Parte IX: de cómo quisieron ocultarlo.

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Regina sintió como si por fin todo estuviera en orden. Sabía que tenía que hablar con Renata, pero Manuela le contagiaba confianza de que todo iba a salir bien. Sus papás también eran otro tema. Lo iba a hacer, con el tiempo, y Manuela iba a estar ahí para apoyarla.

Después de haber enfrentado a Manuela, se quedaron en la habitación de la española. Se acomodaron en el sillón, Regina colocó su cabeza entre el hombro y el cuello de Manuela y ésta pasó su brazo sobre los hombros de Regina para mantenerla cerca. Ambas se mantuvieron calladas, únicamente disfrutando la compañía de la otra, hasta que Manuela habló:

—¿Cuándo te has dado cuenta de que yo te gustaba? Tengo curiosidad.

Regina tomó aire y se abrazó lo más que pudo de Manuela.

—Desde que te presentaron enfrente de todos me llamaste la atención, pero en realidad me di cuenta hasta que hablé con Keiko...

—¿Keiko?—Interrumpió Manuela.

—Ya sé... pero me dijo cómo mi humor cambió desde que me empecé a juntar contigo y me ayudó a darme cuenta.—Regina se detuvo un momento para recordar la plática con Keiko.—Pero pensándolo bien, creo que todo hizo click cuando me confundiste con Renata, me sentí tan mal y no entendí por qué me afectaba tanto. Ahora todo tiene sentido. ¿Y tú?

—Creo que tenemos que hacerle un regalo a Keiko o algo. Que no sólo te ha ayudado a ti.—Contestó Manuela con una sonrisa y Regina se separó de ella para poder verla a los ojos.—Primero, en serio lamento aquella vez, yo creí que por fin te habías animado a hablarme. Cuando fue lo del baile estuve tan segura de que eras tú y acerté. O sea, más bien creí todo el tiempo que estaba hablando contigo, no con Renata.

—¿En serio?—Preguntó Regina acariciando la mejilla de Manuela.

—Sí, yo quise seguir hablando contigo desde lo de la fruta, ¿recuerdas? Por cierto, ¿ya sabes si era hambre o estabas enamorada?

—Cállate, sólo estaba nerviosa porque te sentaste junto a mí y nunca habíamos hablado antes.—Dijo Regina riendo y volviendo a poner su cabeza en el cuello de Manuela.

—Bueno, después fue lo del movimiento en contra del director, te veía más seguido pero nunca hablábamos. Hasta que le has hecho frente a Machu y desde ahí tuve más curiosidad por acercarme a ti. Luego vino lo de Kathy y, ahora sé que Renata fue la primera en acercarse, pero creí que eras tú y aunque quise ignorarla por lo que había pasado con Kathy y el director... No pude... No pude porque me gustó la idea de que te estuvieras acercando a mí.

—Perdón. Sé que ya hemos hablado de...—Comentó Regina separándose otra vez de Manuela para verla a los ojos.

—Ey, no. Mira a dónde nos ha llevado todo ese lío.—Interrumpió Manuela y juntó su frente con la de Regina.—Que no pasa nada. Todo está bien, de verdad.

Okay... ¿Y entonces? ¿Qué hizo Keiko?—Preguntó Regina separando su frente de la de Manuela.

—Ah... Cierto... Eso... ¿Recuerdas la vez que te pedí que habláramos después de clases y fuimos a la biblioteca?

—Sí, cuando me pediste que te ayudara con el maquillaje.

—Bueno, pues... En realidad te iba a confesar que me gustabas.—Regina intentó decir algo pero Manuela siguió.—Ya, ya sé, pero que he visto cómo le dabas la carta a Alan y me confundí, creí que estaba malinterpretando todo y no quería hacer el ridículo contigo. Después me encontré a Keiko, y nunca había hablado con ella sola pero supo que algo no estaba bien conmigo. No le di detalles, pero aún así me ha dicho que confiara, que el tiempo iba a ayudar y que todo iba a salir bien. Me di cuenta de que no podía sacar conclusiones sólo por verte con él, que no podía echar todo a la basura así como así.

No contar nuestra historía sería una cobardía.Where stories live. Discover now