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Lunes 14 de febrero de 2011.
Un día como hoy llegaste a mi vida trayendo toda esa felicidad que, sin saberlo, tanto anhelaba.
Un día como hoy te escribí la primera carta confesando todos los sentimientos que comenzaban a en mi corazón, intentando explicar y buscando las palabras adecuadas para todo lo que me hacías sentir.
Aun las sigo buscando.
Después de más de trescientas cartas.
Siguen siendo insuficientes.
Un día como hoy me enamoré de ti, deseando que el pedazo de mi vida que viviese junto a ti, fuese perfecto, porque estar justo ahí, rozando tu piel es fantástico, tanto así que fácilmente podría creer que toco el cielo.
Mi amor, me enamoré de ti porque no he tenido más ambición que tocar tu corazón, hundirme en tu universo de pasiones y tener el beso que nos hace uno.
Porque verte y escucharte es la parte favorita de mis días.
Porque quiero que sigas siendo la elección más bonita que haya tomado en toda mi existencia.
Porque tus ojos son mi razón; tu sonrisa, mi fortaleza; y tus lunares, mi inspiración.
Porque me gusta seguir mirándote en mi futuro, incluirte en él y saber que sin importar las situaciones difíciles que atravesemos seguirás estando allí como siempre lo has estado.
Un día como hoy nos prometimos amor eterno.
Y yo te sigo amando como el primer día, tan apasionado, tan bonito y sin conocer límites.
Hoy elegí tus flores favoritas, esas que compré en nuestra primera cita y que no dejaste de mirarlas mientras caminábamos, puedo recordar tu mirada de ese día.
Tu sonrisa.
Tu voz.
Nuestra conversación.
Nuestra inocencia.
Nuestros nervios al saber que lo que el destino nos había preparado no era de este mundo.
Me puse el perfume que más te ha gustado oler en mí y un traje formal que he ido a comprar con nuestros hijos, SunHee me ha ayudado a preparar la cena mientras que MinKi se ha encargado de la decoración en el jardín y DaeHyun te ha ayudado con la ropa.
Tranquilo, entiendo que no supieras lo que sucedía, entiendo que me miraras con desconfianza al acercarme por el camino de velas y que tus ojos se abrieran sorprendidos cuando besé tu mejilla dándote la bienvenida a nuestra cena de aniversario.
Lo entiendo.
Pero tu manera de mirar las flores en tus manos fue la misma de hace años atrás, la manera de acariciar los pétalos, la curva en tus labios y la manera de mirarme cuando levaste la cabeza.
Sé que pudiste abrir un precioso y polvoriento baúl de recuerdos y fuiste capaz de revivir ese 14 de febrero de 1953 donde nos miramos por primera vez.
Pero ese hermoso baúl se cerró tan rápido como se abrió.
Y saliste corriendo.
La cena se enfrió y las velas se apagaron.
Pero lo entiendo, mi amor.
Ahora vivo con otra misión; intentar llegar a ti y poder enamorarte cada día.
Con amor, tu esposo.
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