Arcángeles al rescate

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Los arcángeles se tomaron su tiempo. Dean tuvo tiempo de ir por hamburguesas, y Cas y Jack de levantarse de su siesta, Rowena también se había unido al almuerzo. Michael, Raphael y... ¿Lucifer? Bajaron por las escaleras como si de su casa se tratara.

- ¿Qué demonios hace él aquí? – Señalo el Winchester mayor a Lucifer.

- ¡Eh! No te alarmes. Yo escuche de la fiesta y no pude evitar venir. – sonrió con picardía.

Dean miro a Michael buscando respuesta, y el arcángel mayor evito su mirada. Castiel fue arrebatado de los brazos de Jack. Miradas azules chocaron. Los ojos de Michael brillaron, e inmediatamente Cas grito y pataleo como si las manos de su hermano le quemaran.

Jack le arrebato el bebé a Michael, protegiéndolo en sus brazos y mirando con furia al arcángel.

- Oye, dámelo.- Reclamo con tranquilidad.

- Le hiciste daño. – Objeto el nephilim. – No voy a dártelo.

Cas calmo su llanto aferrado a la camiseta de Jack con todas sus fuerzas. Michael lo miro con extrañeza, su pequeño hermano le tenía miedo. El joven se llevó a Cas a su habitación sin preguntar si iban a intentar algo más.

- ¿Qué le pasa? – Interrogo Lucifer curioso.

- No lo sé. – Admitió. – Su gracia parece rechazarme.

- ¿Cómo es eso posible? Somos más fuertes que él. – Intervino Raphael.

- Eso es lo raro.

Los Winchester se miraron cómplices, y confundidos aún más que los arcángeles.

- O sea, que bebé Cas es más fuerte que tú. – Rio Gabriel, burlándose de su hermano mayor.

- Significa que algo más fuerte lo protege. – Corrigió Raphael.

Gabe blanqueo los ojos ante el típico show de defenderse uno al otro que Raphael y Michael armaban siempre. Lucifer robo una de sus dulces aprovechando su distracción, y camino en la dirección en la que Jack se había marchado, mientras los otros discutían.

Agudizo sus sentidos intentando adivinar cuál era la habitación de su hijo. No necesito de sus sentidos, en la puerta de Jack había una inscripción en enoquiano con su nombre que Castiel había hecho para él. Toco dos veces y abrió despacio.

- Hey. – Saludo.

Jack jugaba con Cas sentados en el suelo y rodeados de todos los juguetes nuevos que Dean había comprado. Un oso-angel era el favorito del bebé. Una cuna había sido instalada del lado derecho de la cama, donde había uno de esos colgantes que giran, con cuatro ángeles dorados; era la antigua cuna de Jack que había quedado en la casa en la que nació. Una pañalera sobre el cambiador y cajonera para la ropita ocupaban la esquina de la habitación, y el escritorio había sido repleto de juguetes y libros sobre bebés. En el suelo, una alfombra celeste y rosa era la zona de juegos.

- ¿Qué necesitas? – Pregunto sin mirar a su progenitor.

- ¡Oh! Solo quería... ya sabes, saber cómo estabas. – Esto de ser padre no era nada fácil.

- Bien. –

Cas gateo hasta Jack con torpeza. El joven lo sentó frente a él intentando entender que quería, y porque había abandonado al oso-angel. El bebé se conformaba con tenerlo cerca. Chupo su mano con insistencia, algo que los libros de padres primerizos pedían que se remplazara por un chupón. Jack lo recordó y busco en el bolso del bebé aquel plástico azulado, quitando la manito y reemplazándola.

- Se te da bien con los bebes. – Resalto Lucifer apoyado en el marco de la puerta, inseguro de entrar.

- Castiel compro libros y se esforzó mucho para cuando yo naciera; solo seguí su ejemplo. – Sentencio, mirando como los ojos celestes de Cas se juntaban al centro para intentar mirar el chupón.

- Cas es un poco obsesivo a veces. – Sonrió recordando al ángel hace un par de siglos.

- Es bueno, a veces demasiado. –

Si, Lucifer estaba de acuerdo. Su hermanito siempre había sido "blando", no existía ni un poco de maldad en él, y tuvo que aprender por las malas a enfrentar las adversidades. Se acercó despacio al par, casi como pidiendo permiso. Cuando se sentó, Cas quito su atención del chupón y miro a su hermano mayor.

- Hey, ¿Qué pasa?

Castiel estiro sus brazos hacia el arcángel abriendo y cerrando sus manos. Lucifer acomodo sus piernas a lo largo, usando la cama como respaldar y sentó al pequeño en su regazo. Inmediatamente Cas se aferró a su mano, jugando con ella.

- Si supieras las veces que te mate o lo intente, estarías llorando a mares. – Bromeo.

- Supongo que eso es lo que lo vuelve más raro. – Sonrió Jack, pero aquel gesto desapareció rápidamente. – Son tus hermanos, ¿Por qué les hiciste daño?

- ¿Sabes? A veces, cuando hay tanto odio y resentimiento... - Miro a su hijo con sinceridad. – la basura salpica a quien está cerca.

- Pudiste haber evitado eso. – Había cosas que podía entender de Lucifer y otras que costaban mucho más esfuerzo.

- Lo sé. – Admitió.

Las manos de su hermanito eran tan pequeñas dentro de las suyas, y quitando el hecho de que esos no eran sus cuerpos, aun así era tan pequeño. Cas era tan frágil. Estaba tan roto. La mirada que voltio a verlo era tan inocente. Cas era inocente y no merecía esto... él no tenía derecho a hacerle daño. 

Jack se dirigió a la cocina, escuchando como todos discutían acerca del bebé. Preparo la leche y la puso en la maquina rara. Dean apareció a su espalda, asustándolo.

- ¿Y Cas?

- Esta con Lucifer en mi habitación. – Dijo con tranquilidad.

- ¡Lo dejaste con él! ¡Jack...! –

- Tranquilo, esta bien. –

Dean no logro dilucidar que, pero había raro en su mirada. Algo como tranquilidad, como si hubiese dejado a Castiel en manos de la persona más dulce e incapaz de hacerle daño; lo cual era todo lo contrario para él. Jack tomo el biberón y el cazador lo siguió de cerca.

Abrieron la puerta solo un poco, para no alertar a los hermanos adentro. Lucifer había recostado al pequeño Cas en sus piernas, haciéndole cosquillas. El ángel reía a carcajadas, achinado los ojos y agitando sus manitas.

- Adivina qué. – Lucifer arrugo su frente y Cas imito el gesto. El arcángel tomo con su mano izquierda el peluche de una ardilla y con la derecha al favorito de Cas. – El oso-angel no permitirá que dañes a la pequeña ardilla. – Una voz grave y de película acompaño el relato. – Tendrás que enfrentar sus... ¡cosquillas!

La ardilla fue abandonada por ahí, y el oso-angel ataco la pancita de Cas con la ayuda de la mano libre de Lucifer. El bebé rio nuevamente. El sonido era la melodía más hermosa en los oídos del arcángel. No había escuchado jamás reír a nadie así, ni siquiera el mismo, al menos no sinceramente.

Jack entro finalmente y le paso el biberón como la cosa más normal del mundo. Cas se prendió a él como si dependiera de su vida. Dean apareció también, mirándolo con advertencia. Sabía que no era bienvenido para los Winchester, pero su mayor problema ahora era el bebé que lo miraba con ojos curiosos. 

Volviendo a ser familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora