Lara Gendius

23 1 0
                                    

Cruzaron el pequeño, pero espaciado puente del sur que los llevaba al islote donde el hogar de los Gendius se alzaba. Cuando niños, Lucca le había relatado a Crono sobre el lugar. Tres siglos atrás, sus tatarabuelos construyeron su casa en ese espacio para alejarse de la gente y tener tranquilidad. La paz y el silencio les permitían pensar con claridad una forma de asistir las necesidades tecnológicas del Reino. Los Gendius habían conservado su prestigio desde hace siglos como inventores, arquitectos y herreros en tiempos remotos.

Crono poseía una copia de la llave de la casa, siendo una de las pruebas de confianza que la familia le otorgó por su amistad con Lucca, ellos también tenían una de la suya. Siempre esperó que se la exigieran desde que deshizo el compromiso, pero no les importó o lo olvidaron porque después nunca comentaron nada al respecto.

Pese a ser una enorme casa lujosa de allegados al reino, en el interior sólo reinaba el desorden, especialmente por un inmenso y extraño artefacto al fondo de la estancia. Parecía tener años arrumbado ahí: dos cilindros gigantes conectados a una rampa giratoria junto a una rendija. Las intenciones del señor Taban hace años para esa cosa, fueron las de construir un pasillo por el que uno no tuviera la necesidad de caminar, pues las personas se pararían en la rampa simulando el suelo, y esta se movería por sí sola llevando a la gente al otro extremo. Un gran proyecto que ganó el entusiasmo del rey en su momento, aunque terminó abandonado por alguna razón de la que Taban no quiso compartir con nadie. Alguna vez Crono le preguntó a Lucca si conocía el motivo, ella lo negó, alegando por aquél entonces no ser más que una niña muy pequeña para poder recordarlo. El muchacho teorizó que el proyecto debió ser rechazado directamente por el rey a la larga, al igual que la máquina Gato cuando lo presentó la última descendiente de los Gendius hace un par de años.

—¡Lucca! ¿Estás aquí? —Llamó Crono, mientras que Marle fisgaba entre los inventos.

—¿Eres tú, Crono? —Se escuchó una voz arriba, en la segunda planta.

La pareja subió las escaleras, llamaron a la puerta y al escuchar el permiso para entrar, ya adentro de la habitación encontraron a una mujer de mediana edad de cabello castaño largo igual al de Lucca antes de cortárselo, además estaba sentada en una silla extraña con dos ruedas a los costados.

—Señora Gendius.

—Hola, hijo. Buscabas a Lucca, ¿verdad? —saludó Lara con naturalidad cuando lo vio entrar— Ella me pidió que te avisara...

La vista de Lara pasó hacia Marle cuando entró después. La muchachilla se congeló del miedo al mirar a la señora Gendius. No hizo ningún comentario respecto a su estado, como Crono se imaginó, aunque quizá no era eso lo que la perturbaba, posiblemente era la mirada inquisidora que le dirigía. Intentando disimular la incomodidad por ser vista de aquella manera, saludó imitando la misma postura que tuvo cuando con gusto conoció a la señora Degjel.

—Señora Gendius, encantada de conocerla. Mi nombre es Marle Q'Bey.

Pero ella continuó observándola amenazante. Ahora Crono sintió miedo cuando tuvo la ligera sospecha de lo que pasaba por la mente de Lara. Finalmente habló con un tono frío dirigiéndose hacia el pelirrojo.

—Mi esposo y mi hija salieron temprano a la feria del Milenio. Lucca me pidió decirte que la buscaras en el nivel más alto de la plaza.

El pelirrojo sintió sin sentirse tranquilo. Tras dar el mensaje, la mujer nuevamente clavó sus ojos sobre Marle.

—Disculpa... ¿Marle? Dime, ¿conoces a mi hija, eres amiga suya acaso?

—Yo... no, solo... conozco a Crono.

La fulminante mirada de Lara se abalanzó esta vez contra el muchacho.

—¡Ella fue el motivo!

Marle se sobresaltó confundida, mientras su amigo se apresuraba a replicar comenzando a irritarse.

—¡No, señora Gendius! Ya aclaré eso con ustedes y su hija.

Lara ya lo había ignorado, ahora se dirigía a Marle.

—Niña, ¿exactamente qué es de ti este muchacho?

La joven suspiró más aliviada, aunque todavía sin entender lo que sucedía. Respondió con la mayor naturalidad que logró.

—Un amigo. Lo conocí esta mañana en la plaza.

Era una respuesta sencilla, y Lara capaz de ver la verdad en las personas, no encontró mentira alguna en la joven. Más relajada, e incluso avergonzada por su comportamiento, se disculpó con Crono.

—Lo siento, hijo. Creo que me dejé llevar. Aún me cuesta trabajo asimilarlo.

—Soy yo quien todavía se siente avergonzado, señora. No le quitaré más tiempo. Mi madre vendrá dentro de poco a hacerle compañía.

—Gracias, se los agradezco.

Sintiéndose también apenada con Marle por haberla encarado de aquella manera, intentó ganarse su simpatía.

—Entonces, Marle, ¿sabes que mi hija es una inventora?

—Como su esposo, según sé —contestó recuperando su mezcla de curiosidad y educación natural—. Me parece que en la feria montará algo relacionado a un invento suyo, ¿me equivoco?

—Para nada. Si lo que deseas ahora es preguntarme sobre de qué se trata, mucho me temo tendrán los dos que descubrirlo por su cuenta en la tarde. Esa niña me ha hecho jurar no decirle a nadie de nada hasta la demostración oficial. Aunque te diré en secreto, me dio un adelanto con su padre sobre lo que es, y te diré será lo más extraño que te puedas imaginar. Parecerá más magia que ciencia.

Los ojos de Marle despedían un brillo de curiosidad, sorpresa y anhelo intensos. Sea lo que fuera, el deseo de conocer a Lucca y presenciar el funcionamiento de su maravilloso invento, se convirtieron en una increíble necesidad. Sin duda Lara tenía el don de saber despertar el ansia sobre las personas para conocer las invenciones de su esposo e hija, independientemente si su funcionamiento fuese útil o al menos correcto.

—En serio deseo presenciarlo —exclamó la muchacha más para sí misma.

Sonriéndole, la señora Gendius apreció el cumplido sintiéndose complacida, también a Crono, aunque vaciló un poco al notar la manera en cómo miraba a la muchacha.

—¿Tu también quieres verlo, Crono?

—Claro.

Dio la respuesta sin desapartar la vista llena de curiosidad sobre Marle. La tranquilidad de Lara se fue esfumando, pero al menos mantenía el dominio sobre sus emociones en esta ocasión a la del anterior exabrupto.

—Pues marchen ya. Espero disfruten el espectáculo.

Tras despedirse apropiadamente y retirarse, Lara suspiró. Los había enviado con su hija dándose cuenta muy tarde del error que fue. Esperaba, Lucca no se diera cuenta de lo que recientemente ella acababa de descubrir acerca de Crono.

Chrono Trigger - La NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora