II

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Bueno, ha sido una semana interesante, tranquila y sin grandes ajetreos. Normal.

Pero si hay algo que mi cabeza no quiere entender o que mi cuerpo repele es el libro de economía que Keyden me presto para preparar mi ensayo. Es tan aburrido y pegajoso que mis ojos parecen cansados cada vez que quiero siquiera leer más de tres líneas, soy rápida, puedo leer lo que sea, incluso las instrucciones del Shampoo pero esto... Parece peste.

—¿Por qué esa cara tan larga, Samy? –Aira pasa uno de sus brazos para tomarme por los hombros mientras caminamos a la cafetería. Hace un tierno puchero mientras me ve con sus ojos cafés hipnotizantes.

Aira era de estas chicas sumamente delgadas cuando era pequeña, sus huesos se notaban y por eso era foco de burla para muchos, no era porque no comiera, si no porque su metabolismo era así y no todos lograban comprenderlo. Hasta que un verano la pubertad se hizo presente e hizo dar un giro de 180 grados a las cabezas de los chicos cuando pasaba. 

—estoy-cansada-de-esto –espeto cuidado mis palabras, estoy molesta y cuando eso pasa comienzo a gritar, por eso para frenar el monstruo interno que vive en mí, decido marcada cada palabra de lo que digo.

—¿esto? –entramos a la cafetería donde veo a muchos caminando de un lado para otro con sus bandejas o zumos de fruta.

Llegando a una mesa vacía saco el gigantesco libro de Keyd y lo dejo caer, haciendo un ensordecedor ruido —¡esto!

"La decadencia de nuestro país" por "Luis Pepher" –lee el título y autor, mientras se sienta y mira la tapa con sumo interés. —¡Oye! Yo lo conozco, es un muy buen autor –declara antes de meterse un cubito de manzana a la boca. 

—Sí, pero es un... un... –no sé qué palabra usar para destacar lo aburrido y mata libros que es. Cierro mis ojos y dejo escapar un suspiro que contengo mientras mi mis uñas comienzan a penetrar la palma de mis manos por lo apretada que las tengo. 

—tranquila –me hace entrar en razón, mientras me siento —seguro ya conseguirás a alguien que te pueda ayudar.

Después de todo, tuve que contarle a mamá lo del ensayo... obviamente omitiendo ciertas partes como que iba a reprobar Historia, otra vez. Por lo tanto, el mete narices de Keyden tuvo que escuchar la conversación Privada que tenía con mi madre y pues, llegamos a esto, el libro que según él "es un manjar de los dioses".

Que peste.

—¡Las encontré! Al fin –grita Cath sentándose a mi lado casi tirándome de mi puesto. —lo siento. –se disculpa sacando un poco de cabello de su boca y dejándonos apreciar sus ojos azulinos.

—¿todo bien? –pregunta Aira viéndola cuestionablemente.

—¡no! Nada bien

-y eso es por... –destapo mi jugo de manzana y bebo un poco del, ¿les mencione que es mi favorito?

—Están remodelando el salón de artes.

—¿y eso qué?

—los transfirieron al salón de música, ¿Cómo se supone que ensayare ahora? La maestra Truman me matará si no lo hago –parece una niña pequeña siendo privada de su juguete favorito, y en cierto sentido lo es. Pero ella no está así solo por eso... Hay algo más.

—¿estas segura que solo es eso? Porque perfectamente podrías ensayar en tu casa.

—Sabes que mi padre jamás me dejaría tocar –y lamentablemente es verdad, el padre de Cath es un padre esforzado lleno de virtudes increíbles, crió a su hija solo cuando su madre murió a los seis años de Cath. Es solo que la música en casa de Cath ya no se ha vuelto a escuchar desde entonces y uno de los pocos recuerdos que queda en ella es el viejo piano de su madre.

INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora