Regina abrió despacio los ojos. Parpadeó hasta que se acostumbró a la luz. Tardó unos segundos en darse cuenta de su entorno. Siempre había dormido en la litera de arriba, pero esta vez estaba en la parte de abajo. Sólo que ni siquiera estaba en su habitación. Y entonces recordó dónde estaba. Comenzó a sonreír. Se giró en la cama y pudo ver a Manuela que seguía dormida a un lado de ella. Regina la miró con fascinación, respiraba con cuidado por miedo a despertarla, vio que los párpados de la española se veían un poco hinchados y rojos, supuso que los suyos deberían tener un aspecto similar. Habían sido unos días muy desgastantes en los que lloró como nunca antes, pero intentó aferrarse al recuerdo de las últimas horas. Recordó que entre las dos habían ayudado a subir a Machu a su cama para que pudiera dormir bien y entonces fue cuando decidieron que Regina se podía quedar, sólo iban a dormir, no tenían por qué ir más allá. De todas formas no tendrían ningún problema porque los profesores llegarían hasta después, no había alguien que revisara si todos estaban en sus camas asignadas. No dejaba de sonreír. Se sentía como si hubiera recuperado todas las horas de sueño que no había tenido en estos días. Entonces Manuela empezó a abrir los ojos y, en cuanto hizo contacto visual con ella, la española también comenzó a sonreír.
—¿Es que cómo haces eso?—Le preguntó Manuela aún con los ojos entrecerrados.
—¿Qué cosa?
—¡Eso!—Contestó Manuela señalando su cara.—Recién despierta y estás guapísima, ¿cómo lo haces?
Regina sintió el calor en sus mejillas e intentó contestar pero sólo balbuceó, así que terminó escondiendo su cara entre el pecho y el cuello de Manuela. La española rio. Comenzó a acariciarle el cabello y le dio un beso en la cabeza.
—Buenos días.—Fue lo único que pudo decir Regina y pasó su brazo sobre el abdomen de Manuela para poder abrazarse a ella.—¿Cómo te sientes?
—Creo que no es tan grave. Sólo me duele un poco la cabeza, pero eso es todo.
Manuela abrazó mejor a Regina para poder tener una posición más cómoda. Regina se perdió en el momento. En sentir el olor de Manuela una vez más. En sentir sus caricias ocasionales. En el ritmo de su pulso. En lo serena que se escuchaba su respiración. Por fin habían podido volver a eso. Ambas se habían extrañado y se aferraban a la presencia de la otra.
—Hay algo que no te he contado.—Dijo Regina terminando con el silencio.
—¿Qué pasa?—Preguntó Manuela con curiosidad pero también con un poco de preocupación.
—Hablé con mi mamá...
—¿Hablaste qué?
—De ti... tú y yo
—¿Eh? ¿De verdad? ¿y qué te ha dicho?—Le preguntó Manuela intentando separarse un poco para que pudiera verla a la cara.
—Pues... que lo sospechaba desde la cena de la vez pasada...
—Pero en aquel entonces no estábamos juntas todavía...
Regina la miró a los ojos esperando a que Manuela se diera cuenta sola. Y se rio en cuanto notó que la española ya había dado con la respuesta.
—Oh... A ver... que es lógico porque que yo ya te veía con ojos de... ¿qué es lo que dicen aquí? ¿Borrego a medio morir?—Ambas rieron, pero Manuela se detuvo para seguir hablando.—Me hubiera ayudado el que tu madre me dijera que tú también me veías así... ¿recuerdas el beso que me diste en la mejilla aquella noche?
—¿Ves? Yo también estaba siendo obvia. Aunque mi mamá hubiera dicho algo, de seguro ninguna de las dos lo hubiera querido creer.
—Ya... tienes razón.—Dijo Manuela volteando a ver al techo por un momento pero después volvió a verla.—Bueno, ¿pero qué más te ha dicho?
YOU ARE READING
No contar nuestra historía sería una cobardía.
FanficLes traigo hasta ustedes un ejercicio de escritura que me estuvo quitando el sueño. Es la historia de Manuela y Regina (Megina) como creo que debió de haber sido tratada. Esta reescritura es contada desde el punto de vista de Regina, un personaje qu...