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Jueves 24 de mayo de 2007.
Estoy cansado y muy enojado.
Le he explicado al médico que eres tú quien acelera mi corazón pero ese joven se ha empeñado en decirme que debo tomar medicamentos para tranquilizarlo y que funcione con normalidad.
Según él, no bombea sangre como debiese pero eso no es cierto, sigue latiendo como siempre, tan fuerte y estable como cuando tenía dieciocho años.
Solo mi cuerpo ha envejecido.
Tú te has encargado de cuidar a mi corazón.
De todos modos, en la próxima cita del hospital ¿Podrías hablar con él y decirle que a pesar de que respeto sus años de estudios y conocimiento está equivocado?
Parece no conocer la enfermedad del amor.
Esa que no tiene cura.
Y aunque la hubiese, yo no la quiero.
Porque es de lo único que podría morir feliz.
Además, llevo más de cincuenta años con aquella enfermedad que altera a mi corazón, he aprendido a vivir con ese ritmo cardíaco al verte.
Desde que llegamos del médico no he dejado de quejarme y tú cómo siempre solo tomas mi mano y me sonríes para que me calme, hablándome con ternura para hacerme entender que debo seguir el tratamiento.
¿Cómo aguantas a este viejo gruñón que sin importarle los dolores de espalda carga a sus nietos en ella?
MinKi continúa regañando a Suni cuando nos ve, incluso cuando me agacho para alzarla en mis brazos.
Ya no tengo la misma fuerza que antes pero deseo seguir conservando y haciendo nuevos recuerdos con las personas que más amo en todo el universo.
Mis nietos son una parte importante de mi felicidad.
Haría todo por ellos.
Como también lo haría por ti, sin embargo debo quejarme.
Últimamente has estado muy extraño.
Olvidando tus medicamentos en el baño, en la sala o en el jardín, dejando las llaves afuera de la casa o la comida en la estufa de la cocina.
Pero hoy en la mañana ha sucedido una situación bastante particular.
Por algunos segundos te vi perdido en nuestra habitación y por primera vez me miraste como si fuese un completo desconocido.
Sentí miedo al ver mi mundo caer.
Te dije que era tu adorado esposo, que estábamos casados y que juntos iríamos a desayunar a la terraza porque MinKi y DaeHyun nos habían venido a visitar.
Pareciera que despejaste tu mente en el momento que sacudiste ligeramente tu cabeza, impidiendo que esa niebla que se atravesó por delante te borrara los recuerdos, asentiste, reíste con nerviosismo y dijiste que estabas jugando conmigo, luego te acercaste para dejar un beso en mi mejilla antes de salir del cuarto.
¿Te tendré que recordar cada día cuánto me amas?
Lo haré, así como también seguiré empeñado que mi corazón no se ha debilitado.
Con amor, SeungCheol.
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