✿ONE✿

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Esperaron unos pocos meses antes de prometer amarse hasta que la muerte los separara. Luego de su graduación y su boda, encontraron un apartamento. Era pequeño, pero no les molestaba. Los toques que le dio Adrien lo convirtieron en un hogar; un hogar al que Finn disfrutaba regresar al final de una dura jornada de trabajo. Cada noche tomaba a Adrien de las manos y le susurraba promesas de una casa más grande, una que ella iba a poder decorar hasta llegar al horizonte. Y cada noche Adrien sonreía al pecho desnudo de Finn y le agradecía.

La ética de trabajo y la personalidad de Finn le permitieron escalar los puestos de la compañía con Destreza. Conforme su salario aumentaba, también lo hacía su cuenta bancaria. Una noche, Finn le quitó gentilmente la computadora portátil a Adrien y la posó en una mesita de café que estaba cerca. Luego se arrodilló ante ella, tomando la mano de su esposa con la suya propia.

–Adrien –dijo lentamente, manteniendo la vista en Adrien–, quiero comprarte esa casa que te he estado prometiendo hace tanto tiempo que te compraría.

Con labios temblorosos, Adrien asintió profusamente antes de jadear, envolviendo el cuello de su esposo con sus brazos mientras le agradecía. Esa noche se fundieron el uno con el otro, saboreando los toques y haciendo el amor lenta y profundamente.

La casa tenía que suministrar lo que Finn creía que Adrien necesitaba para su tipo de trabajo: paz y serenidad. Encontraron una pequeña pero perfectamente tranquila finca en un barrio amplio y de clase alta, cerca del campo. Cuando Finn miró a Adrien y le preguntó "¿Qué te parece?", ya sabía la respuesta.

–Me encanta, Finn...

Sonriendo, Finn tomó las manos de Adrien.

–Comprémosla entonces.

Adrien miró a su esposo, luciendo un tanto preocupada.

–Pero tu trabajo está a una hora de aquí.

Finn se encogió de hombros.

–Si te gusta, entonces no me importa el recorrido hasta el trabajo. Son sólo sesenta minutos de ida y luego sesenta de vuelta. No es una hazaña imposible viajar y volver.

Tras un momento, Adrien le preguntó nuevamente si estaba de verdad de acuerdo. Finn  asintió, y poco después los papeles fueron firmados.

El acuerdo era que Finn viajara ida y vuelta desde el trabajo pero, mientras el tiempo pasaba, el trabajo comenzó a formar pilas y pilas, causando que Finn tuviera que trabajar horas extra.

Conforme ese ciclo sin fin continuaba, se le hizo difícil viajar diariamente. A menudo estaba demasiado cansado y con la vista nublada cuando conducía. A causa de ello, tenía que beber cafeína antes de conducir, lo cual o le hacía colapsar en el trabajo o le impedía dormir cuando regresaba a su hogar.

Adrien comenzó a sentirse culpable por estar disfrutando de una vida tranquila mientras que su esposo trabajaba para permitirle a ella tenerla. Contemplando otras alternativas, llegó a una posible solución para ese problema.

–Finn, tal vez deberías conseguir un apartamento en la ciudad –sugirió cuidadosamente una noche, durante la cena. Cuando levantó la vista hacia su esposo, vio unos ojos cansados devolviéndole la mirada.

–¿Quieres que consiga un qué? –dijo Finn, su voz sonando como si no creyera en lo que oía.

Suspirando, Adrien le dio una mirada preocupada.

–Ya no me gusta verte en este estado, Finnie. Cada día te vas a trabajar luciendo medio muerto. Luego, cuando vuelves, terminas viéndote peor. Pasas dos horas tan solo para ir y venir. Esas podrían ser dos horas que estarías usando para dormir un poco más.

De malhumor, Finn se frotó las esquinas de sus ojos.

–Adrien, estoy bien.

–¡No, no lo estás! –grito ella–. Escucha, un apartamento podría significar...

–Dije que estoy bien, Adrien–repitió Finn con aspereza–. Deja de preocuparte, maldición.

La indiferencia de Finn irritó a Adrien. Dejando sus cubiertos sobre la mesa, se puso de pie.

–Bueno, ¿está mal preocuparse por ti? –gritó, con voz estresada.

Al contrario de ella, Finn permaneció sentado.

–Adrien, vuelve a sentarte.

Adrien lo miró echando chispas, con los puños cerrados.

–No, Finn; no me estás escuchando. Solo quiero ayudarte.

–¿Ayudarme? –replicó su esposo–. No, Para mí, Adrien. Que intentes que consiga otro lugar donde vivir y te guste la idea me hace pensar que me quieres fuera. –La falta de sueño y el hecho de que había estado trabajando excesivamente no hacía más que ponerlo más irritable.

Adrien fue tomada por sorpresa y lucía asustada.

–¡Eso no es lo que quiero!

–No alces la voz, Adrien–gruñó Finn–. Estás siendo muy ruidosa.

Adrien empujó su silla rudamente, frustrada.

–¡No te quiero fuera! ¡Eres un hombre tan frustrante, pero diablos, te amo! Así que me duele verte agregar dos horas más de estrés a tu día sólo para que viajes de ida y vuelta. –Se mordió los labios. –Duele mucho, Finnie, pero no lo ves porque te quedas dormido en cuando pisas esta casa. Ya ni siquiera me miras porque estás demasiado cansado.

Adrien esperó una respuesta durante un momento, pero Finn permaneció inmóvil. Luego, éste murmuró:

–Estás sobreactuando.

Adrien se sintió como si le hubieran dado un golpe. Era obvio que Finn no comprendía. Su esposo se negaba a escucharla e incluso tenía la audacia de decirle que sobreactuaba cuando, de hecho, solamente estaba contándole sus preocupaciones. Temblando, dio media vuelta y se fue de la mesa, antes de que Finn pudiera ver las lágrimas amargas formándose en sus ojos.

(...)

Primer capitulo, esperó les guste aganmelo saber votando y comentando.

•Millie Fuera•

❁✎100/80♡➫FINN WOLFHARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora