XX

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Hoy, 4 de Julio es el día más importante de los Estados Unidos de América, es un día donde todas las familias celebran la independencia de nuestro país con comidas, juegos, desfiles, banderas por todos lados colgando, familias comiendo en parques felices, para luego todos quedarnos estupefactos por los fuegos artificiales que son tirados al estrellado cielo.

Si, muy patriótico todo.

Estamos con las chicas en un pequeño parque donde hay muchos juegos, peluches, niños corriendo, riendo, carruseles, rueda de la fortuna, oh, hace tanto que no me subo a una…

—Ultimo 4 de Julio… –suspira Aira viendo idílica todo a su alrededor.

—Ultimo 4 de Julio siendo ilegales –reímos tras el comentario de Cath, es cierto, es nuestro último año antes de pasar a los temidos y amados dieciocho, ese periodo que supuestamente te hace sentir libre pero en realidad es solo pánico al saber que tendrás que mantenerte, cuidarte y alimentarte por si solo…

—Por eso, la vamos a pasar increíble.

Por lo que instantáneamente nos fuimos a recorrer la feria llena de los colores de nuestra bandera, reíamos, nos molestábamos y jugueteábamos entre nosotras.
No venimos muy arregladas, yo al menos vengo con unos simples shorts, una camiseta dentro de esta que dice USA y unas zapatillas. Simple.

Pero en un instante de tumulto enorme de gente nos embosca y comenzamos a separarnos, llegado el punto donde me quede sola en mitad de la feria viendo a todas partes en busca de alguna de mis amigas, pero nada.

Perfecto, ¿Cuál es la maldita idea de dejarme sola casi siempre que salgo con ellas?

Suspiro y comienzo a buscarlas, quizás esa ola de gente se las trago llevándoselas, o quizás salieron por otro lado quedando igual de despistadas que yo.

Pero ya que más da, prefiero disfrutar este día en vez de pasármela pensando cosas negativas, hoy no.

Mamá me da este día para celebrarlo con mis amigos, no así el día de Gracias, ese es sagrado solo y exclusivamente para la familia.

Una brisa marina me llega en la mejilla, haciéndome recordar que muy cerca estaba el mar ya a punto de recibir al sol, por lo que voy acercándome cada vez hasta llegar a la barandilla que separa la playa de la pequeña plaza.
Quedándome ahí, recibiendo toda esa energía que muy pocos están disfrutando ahora, por ahí hay una pareja de enamorados muy abrazados susurrándose al oído, que romántico y cliché.

Pero no puedo pensar así ahora ya que una sonrisa se cuela en mis labios recordando tantas cosas… recordando cuando tomo mi mano, cuando nos gritábamos un millón de improperios y aun así el destino no dejó que nos separáramos ¿es extraño, no? Dos personas que se odian, que no se soportan y ahora miren, sin poder sacarlo de mi cabeza.

Sus ojos avellanas ahora roban mis sueños, los mensajes de textos por las madrugadas ahora llenan mi cuarto, las improvisadas escapadas, las veces que mate sus móviles… Esas no cuentan.

—Feliz cuatro de Julio, llamita –me asuste de una manera que tuve que lanzarme hacia atrás por el susurro que alguien que conozco bien hizo en mi oreja, a la vez que por delante de mí un algodón de dulce rosado me quita la mirada.

—¡Dylan! –grito su nombre asustada y a gusto de saber que esta aquí, conmigo.

—Algodón o palomitas –pone los dos dulces en frente instándome a escoger, pero hay uno en específico que no estoy viendo y que deseo comer ahora mismo.

—Lo que quiero no está aquí, Dylan –me cruzo de brazos como una niña mimada.

—Creí que te gustaban los… –pero antes de que pudiera siquiera terminar su oración, me giro atrapándolo por las mejillas atrayéndolo hacia mí, para terminar en ese dulce beso que era lo único que quería Probar.
Sorprendido y sin demora me lo responde gustoso, sin peros o alguna objeción. Una sonrisa interrumpe el beso —tan solo me lo hubieras pedido.

INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora