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Besarlo se convirtió en algo frecuente. Le encantaba como podía probar la limonada sin siquiera tomar una gota de esta, le encantaba besarlo.

Era curioso como, en tan solo dos meses, se había enamorado tanto de ese chico. Por desgracia, el verano estaba por terminar, junto a el, su trabajo de encargada en el pequeño puesto de limonada de su hermana. No trabajaría más, no prepararía más limonada dulce y, probablemente, no vería más a Finn. Ambos iban en escuelas completamente distintas, el pelinegro era un año mayor que la chica, por lo tanto, no asistían a la misma escuela.

Suelta un suspiro y agrega la última cucharada de azúcar a la limonada, para después, volver a mezclarla. Toma la jarra y sale de la casa, da unos cuantos pasos hasta llegar a la pequeña mesa, donde deja la limonada.

[✰]

En tan sólo unos minutos, Finn apareció. Con sus lindos rulos más despeinados de lo normal y una tierna sonrisa dibujada en su rostro. El chico dio unos cuantos pasos más hasta lograr estar frente a la castaña.

Hola, linda. —Saludo el pelinegro.

Finnie, últimamente llegas más temprano de lo normal.

—Bueno, quiero pasar más tiempo con la preciosa chica que vende limonada. —Le sonríe, sonrojando a la castaña. —¿Hasta que hora dejas de vender limonada?

—Bueno, generalmente a las tres de la tarde, ¿por qué?

—Oh, sólo.... me preguntaba si querías ir al parque conmigo, bueno, no lo sé, tal vez estés ocupada.

Millie sonríe. —Me encantaría, Finnie. —Se levanta de su asiento y se acerca, para después, dejar un pequeño beso en su mejilla. —¿Te gustaría quedarte a esperar o prefieres que nos veamos en el parque?

—Me encantaría quedarme contigo. —Sonrió Finn. —Así podremos pasar mucho más tiempo juntos, claro, si no te molesta.

Millie sonrió. —Vuelvo en unos minutos. Si alguien viene, sólo atiéndelo.

Finn asintió lentamente.

Camino hasta la entrada de la casa, abrió la puesta y entró. Busco con la mirada otra silla plegable y, cuando la encontró, la tomó.

¿Otra silla? —Escuchó a su madre preguntar.

Sí, Finn se quedará hasta que termine. —Sonrió. —¿Esta bien?

La señora Brown sólo asintió con una sonrisa en su rostro.

Salió sosteniendo la silla plegable con una mano y, con su otra mano, cerró la puerta. Al salir, la chica vio a Finn, quién estaba sentado mirando su celular. Se acercó a él y dejó la silla a un lado de donde él estaba sentado, para después, desplegarla.

Aquí está su asiento, señorito Wolfhard. —Dijo Millie, riendo.

¿Señorito?

—¿Prefieres que te llame rana?

—No, señorito está bien. —Dijo, provocando que ella riese.

Anda, quítate de mi silla.

Finn se levantó de la silla de Brown y se sentó en la que estaba a un lado, dejando que la castaña se sentase. Ella lo miró sonriendo, se acercó a él con rapidez y dejó un beso en sus labios.

Es curioso besarte y que tus labios no sepan a limonada. —Dice. —No importa.

Volvió a besarlo.

Lemonade || Fillie (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora