Mi mejor amigo.

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Te decía...Acá soy de una manera, y afuera de otra. Será porque acá me siento seguro, seguro de todos y hasta de mí, porque me di cuenta que donde vaya no hago más que mandarme macanas. 

En nuestro cuarto nadie puede hacernos daño. Estás vos que sos mi mejor amigo y no porque seas el único; con vos, no sé, puedo soltarme sin temor al ridículo. Me acuerdo cuando llegaste y te miré con cara rara. Mis papás me preguntaron: "¿Y? ¿Te gustó? Mirá que bueno! Qué grande, no?". No sabía si se estaban burlando de mí o eran realmente tan idiotas para creer que un muñeco de trapo, vestido de conejo, podía ser tan especial para un chico como yo, porque eso soy, ¿no? un varón. 

Te odié ni bien te ví. Fue por eso que te dejé varias semanas debajo de la cama. Es que cuando vi llegar una bolsa tan grande me imaginé otra cosa, tantas otras cosas...desde un robot a control remoto a una estación de trenes con todas sus piezas armables; pero nunca, nunca creí que me iban a dar un pedazo de tela con tela adentro, con dos mangas como orejas, con dos botones como ojos, con dos plásticos blancos como dientes. 

Pensé que se me caía la tierra encima, al menos me hubiesen regalado una pelota, o botines, o una muñeca, o demás cosas para entretenerme. Cuando te saqué de la bolsa tuve que disimular estar contento.

Como de costumbre. 

Pedazo de nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora