Hola, buenas tardes, ¿cómo estás?, quién diría que, algún día, nos volveríamos a encontrar tú y yo aquí, frente a frente, en una misma habitación.
Ha pasado tanto desde la última vez que me encontraste y tal vez sea porque, en el fondo, era yo la que quería ser encontrada. Has aparecido una vez más aquí y te has instalado poco a poco en mi vida, de forma tan natural que apenas y me he dado cuenta, has llegado como brisa calma y le has agregado frescura a mis días tranquilos, no me quejo, después de todo me estás haciendo extrañamente bien.
¿Sabes algo?, creí que ya te conocía, creí que después de todo lo que me hiciste en el pasado ya había aprendido todo de ti y estaba preparada; pero no, después de estos años has cambiado todas las reglas, has roto mi armadura y me has dejado desnuda, una vez más, ante ti; sucio embustero.
Y es que no me he podido resistir a tu forma de hoy en día, no he podido decirle que no a quién escogiste para aparecer, no he podido negarme a esa piel morena, a esos brazos fuertes, a esa risa escandalosa, ni a esa forma de mirarme después de cada beso, no he podido, ni he querido, negarme a todo lo que ha estado pasando desde que has estado dando vueltas por aquí.
Diste conmigo un domingo, me tomaste de la mano un miércoles, te mudaste a mi vida algunos domingos después y desde ese día no he vuelto a caminar sola, y no sé que es lo que hagas conmigo después de esto, no sé si me soltarás o seguirás sosteniéndome por algún tiempo más, pero sea como sea, es bueno que me hayas encontrado después de tantos años, amor.