Capítulo 2.

59.8K 3.6K 468
                                    

La noche de las Brujas en el hospital.

Un fuerte dolor de cabeza me atravesó el cráneo de lado a lado, arrancándome un quejido lastimero. Los párpados me pesaban como dos losas de cemento y el metálico sabor a sangre estaba presente en mi paladar.

Coglioni!

La maldición en italiano tan solo consiguió desorientarme aún más. Poco a poco fui recuperando la consciencia y el agudo malestar de mi cabeza se fue incrementando. Por el ligero balanceo al que me veía expuesta estaba en el interior de un coche.

—¿Qué...? —consiguí murmurar en un hilo de voz fragmentada.

—¡Está despertando! —gritó una voz melodiosa y varonil a mi lado.

Conseguí entreabrir los ojos enfocando a duras penas el interior del Jeep que me había derribado de la bicicleta hacía un momento. Distinguí una figura sentada al volante del vehículo y la presencia de otra persona cerca de mí. De hecho, mi cabeza reposaba sobre el regazo de uno de los extraños que me atropellaron.

Sentí un par de manos educadas acariciarme la barbilla.

—No te preocupes, preciosa, estamos yendo al hospital, ¿cómo te encuentras?

Iba a responder cuando el coche se topó con un bache. El movimiento brusco despertó un fuerte dolor en mi pierna izquierda y solté un aullido de dolor.

—¡Luca! —exortó el pelirrojo que me había estado hablando— ¡ten más cuidado, idiota!

—¿¡Puedes cerrar la boca?! —respondió el conductor con un particular acento.

Quise alzarme unos centímetros para mirarme la pierna y descubrir porque me dolía de una forma tan insoportable pero el chico me lo impidió.

—No es una buena idea —murmuró manteniendo el tono cordial aunque su mirada oscura dejaba entrever los nervios que le carcomían por dentro— ¿Cómo te llamas?

Me centré en hablar con él, aún demasiado perdida como para centrarme. Poco a poco la vista se me fui aclarando y pude distinguir que iba disfrazado de Spiderman pero sin portar la máscara propia del hombre araña.

—Eleanor —pronuncié a duras penas.

—Hola, Eleanor —dijo un poco más animado— me llamo Derek y el idiota de ahí delante es Luca. Nosotros...

Escuché un gruñido a mi izquierda.

—¿Nosotros? —entonó el tal Luca— No seas tan generoso, Derek, el mérito de atropellarla ha sido todo tuyo.

Derek sacudió la cabeza, ignorando a su amigo y se centró de nuevo en mí con una sonrisa amable en el rostro. Incluso del revés era sin duda uno de los chicos más atractivos que había visto en mi vida. Su rostro era un conjunto de ángulos armoniosos y definidos y su llamativo cabello pelirrojo logró captar mi atención.

—Lo siento, te has cruzado de repente y no he tenido los reflejos necesarios como para esquivarte —las comisuras de sus labios decayeron hasta adoptar una expresión afligida— cuando te has desmayado...

—Ya hemos llegado.

El moreno detuvo el coche en el aparcamiento del único hospital del que disponía la ciudad. Derek asintió silencioso y se movió con cuidado. A pesar de su delicadeza cuando mi cabeza se topó con los asientos acolchados sentí de nuevo una fuerte punzada que me arrancó un nuevo jadeo de estupor. Me incorporó con cuidado y tuve que ingeniármelas para no volver a lloriquear ante el cambio de postura.

Antes de que pudiera asimilar debidamente lo que estaba ocurriendo pasó los brazos por debajo de mis muslos y me alzó, presionándome contra su pecho.

Kavinsky © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora