Primeros pasos hacia Michael.

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Lucifer miraba con desconfianza a su padre desde una esquina, aferrado al bebé que dormitaba bebiendo su biberón.

- Ya no me mires así. – Pidió Dios.- No quería hacerle daño.

El arcángel no retiro su mirada, y Cas alejo el biberón para mirar a su padre de la misma forma.

- No le enseñes a mirarme así. – Chuck estaba indignado, mientras algunos de los otros reía.

- Cas es el futuro Lucifer. Jack, tienes reemplazo. – Bromeo Gabe. Las risas lo acompañaron.

Michael no reía. Tomo al bebé de los brazos de su hermano y se sentó con él a un lado de su padre. Lucifer lo observo irse, incrédulo. Castiel lo miro y con ayuda, logro pararse sobre las piernas del mayor. Miro a su hermano mayor a los ojos y beso su mejilla como Balthazar le había enseñado.

- Oww. Es súper adorable. – Aporto Gabe.

- Tengo la cara babeada. – Se quejó Michael.

Las risas volvieron a escucharse y Lucifer se acercó aun receloso. El pequeño sonrió al verlo nuevamente.

- ¿Puedo? – Pidió Chuck.

Michael no lo dudo, pero Lucifer sí. El bebé también tenía sus dudas sobre confiar o no. Chuck imito a su hijo mayor y paro al pequeño.

- Hola, pequeño soldado. – Instantáneamente Cas se lanzó a sus brazos.

Su padre se sorprendió por el gesto. Nunca había visto a Cas después de haberlo creado, hasta hace unos años, no tenían el típico lazo de padre e hijo. Aunque estaba orgulloso y amaba a su hijo, él no lo sabía y por el contrario conocía los sentimientos de Castiel. El pelinegro creía ser el más grande fracaso de su padre. Sin embargo, el ángel seguía amándolo con la misma intensidad siempre.

- Ahora babeara tu camiseta entera. – Afirmo Dean, volviendo las risas con él.





Mientras todos se volvían locos buscando información y soluciones, Jack paseaba a Castiel. El ángel daba pequeños pasitos inseguros, bien aferrado a las manos del joven nephilim. Llevaba unos zapatitos azules con abrojo, y un pantalón negro, mientras que su camiseta tenía la estampa de un alce animado. (Cortesía de Dean y la burla hacia su hermano).

Cuando lograron llegar a la sala donde todo el caos se concentraba, los ojos de Castiel se elevaron de sus pies, casi perdiendo el equilibrio en el movimiento. Michael los vio.

El arcángel se acercó a paso lento, seguido por la atenta mirada de Cas.

- Suéltalo. – Ordeno a Jack sin pestañar, con su mirada firme sobre el bebé.

- Aún no sabe caminar. – Reclamo el rubio.

Michael lo observo con aquella mirada que se parecía tanto a la de Lucifer y que causaba el mismo terror. Jack se mordió los labios con disgusto y soltó despacio los bracitos del pequeño. Castiel se balanceo de nuevo, a punto de caer. Logro mantener el equilibrio con dificultad, el nephilim lo observaba desde atrás, listo para tomarlo ante cualquier peligro de caer.

Uno a uno los presentes dejaron lo que estaban haciendo para girar a ver la situación.

- Ven aquí, Castiel.

El bebé lo miro con ojos curiosos y una manito babeada en su boca. Entendía lo que debía hacer, y Michael lo sabía y confiaba en lo que el Cas que conocía podía hacer.

Un pasito fue logrado, el segundo también, en el tercero se tambaleo y en el cuarto cayo. Jack estaba a punto de correr a acallar el llanto, pero fue frenado por el poder del arcángel.

- Déjalo que se levante solo. – El pequeño no paraba de llorar y miraba a todos pidiendo auxilio. – Castiel, levántate y deja de llorar.

El llanto seso inmediatamente, y los ojos llorosos se centraron en el hermano mayor parado enfrente. Castiel quería llegar a él. Con esfuerzo y torpeza se puso de pie, aun con hipitos. Unos pasitos inseguros más y se aferró a la pierna de Michael.

Los demás miraban con sorpresa, menos los que ya conocían bien a Mike. Él era quien ponía orden entre sus hermanos y el mismo había entrenado a Castiel para que fuese uno de los mejores. Michael era el padre que Cas nunca había conocido en el cielo. Muchas veces parecía un pesado, y demasiado estricto, pero detrás de todas esas órdenes, buscaba lo mejor para todos sus hermanos menores.

El arcángel levanto finalmente al pequeño que se abrazó a él con una risita de éxito.

- Deberías estar corriendo a estas alturas. – Se quejó.

Las imágenes de Castiel siendo acusado y castigado por traicionar órdenes directas, llegaron a su mente. Aquella vez le había dicho cosas horribles a su hermano, creyendo que recapacitaría. Pero la palabra "decepción" solo había llenado de lágrimas los ojos de Castiel, lagrimas que no se permitiría derramar frente a su hermano, lagrimas que dolían más a Michael que al ángel, lagrimas que se mezclarían con la sangre de su rostro más tarde. Ahora podía comprender las razones de Castiel, y sabía que jamás había estado desilusionado por sus acciones, Michael solo quería evitar que el camino de Lucifer fuese recorrido de nuevo.

Seco las mejillas rosadas del bebé, y pidió perdón en silencio. 

Volviendo a ser familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora