Parte III: de cómo se encontraron.

534 21 4
                                    


Después de que el movimiento logró que corrieran al director, los grupitos de amigos volvieron a formarse y la unidad colectiva se perdió. Por eso las gemelas dejaron de estar en contacto con Manuela y sus amigos, así que volvían a la realidad: Kathy y los pocos amigos extras que tenían. Como era el caso de Sebastián, Regina casi no pasaba tiempo con él, pero siempre que se encontraban en los pasillos se detenían a platicar. Sebastián era gay, y eso se lo había dicho desde el principio, así que en algunas ocasiones hablaban de los chicos que les resultaban atractivos. Para Regina, Sebastián representaba seguridad y confianza, siempre sentía ese ambiente seguro cuando estaba con él. Tal vez era por el hecho de que era mayor que ella, pero era lo más cercano que Regina tenía a un mejor amigo hombre.

Regina estaba intentando estudiar en la biblioteca, sola, ya que Kathy y su hermana habían preferido quedarse en el cuarto. Era un intento de estudio ya que Regina estaba pensando en el hecho de que tenía mucho tiempo de no platicar con Sebastián, en lo mucho que le gustaría platicarle todo lo que no puede decirle a Renata o a Kathy. Sebastián escucha y comenta, pero lo hace sin burlas, sin prejuicios, sólo escucha e intentar estar ahí para ti. Y justo en ese momento sintió que alguien se acercaba.

—¿Por qué tan sola?—Era Sebastián, que estaba sonriendo y tenía un libro en las manos.

—Hola, ¿cómo estás?, bien, ¿y tú?—Contestó Regina fingiendo estar ofendida por lo directo que fue Sebastián.

—En serio desde que eres revolucionaria te la pasas enojada.

—¡Claro que no! Tú eres el grosero que ni siquiera saluda.

—Hola, Regina, amiga mía, ¿me puedo sentar contigo?

—Claro, amigo mío, siéntante. No... ya, en serio, he estado pensando mucho en ti.

—Regina, ya hablamos de eso y nunca va a poder ser. No eres mi tipo.

—Eres un estúpido.

—Gracias. Cuéntame, ¿qué pasa por esa cabecita tuya?—Preguntó Sebastián mientras se acomodaba en el lugar a un lado de Regina.

—¿Cómo te diste cuenta de que te gustaban los hombres?

—Ya sabía yo que andabas rara... Andas shippeando parejitas de hombres en internet, ¿verdad? Y ahora quieres que alimente tu sed por contenido gay. ¡Estás enferma!

—Neta qué oso con tus dramas. Nada que ver ¡Cero!—Dijo Regina tapándose la cara con ambas manos.

—Ya, calma. Estoy bromeando. Te cuento...—Dijo Sebastián y puso su brazo sobre los hombros de Regina.— Fue en la clase de Educación Física, cuando estaba en primaria, escogieron a los dos mejores de la clase para que formaran sus equipos como ellos quisieran, y entonces estaba ese chavo que me escogió primero que a los demás. Y yo ni siquiera era tan bueno para el fútbol, pero él me escogió primero, ¿te das cuenta? Y después de eso no pude dejar de pensar en él.

—¿En serio?—Preguntó Regina viéndolo a los ojos y haciendo una mueca de confusión.—No suena muy romántico o revelador.

—La verdad es que no, pero el punto es que con el tiempo me di cuenta de que él me gustaba, que antes nadie me había gustado así y que ese pequeño detalle había como liberado eso que siempre había estado ahí. O sea, no fue un "me gustan los hombres", más bien fue un "me gusta él". Ya con el tiempo y la desaparición del efecto del primer amor fallido, me di cuenta de que no sentía atracción por las mujeres y ya, así de fácil.

—Claro... fácil.—Regina suspiró.

—¿Te gustaría decirme por qué me preguntas eso?

—¿La verdad? No sé. Supongo sólo tenía curiosidad.—Contestó Regina sin mirarlo a los ojos.

No contar nuestra historía sería una cobardía.Where stories live. Discover now