Sobre modales y morales

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Una vez fuera de la plaza, Crono y Marle caminaron un poco por los alrededores de Truce para dirigirse al desierto. La mucama observaba con sorpresa cada rincón del pueblo. El muchacho imaginó que los padres de ella debían ser también criados de guardia, y por eso la muchacha quizá había crecido toda su vida dentro del territorio del castillo, para entender que el mundo exterior le pareciera algo tan fantástico.

—¡Oye, bastardo de Truce!

Ambos reaccionaron al instante volviéndose contra la persona. Hacía tiempo que nadie llamaba así al pelirrojo, de hecho las ofensas frenaron cuando se comprometió con Lucca. Ya se había imaginado que era cuestión de tiempo para que la gente volviera a retomar su viejo apodo. Se trataba de un comerciante joven que vivía aún con sus abuelos y su hermana, bastante divertida por el momento, ella estaba apoyada en el pórtico de la casa presenciando la humillación de Crono. Él hubiera podido ignorarlos en otras circunstancias, pero le habían gritado delante de su acompañante y eso fue el motivo de su frustración.

—¡Tengo un nombre, sabes! —les gritó encarándolos a distancia—. No gastes saliva conmigo, mejor ve al festival a molestar a otro.

—Yo quiero ir al festival —se quejó la otra muchacha observando con apatía a su hermano.

—Sabes que los abuelos se han ido temprano al festival.

—Es injusto, ¿a qué van?

—Nunca se es demasiado viejo para recoger puntos de plata. Aparte, tenemos que vigilar nuestra mercancía mientras no estén para que cierta gentuza no intente robársela —vuelve la mirada hacia Crono—. ¿O no, bastardo?

Harto, prefirió seguir de largo ignorándoles. No soportaba que Marle escuchara esos insultos, temiendo que luego ella deseara unírseles al entender con quien estaba, abandonándolo de pronto. Pero ella no avanzó del lugar de donde estaba parada. En su bello rostro había aparecido un semblante furioso, así como una mirada cargada de ira contra el comerciante.

—¡Por qué no vienes a decirnos eso de frente si te crees tan valiente!

—Señorita, no se meta en estos asuntos. Siga mi consejo y aléjese de esa gentuza que ofende al mundo por el solo hecho de haber nacido... ¡Ah!

A pesar de estar a una distancia considerable de ellos, eso no impidió a Marle recoger una piedra tan rápido como la arrojó centrándola en la frente del joven. A su lado, la chica se agachó para auxiliar a su hermano que había caído al suelo tras perder el equilibrio. La piedra no era muy grande, sin embargo le marcó al tipo un punto rojo intenso en la frente.

Crono volvió a quedarse mudo y lleno de asombro por la acción de Marle, ella parecía orgullosa de su proeza.

—Nadie debería hablar mal de la gente así.

—Pero Marle... no debiste, yo... gracias.

—No hay por qué. No acabo de entender por qué la gente le da tanta importancia a las circunstancias en que uno nace.

Alejándose, escuchando a lo lejos las maldiciones de la pareja de hermanos contra ellos, Crono se detuvo para hablar un momento con Marle, aún desconcertado e impresionado. Ella siendo todavía una desconocida para él, le había defendido de una forma en que ni siquiera Lucca se hubiese atrevido.

—Marle, te agradezco lo de hace un momento, pero no debiste de tomarte así las cosas. Ellos tienen razón, soy inferior por mi casta, eso...

—¿Y qué si no tienes un padre? Me has dicho que tienes a tu madre. Y esos hombres por mí igual si fuesen reyes, son muy groseros e inferiores a ti. Tú eres educado y muy atento conmigo. Estás por encima de su posición pese a lo que crean o te hagan creer.

Chrono Trigger - La NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora