Amigos

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Estamos sentados en el mesón, comiendo algo, sin decir muchas palabras. Después de aquel abrazo, invité a Christopher a que se alimentara un poco, queriendo hacerle un bien a su cuerpo, y alma, si es posible.

- ¿Quieres más? - Él niega en silencio, haciendo una leve mueca de sonrisa avergonzada.

- Estoy lleno. No creo poder comer algo más. - Levanto mis cejas, observándolo con sorpresa y dolor. - ¿Qué?

- ¿Por qué no estás comiendo? - Él suspira con cansancio, levantando sus hombros.

- No lo considero necesario. Mi cuerpo pide otra cosa para calmar la pena que me embarga. - Frunzo mi ceño.

- ¿Estás embriagándote en vez de alimentarte? - Mis palabras salen sorprendidas pero en una especie de regaño oculto. - ¿Por qué harías algo así?

- ¿Por qué no? - Sus palabras me dejan fría. - Perdí la razón aquella vez; no veo sentido en seguir adelante.

Sus palabras duelen.

- No puedes hablar en serio. - Me mira con fijeza, haciéndome ver que habla muy en serio. - Christopher, es por tu salud.

- ¿A quién le importa? - Quise levantarme y abofetear su rostro pero me controlé. Se siente traicionado.

- A mí me importa. - Sonríe levemente, con una especie de suspiro sarcástico.

- No te importó... - Me levanto por encima del mesón, cubriendo sus labios con mi mano derecha, impidiendo que diga lo que iba a decir, mirándolo con dolor.

- Sí me importó. Siempre me importó. - Niego en silencio, sin dejar de mirarlo. - Lloré cada desgraciada noche porque me dolía. Te extrañaba, te extraño, lo sigo haciendo, Christopher, pero necesitaba alejarme. - Suelto sus labios, suspirando en silencio, dando la vuelta para acercarme a su cuerpo. - ¿Qué habrías hecho tú?

- No me habría ido. - Asentí ante sus palabras, mirando a un costado de su cuerpo.

- Tienes razón. Debí haberme quedado. - Lo miro nuevamente, tomando su rostro entre mis manos. - Perdóname, Christopher. Lamento haberte dejado a tu suerte, sin pensar en el daño que pude haberte causado. Pensé sólo en mí. Fui egoísta.

Pequeñas lágrimas escapan de sus ojos, cayendo sobre mis dedos; las seco con mis pulgares, mordiendo mis labios al ver su dolor, tan grande como el mío; quizá más.

- Quise odiarte más de una vez pero... - sus palabras me hacen sentir una leve punzada de dolor en mi pecho - no pude. Parece que mi corazón sólo quiere amarte sin descanso; tampoco le importa que lo hayas dejado. Sólo quiere recuperar a la mujer de su vida, el amor de su vida.

Asiento ante sus palabras, dándole un abrazo reconfortante, sintiendo que suspira con algo de alivio ante mis movimientos.

- Todo estará bien, ya verás. - Asiente levemente, apretando el abrazo a mi alrededor. - ¿Quisieras descansar un poco? - Me separo de su cuerpo, observando unas leves ojeras debajo de sus ojos. - Parece que no has dormido mucho.

- Estoy bien, tranquila. - Asiento en silencio, no queriendo obligarlo. - ¿Volverás?

Su pregunta me deja quieta, mirando a otro lado, pensando en eso. No sé ni qué responder ante aquello.

- No lo sé. Aquí tengo trabajo y me siento bastante tranquila. - Él me mira confundido.

- Tu vida es conmigo. - Asiento, acercándome a él.

- Tienes razón pero, aquí, no estoy pensando continuamente en si te miran o no; te tocan, coquetean o no. - Él frunce su ceño.

- ¿Acaso crees que no he pensado en eso, todo éste tiempo? ¿Crees que no he pensado si alguien más te ha conquistado? - Niego en silencio, dejando en blanco mis ojos.

¿Sueños Quebrados? (Terminada Y Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora