase.
El pelinegro viró los ojos.
—¡Es broma! —Sonrió. —¿Por qué no se lo pides y listo?
Esperaba obtener una respuesta como: "Se lo pediré en cuanto la vea" o "Iré a buscarla para pedírselo", pero, fue todo lo contrario.
El chico rodea el puesto de limonada y, cuando está frente a ella, toma su mano y la ayuda a levantarse.
—Millie, ¿te gustaría tener una cita conmigo?
—Me encantaría.
Ambos sonríen y Millie no puede evitar abrazarlo. Había esperado ese momento casi desde el instante en que se conocieron.
—¿Pasó por ti el sábado? —Preguntó él, en cuanto se separaron de aquel abrazo.
—¿El sábado? ¿No verías a la rubia esa el sábado?
—Millie. —Dijo, en forma de reproche.
Ella no pudo evitar reír. —Se que era mentira, Finn. No seas amargado. —Apretó la mejilla de el pelinegro. —No puedo esperar a que sea sábado.
Estuvieron charlando durante unos cuantos minutos más, hasta que Finn tuvo que irse, no sin antes despedirse de la castaña con un corto beso en la mejilla, justo como el día anterior.
Todo parecía estar casi perfecto.
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Que lindo todo lpm. Si quieren que actualice algo, díganmelo, me estoy re aburriendo lpm.
Si te gustó, te agradecería que me regalaras una estreshita :3.
Gracias por perder un poco de tiempo leyendo esto~