Capítulo 18

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Traté de sacarlo de mi cabeza y volver al trabajo en el que estaba a medio camino de investigación, poco después me di por vencido y me quedé mirando hacia afuera a través de los cielos azules de Seúl. MinAh llegó un par de horas más tarde, me entregó los archivos y las instrucciones sobre el trabajo de Akiyama, también me entregó los recibos de la confirmación de vuelo e información de la reserva de alojamiento y me dijo que me fuera a casa.

Calculando que tenía los siguientes cuatro días con HanBin, sugerí recogerlo en su apartamento a las cuatro y media de la mañana. Cuando se metió en el auto, a pesar de la temprana hora, tenía los ojos brillantes, pero tranquilo, obviamente no quería hablar delante de un conductor de la compañía. Seguía tranquilo cuando nos registramos, trató de no sonreír cuando llegamos y había café esperando a bordo. Cuando finalmente llegamos a nuestros asientos en primera clase, no podía dejar de sonreír.

—¡Esto es impresionante!— susurró... más bien gritó, desde el asiento junto al mío —¡No puedo creer que MinAh se perdió de esto!

—MinAh sabe de nosotros— le dije mientras me acomodaba —Ella te hizo su reemplazo porque quería que tuviéramos un tiempo a solas.

El silencio se hizo presente, así que me giré hacia él. Estaba boquiabierto.

—Ella...¿lo sabe?

Asentí con la cabeza.

—Sí.

—¿Cómo?

Sopesé la idea de mentir pero decidí contarle la verdad.

—Por la forma en que te miro, al parecer.

Me miró y parpadeó, tres, tal vez cuatro veces, después perdió la capacidad de hablar. Cayó de nuevo en su asiento y palideció. Me volví y tomé su mano.

—No va a decirle nada a nadie, te lo prometo. Es persona más profesional que conozco, HanBin. No se lo dirá a nadie.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?— preguntó —Si ella lo sabe, ¿tal vez alguien más también?

Negué con la cabeza.

—No, ella me conoce, me conoce mejor que la mayoría de la gente. Supo cuando me separé de mi esposa por el hecho de que cambié de colonia... bueno, eso y las largas horas trabajando y la falta de sueño. Pero, créeme, nadie más lo sabe.

Él suspiró y pareció relajarse.

—¿Por la forma en que me miras? ¿Qué significa eso?

—Al parecer sonrió cuando te veo— le dije muy serio —Estoy tratando de dejar de hacer eso.

—Correcto— dijo con una risita —Mírame.

Lo hice, lo miré directamente. En sus labios apareció una sonrisa satisfecha, sus ojos estaban brillantes y sonrientes. Y sonreí.

—Oh, no tienes esperanza alguna— dijo, sacudiendo la cabeza. Luego suspiró dramáticamente —Cuatro días, ¿eh? ¿Tenemos cuatro días antes de volver a la realidad?

—Tenemos trabajo que hacer en este viaje— asentí con la cabeza.

—Oh, lo sé— dijo —La lista que MinAh me dió, es más alta que cualquier rascacielos que pueda existir en el mundo— negó con la cabeza —Me la dio, me miró y me dijo que si no podía manejarlo, encontraría a alguien más competente— entonces él me miró —Ella no me quiere, y ahora me dices que sabe que estamos... ¿viéndonos?

—No es que no le agrades— le dije —Lo hace para mantenerte de puntillas. De hecho, me dijo que eres uno de los mejores internos que jamás había visto.

—¿Dijo eso?—preguntó alegremente. Se echó hacia atrás en su asiento y sonrió —Yo sabía que le agrado.

—Le gusta que todo el mundo piense que es mala— me reí de él.

Sonrió como si tuviera todo resuelto, pero tan pronto como nos elevamos, sacó su laptop y dio su primer paso en la lista de MinAh.

*

Llegamos al hotel Hilton de Sydney, al registrarnos nos encontramos con que MinAh solo había reservado una habitación.

—¿Eso es un problema, señor?— preguntó el recepcionista.

HanBin respondió rapidamente.

—No, está bien. Nos la quedamos.

Lo miré, pero él se limitó a sonreír y tomar la llave. La habitación era extravagante y encantadora, con vistas a la ciudad. Era espectacular. Pero muy grande, con solo una cama... lo que me ponía nervioso. Claro, habíamos dormido en la misma cama antes, pero eso era diferente.

Yo sabía lo que íbamos a hacer en esa cama.

Puse mis maletas en el suelo y a pesar del tiempo que acabábamos de pasar en un avión y de la hora en Sydney, lo miré con nerviosismo.

—¿Quieres ir y echar un vistazo en algunos lugares de interés?

HanBin miró el reloj en la mesita de noche.

—Son casi las diez. ¿Qué lugares podemos ver a las diez de la noche?

—Vamos afuera a buscar alguno— le dije.

—Sabes...— dijo HanBin. Él estaba mirando a la enorme cama blanca —Esta cama no muerde— lo miré rápidamente y luego reí avergonzado. Se rió de mí —Yo podría morder, pero la cama no lo hará.

—Vamos, un poco de aire nos hará bien— me aclaré la garganta.

Puso los ojos en blanco, suspiró para dar más efecto, pero luego abrió su maleta y sacó una chaqueta y un gorro de lana.

—No puedo creer que dejamos un lugar cálido para ir a un lugar donde es invierno. ¿Quién demonios hace eso?— murmuró para sí mismo.

Tomé mi abrigo también, y después me lo puse, HanBin agarró la llave y luego me tomó la mano.

—Podemos tomarnos de la mano aquí— dijo mientras caminábamos hacia el ascensor —Nadie nos conoce.

No me opuse, y cuando miré el espejo de la pared interior del ascensor, HanBin nos sonrió en el reflejo.

—Se ve extremadamente bien esta noche, señor Kim— dijo.

Miré su chaqueta de invierno y el gorro sobre su cabello.

—Usted no se ve nada mal, señor Lee.

Me besó en la mejilla rápidamente antes de que las puertas del ascensor se abrieran y me llevó a través del hotel directamente a la calle. Él nunca había estado en Sydney antes, y su emoción y entusiasmo eran adorables.

Hacía frío, pero caminamos pocas cuadras, mirando escaparates y había incluso algunas tiendas de souvenirs y tiendas de conveniencia abiertas. HanBin me arrastró a algunas. Compró algunas cosas, en algunas solo miré, en otras esperé afuera, y cuando él obviamente había visto suficiente, declaró que quería volver al hotel.

Habíamos dormido a ratos en el avión, pero imaginando que aún debía estar cansado, no me importó. Cuando entramos, sin soltar mi mano, me llevó directamente a la habitación.

—HanBin, ¿qué estas haciendo?

Luego tomó una de las bolsas que acababa de comprar y derramó el contenido en la cama.

Una caja de condones y una botella de lubricante.

Miré a HanBin y antes de que pudiera decir algo, tomó mi cara entre sus manos y me besó. Sostuvo mi cara contra la suya, besándome como nunca me había besado antes. Pude probar la urgencia en su lengua, sentirla en sus manos. Finalmente, separó su boca de la mía, pero aun tenía mi cara frente a la suya.

—JiWonnie, te necesito. Por favor.





***
Y este es nuestro último capítulo del mini maratón.
Gracias a las dos personas que comentaron, sin ustedes esto no habría sucedido.
También muchas gracias por leer esta adaptación, realmente espero que la estén disfrutando. ☺️

UP-grade ❀ Double B [iKON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora