CAPÍTULO X: SUFRIMIENTO

25 1 2
                                    

Subí a mi habitación y me quedé viendo a la nada, quería llorar y no sabía porqué. O tal vez sí sabía, pero no quería aceptarlo.

Estaba tan confundida, nunca recuerdo haber estado así en este estado... Ni siquiera me sentí tan confundida cuando hablé con un turco.

Y había visto al señor Piszczek contenerse para no llorar... ¿Por mi? Esto no debía pasar.

Salí a tomar un poco de aire fresco fuera de mi habitación, y me encontré con padre, que me miraba con furia.

-Me hiciste pasar una gran vergüenza ayer-dijo y me soltó una cachetada. Debí prever que esto iba a pasar.

Sentí un dolor muy fuerte en mi mejilla y de inmediato sentí como me quemaba, yo debía estar roja, no se si por enojo, o por dolor.

-Usted es el que quería que yo me acercara a Frederik y usted mismo dijo que sería un mejor pretendiente, sólo hice lo que usted quería -dije temiendo tener que soportar otro golpe o cachetada.

-¿Entonces es mi culpa?-preguntó con falsa indignación.

-Solo hice lo que usted quería -volví a decir fingiendo arrepentimiento.

-Norita siempre tan considerada-me sonrió con suma hipocresía-¿sabes cuantas personas me han dicho que eres una buscona?

-No padre...

-¿Sabes lo que ahora piensan de nosotros? ¡Todo es tu culpa!

-¡Perdón padre!-me disculpé llorando con falsedad.

-¡No me pidas perdón niña estúpida! -gruñó y me haló del cabello. Padre solía ser muy violento.

Todavía recuerdo el día en que le dio latigazos al pobre Bastian. Toda su espalda sangraba, tuvo fiebre muy alta y no se pudo recostar sobre su espalda durante casi un mes.

Que yo recuerde, a Bianca nunca le había puesto una mano encima, tal vez porque es el vivo retrato de mi difunta madre (que en paz descanse). También recuerdo que una vez golpeó a Sara, ese día fue muy gracioso, lo estaba recordando y empecé a reír un poco.

-¡¿De qué te ríes?! -preguntó el viejo odioso de mi padre, que me soltó un puñetazo en el ojo.

-De nada-dije dejando de reír para no recibir otro golpe. El puño de mi padre era grande y la verdad es que me había dolido mucho, ahora mi ojo lloraba.

-No te doy otro golpe porque hoy viene el pretendiente de Eva-me dijo y se fue.

Yo no era muy buena para eso de cuidar golpes y heridas, así que no sabía que ponerme para que mi ojo se pusiera morado.

Cuando me vi en el espejo, noté que se inflamó muy rápido. ¡Maldito bastardo, algún día me las pagarás!

Cada día que pasaba, con cada acto, sentía un repudio y resentimiento intensos hacia padre. Había arruinado mi pasado, y estaba arruinando mi presente.

De solo recordar todo lo que me había hecho pasar, una furia contenida abrazó mi ser. Solo quería darle golpes y golpes, y más golpes, ¡y más!

Le pegué con mis brazos a la pared en un leve ataque de enojo y frustración.

Seguramente esto era lo que quería, hacerme infeliz y regocijarse en mi desgracia, verme impotente y humillada ante su presencia, pero no le iba a dar el gusto a ese bastardo. ¡No se lo iba a dar!

Él tenía que pagar por todo lo que me había hecho a mi y a mis hermanas (aunque nunca le haya puesto una mano encima a Bianca).

Cuando madre vivía, él no era así. Si bien, nunca había sido amoroso, en ese entonces nunca nos hubiéramos imaginado que nos pondría una mano encima, porque creíamos que nos amaba, lo cual no era cierto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 18, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

REDENCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora