—¡Caballero!, ¡espere!—grité cuando este dio la vuelta y en una esquina de la calle desapareció.
Traté de salir, pero comenzó a llover, así que decidí entrar, cerré la puerta e iba a hacer lo que "Águila Negra" me pidió: entregarle su mensaje.
Caminé lo más rápido que pude para subir a la segunda planta, el viento aún era muy fuerte y levantaba mis faldas. ¡Me estaba faltando al respeto!
Al llegar a la segunda planta me dirigí a la habitación de en medio, aquella que había sido asignada al extraño con fetiche de caer de los techos.
—¿A dónde vas?—preguntó mi padre al interceptarme agarrando mi brazo con brusquedad.
—Yo...—dije dudosa—¡yo iba a ver al pobre hombre!, ¡le iba a decir que nuestra familia es su familia y que estamos para todo cuando nos necesite!
La verdad es que yo tengo una gran facilidad para mentir, lo aprendí desde pequeña, cada vez que hacía una cosa—buena o mala—, padre me regañaba, así que debí mentir para obtener todo lo que yo quería. La gran mayoría de ocasiones, lo he logrado.
—Norita siempre tan solidaria—sonrió hipócritamente —, pero no hay tiempo de eso, lo haces después, ahora, vístete decente para el velorio de los hijos de los Nitsch.
—¿Tan temprano?—pregunté extrañada.
—¡Por Dios Nora!, ¡son las cuatro de la tarde y dices que es temprano!
¡Cuatro de la tarde!, ¿cómo pasó tan rápido el tiempo?, si hace unos momentos estábamos desayunando.
—Claro padre—dije sin mostrar mi incredulidad.—¿Y la tormenta?
—No importa si hay un diluvio o no, nosotros iremos.
—Está bien—. Acepté sin ganas.
—Apúrate, que nos vamos a las seis menos quince, ya que te vistes muy lento.
Subí a la tercera planta, donde está mi habitación, es la primera del lado derecho, está en una esquina. Entré y me dispuse a buscar un vestido negro, mas bien, a elegir, porque tenía muchos vestidos negros. Junto al color vino y el azul, era de los colores que más me gustaban.
Elegí uno que no se viera tan lujoso, porque no iba a una fiesta, iba a un velorio, pero tampoco uno demasiado sencillo, pues siempre tengo que lucir bien.
Me di un rápido baño para no ir sucia allá. Me hice un moño, y elegí una peineta negra con unos diamantes pequeños, se ven bien en mi cabello castaño. Dejé unos mechones colgar de mis sienes. Me puse polvos hasta quedar totalmente pálida, padre nos ordenaba que cuando fuéramos a un velorio, pereciéramos tan miserables como la familia doliente.Me puse las faldas y posteriormente el vestido. Unos guantes negros también. Bajé lo más rápido que pude para ser puntual.
—El señor Keselowski ya partió, junto a la señorita Eva y las señora y señorita Szolkowy —informó un cochero que estaba en la planta de abajo.
—¿Bianca tampoco ha partido?—pregunté al no verla por aquí.
—No, Bianca, digo, la señorita Keselowski, aún no baja—dijo nervioso.
—Muy bien, gracias Karl.—Le agradecí.
Karl es un joven de unos cuantos años mayor que yo, no ha de pasar de veintitrés años, casi que crecimos juntos, sé que está interesado y entusiasmado con Bianca, lo he notado en sus ojos, en su forma de hablar, en todo. Pero nunca ha tenido el valor de confesarlo.
Karl Kaska salió de la gran sala, creo que iba a preparar el carruaje. Yo me senté en una de las sillas de la gran sala de estar, para esperar a Bianca.
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REDENCIÓN
Paranormal"Dicen que cuando el ángel cayó, el demonio se elevó" Ella amaba las tragedias, pero nunca se imaginó que su vida se convertiría en una. En medio del siglo XIX, Nora es sumergida en mundo donde ángeles, demonios, brujos y gente perversa serán su pan...